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Jóvenes de Usme, al sur de Bogotá, le hacen “Ktharsis” a su realidad social

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Los jóvenes de la localidad de Usme, al sur de Bogotá, encontraron en el cine y la literatura el mejor medio para resistir pacíficamente las distintas formas de violencia que históricamente han padecido y de paso, aprender un poco más sobre los derechos humanos.

Todo gracias al trabajo de la Organización Juvenil Katharsis, un colectivo creado hace cinco años por estudiantes universitarios habitantes de toda la vida de esta localidad, considerada junto a Ciudad Bolívar como de las más conflictivas de la capital del país, y que busca ofrecerle a la población joven de esta zona no sólo alternativas para el aprovechamiento del tiempo libre sino también espacios para la reflexión de sus problemáticas más cercanas.

 

Katharsis será una de las expresiones juveniles presentes en el Encuentro Nacional de Experiencias: iniciativas locales por los Derechos de la Niñez, que tendrá lugar en Bogotá entre el 15 y 16 de mayo, en el auditorio del Hotel Superior del Parque.

 

Allí, los integrantes de este grupo compartirán junto a cerca de 100 jóvenes afectados por el conflicto armado provenientes de diversas regiones del país el trabajo que vienen adelantando en barrios como Marichuela, Santa Librada, El Virrey, Mochuelo, entre otros.

 

Desde su fundación, Katharsis se propuso incentivar el hábito de la lectura entre los menores de edad de estos barrios, como una alternativa de emplear mejor el tiempo libre. Pero fue la creación de un cine-club, que funciona los fines de semana y en donde se proyectan películas con temáticas sociales, lo que cautivó a los jóvenes. La magia del séptimo arte se combina con momentos de lectura y reflexión sobre el contexto de la localidad, derechos humanos y demás y ahora es espacio obligado para un buen número de adolescentes, quienes asisten sagradamente a los ciclos del cine-club.

 

Para Camilo Urbano, uno de los fundadores de Katharsis, este cine-club se ha convertido precisamente en toda una “catarsis colectiva”, pues el espacio lúdico ha derivado paulatinamente en un sitio de debate sobre las principales amenazas que a diario se ciernen sobre esta población en este sector de la capital.

 

“De alguna forma este trabajo se ha convertido en algo muy pedagógico, porque cuando los jóvenes ven una película, ellos se sienten identificados y comienzan a expresar cosas, a hablar sobre lo que los afecta y que quizás no se sienten confiados de hacer en otra parte”, dice Camilo.

 

A juicio del integrante de Katharsis, espacios para socializar con absoluta confianza son los que necesita la población juvenil de estos barrios, quienes además de afrontar una dura realidad social como consecuencia del accionar de grupos armados ilegales que aún hacen presencia allí, tienen que cargar con el duro estigma de ser un “muchacho que vive en el sur de Bogotá”.

 

“Aquí los jóvenes siempre son estigmatizados y perseguidos”, cuenta Kelly Mejía, otra integrante de Katharsis. Desafortunadamente, los hechos parecen darle la razón. A finales del año pasado, una serie de panfletos amenazantes inundaron las calles de los barrios de Ciudad Bolívar y Usme. En ellos se mencionaba el inicio de una campaña de “limpiezas social”, dirigida principalmente contra denominados “muchachos consumidores y atracadores”.

 

Previo a esto, la comunidad de ambas localidades ya se había visto afectada por la situación de los jóvenes desaparecidos en el municipio de Soacha y que fueron posterior encontrados muertos en Ocaña, Norte de Santander, que desató todo un escándalo nacional por los llamados “falsos positivos”. El hecho que generó gran repudio y miedo entre la población menor de edad. 

 

Si bien no se han vuelto a registrar hechos que lamentar, la tensión aún persiste en los barrios, principalmente entre los jóvenes. Lo triste, de acuerdo a los integrantes de Katharsis, es que las iniciativas de trabajo juvenil que ayuden a mostrar otras opciones de vida a esta población, son vistas en las zonas periféricas de Bogotá como “subversivas”.

 

“Aquí la población juvenil manifiesta que no hay espacios culturales y de discusión para ellos porque son vetados. Un organización, una persona que trabaje por ellos en la utilización del tiempo libre, por mostrarles otras cosas, es visto como ‘subversivo’, y los muchachos se resisten a participar precisamente porque temen ser señalados”, expresa Camilo.

 

Paradójicamente, las localidades de Ciudad Bolívar y Usme son las que más registran iniciativas de trabajo juvenil en todo Bogotá. Sólo en esta última, la Alcaldía Distrital tiene registradas 400 organizaciones de trabajo con jóvenes. Para los miembros de Katharsis, lo anterior refleja que hay todo un movimiento de resistencia pacífica frente a lo que viene ocurriendo en esta zona de la capital. “Mientras más se recrudece la situación de orden público, más se fortalece el trabajo juvenil”, añade Camilo.

 

Y todo apunta a que tiende a fortalecerse. Actualmente, varias organizaciones juveniles de Cuidad Bolívar y Usme viene trabajando mancomunadamente con el fin de sacarle jóvenes a la violencia por medio de expresiones culturales como el rap, la danza, el teatro callejero, el cine y la literatura.

 

Para las organizaciones y para la población joven en general, este tipo de acciones también tienen otro sentido no menos importante: mostrarle a la ciudad y al país que Ciudad Bolívar y Usme son mucho más que hechos violentos que registrar.