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Nueve comunas de Medellín padecen guerra entre bandas: General García

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“Tenemos identificados 12 conflictos que están generando estas organizaciones en toda la ciudad y que estamos atendiendo con 500 efectivos de la Policía en cada uno de ellos. Son conflictos que se dan de manera simultánea, las 24 horas del día y que enfrentamos con hombres de choque”, afirma el comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, Brigadier General Dagoberto García, quien afirma que lo que sucede hoy en la capital antioqueña obedece a las disputas por el control del negocio de la droga, en todos sus eslabones.

 

En entrevista concedida a la Agencia de Prensa IPC, el Comandante de la Policía Metropolitana entregó su diagnóstico sobre la situación de violencia que viven los pobladores de 9 de las 16 comunas que conforman la ciudad, la cual ha generado, sólo en el primer semestre de este año, 889 homicidios, un 42% más que en el mismo periodo de 2008.

 

Los puntos neurálgicos y objeto de fuertes intervenciones por parte de las autoridades civiles, policiales y militares están ubicados en las comunas 3 (Manrique), 4 (Aranjuez), 8 (Villa Hermosa), 6 (Castilla), 7(Robledo), 13 (San Javier), 12 (La América), 15 (Guayabal) y 16 (Belén).

 

¿Y quiénes actúan allí? Según el Brigadier General, en Medellín se tienen identificadas 123 estructuras criminales que a su vez agrupan a unos 3.600 integrantes, en su mayoría menores de edad. Todas ellas poseen algún grado de articulación con las grandes mafias narcotraficantes, especialmente con la llamada “Oficina de Envigado”, que pese a las capturas de varios de sus cabecillas y la posible entrega de otros más a la justicia de los Estados Unidos, aún mantiene el control sobre varias bandas en el área metropolitana.

 

En diversos puntos de la ciudad, dichas organizaciones criminales se están enfrentando entre sí, bien por el reacomodamiento que viene después de una captura o una muerte, por divisiones al interior de las mismas o bien por motivos netamente económicos.

 

“Aquí se mueve mucha plata por vacunas y por el micro-tráfico; es decir, la plata de las casas de vicio y la distribución de la droga a esas casas”, afirma el Alto Oficial. Según estimativos de la Policía Metropolitana, el sólo negocio de la venta al menudeo de sustancias alucinógenas puede mover cerca de 4.500 millones de pesos mensuales, suma nada despreciable.

 

Lo preocupante es que en dicha confrontación las bandas están utilizando armamento de altísimo poder y recurriendo en ocasiones a prácticas macabras como el desmembramiento de cuerpos, la asfixia mecánica y la desaparición y posterior muerte a sangre fría.

 

“En Medellín ya no podemos hablar de ‘combos’, es decir, estructuras sueltas y aisladas que se disputan el control de una cuadra o cosas así. Lo que tenemos son bandas delincuenciales vinculadas al narcotráfico”, declara el Brigadier General.

 

A diferencia de años anteriores, hoy no emerge en el mundo criminal un “gran capo”; por el contrario, lo que se observa es la presencia de decenas de “traquetos” de bajo perfil, sin ningún tipo de ostentación, lo que los hace pasar más que  desapercibidos.

 

“Se movilizan en vehículos de gama baja, como los Twingo o Chevrolet. ¿Qué los delata? Que son carros blindados. Esa es la pista inicial que nos permite identificar a los integrantes de estas organizaciones”, agrega García.

 

Violencia no cede  

Brigadier General, si el diagnóstico esta claro y las estrategias están definidas, ¿Por qué no se reduce el número de muertes violentas en Medellín?

“Es la dinámica. Hay que dejar en claro que el tema no es sólo de Policía. Esto hay que atacarlo integralmente. Nosotros estamos haciendo nuestro trabajo: individualizamos, judicializamos y capturamos. Pero hay que hacer un trabajo de resocialización de jóvenes, de quitarle la materia prima al conflicto. Por otro lado, tenemos una dificultad y es la laxitud de los códigos de la justicia, porque hay muchachos que son capturados en flagrancia y pocos días después son puestos en libertad. Eso se vuelve un círculo vicioso que, generalmente, deriva en que estas personas terminan muertas violentamente o asesinando gente”.

 

Según ese panorama, ¿el problema pasa por el sistema judicial?

“Nosotros respetamos la justicia y la independencia de los poderes, pero nos enfrentamos a situaciones muy complicadas. Por ejemplo, en lo que va corrido del año llevamos 11.028 capturas, por todos los delitos. De ellas, 974 obedecen a órdenes judiciales y las restantes 10.054 son capturas en flagrancia por parte de la Policía. ¿Qué pasa con eso? El 37% de esas capturas están en situación intramural, que equivale a 1.869 detenidos en cárceles y 2.238 en detención domiciliaria que suman 4.117 capturados. ¿Qué nos preocupa?, que en libertad hay 6.911 personas (62% de esas capturas), ahí es donde uno ve que hay unas normas muy laxas, que hacen que estas personas vuelven a la calle”.  

 

La impunidad es bastante alta…

“Lo que nos preocupa de esta cifra es que se genere impunidad y eso conlleve a que la gente haga justicia por sus propias manos. Hemos identificado que el 70% de los homicidios son personas con antecedentes judiciales, con informes de inteligencia o que estuvieron en la cárcel”.

 

¿Qué tan problemática es la vinculación o utilización de menores de edad por parte de estas estructuras criminales?

“Hay muchos menores de edad haciendo parte de esta problemática. No como dicen por ahí que están siendo utilizados por los delincuentes, algunos sí, muy poquitos, pero una gran mayoría hacen parte activa de esas bandas. La dificultad es que ellos son atendidos por la Ley de Infancia y Adolescencia. Prácticamente son inimputables y a pesar de ser muchachos que han cometido delitos, la Ley dice que hay que protegerlos. Requieren otro tratamiento. Entonces, vuelven a quedar en libertad y pueden volver a delinquir”.

 

¿Qué escenario visualiza tras la posible entrega de alias Mauricio López, alias Yiyo, unos de los cabecillas de la llamada Oficina de Envigado, a la justicia norteamericana?

“Ellos saben que aquí no pueden seguir delinquiendo, en parte, porque estrategias que estamos utilizando como las recompensas están dando buenos resultados. En el crimen no hay lealtades y cuando estos tipos adquieren valor, se vuelven objetivos de sus propias estructuras, lo que hace que se entreguen a las autoridades o salgan del país”.

 

Pero no podría suceder que se incrementen las muertes violentas por el reacomodo…

“Pero, ¿por qué sucede ese reacomodo? Porque la Policía está trabajando. Se captura la cabeza y el que viene atrás toma el poder, ¿Cuál es la forma de estas bandas de mostrar poder? Matando gente, incrementando los homicidios”.

 

El panorama no es muy alentador…

“Toda esto lo estamos atacando con cuatro estrategias muy puntuales. Primero: plan de intervención directa, con un sistema de cuadrante; segundo: un plan de reacción concebido con patrullas estacionarias, algo más preventivo; tercero: vigilancia comunitaria por cuadrantes, que exista el Policía Comunitario; y cuarto, acción interinstitucional, coordinación con el Ejército para que ellos nos ayuden a bloquear los corredores de movilidad y nosotros ganarnos unidades de estos sectores altos y aislados para meterlas al centro del problema. Creemos que estas estrategias nos han dado buenos resultados”.

 

De acuerdo con su declaración, la ciudad se enfrenta a pequeñas organizaciones, pero con un poder creciente…

“Por eso ya no hablamos de combos. Todo se articula al narcotráfico. Estas organizaciones tienen vínculos directamente con las grandes mafias narcotraficantes, especialmente con la llamada Oficina de Envigado.

 

¿Y de dónde están saliendo las armas?

Aquí siempre ha habido tráfico de armas: sale droga, ingresan armas. A fecha, llevamos 1.342 armas incautadas, de las cuales el 50% pertenecían a estructuras, su mayoría de altísimo poder, como fusiles, pistolas 9 milímetros y sub-ametralladoras”.

 

Usted señala que todo se resume en un problema de narcotráfico, pero, ¿Cómo se puede explicar eso en términos prácticos?

“El problema inicia con las grandes cantidades de droga que salen por la Costa Pacífica, Costa Norte, Golfo de Morrosquillo, Golfo de Urabá, En ese primer escenario hay enfrentamientos por el control de esas rutas. Hay otro tema y es de los cultivos ilícitos, donde también hay enfrentamientos y se presentan en el Bajo Cauca, Norte de Antioquia y Sur de Córdoba, donde se han concentrado los cultivos y los laboratorios y termina en Medellín en un enfrentamiento de estas organizaciones por el micro-tráfico, por la distribución de estupefacientes a pequeña escala, que producen los homicidios”.

 

El problema entonces no es sólo de Medellín, es un problema regional…

“Sí, esto es un problema que afecta a toda la región y que enfrentamos de manera articulada con la Policía Antioquia”.

 

¿Cuáles son esas estructuras narcotraficantes que hacen presencia en el departamento?

“Continúa la gente de don Mario en el Urabá, hay presencia de Los Rastrojos en el Sur de Córdoba y Bajo Cauca, están Los Paisas también”.

 

¿En Medellín hay presencia de Los Rastrojos?

“En Medellín no”.

 

¿Quién es el gran capo de Medellín entonces?

“Hoy no hay un gran capo, hay múltiples delincuentes que llevan años y años en el crimen, que seguro comenzaron cargando un arma y hoy día dirigen una banda de ocho personas”.