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En Colombia, el camino de una paz negociada está lleno de obstáculos

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Para diversos analistas consultados, el periodo electoral que se avecina será determinante para el resurgimiento del discurso por la paz. Foto:Surimages.
Aunque la población colombiana en su conjunto anhela la paz, los obstáculos para avanzar en la construcción de salidas negociadas al conflicto armado son cada vez más complejos e insalvables, así como los escenarios para hablar de diálogo con los actores armados ilegales son más reducidos a la vez que estigmatizados.

 

Así lo expresó Álvaro Villarraga, politólogo, catedrático y miembro de la Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz (Asapaz), quien presentó este miércoles 16 de septiembre su más reciente obra titulada: Historia de los Procesos de Paz en Colombia: 1982-2002, también llamada Biblioteca de la Paz, que tuvo lugar en el Museo de Antioquia de la ciudad de Medellín.

 

La ocasión no sólo sirvió para exaltar el valor de la publicación, toda vez que constituye el primer archivo histórico que documenta de manera rigurosa y sistemática las acciones, acuerdos, negociaciones y políticas de paz que se han emprendido en el país desde el gobierno de Belisario Betancur hasta el de Andrés Pastrana Arango.

 

También fue un momento para abrir el debate en torno a las propuestas hechas por el actual Gobierno nacional en materia de paz y además, analizar el momento actual de los diversos movimientos nacionales y regionales que abogan por salidas negociadas al conflicto armado así como el escenario político existente con miras a impulsar una solución distinta a la vía militar.   

 

Al respecto, el médico José Girón, investigador y ex presidente del Instituto Popular de Capacitación (IPC), quien ofició como comentarista de la obra, señaló que además de la falta de voluntad política frente al tema de la paz que muestra el actual Gobierno, existen otro tipo de situaciones que dificultan la construcción de propuestas civilistas que apunten al diálogo como el camino para alcanzar la paz.

 

“La creencia de que la guerra se va a ganar y que, de hecho, se está cerca de la victoria, ha legitimado entre una buena parte de la población la opción militar. Ahí no hay caminos para la paz. Tampoco los va a haber si persiste el flagelo del  narcotráfico. Además, la élite empresarial, política y hasta militar del país no ha estado dispuesta a ceder un poco de su poder como aporte a la paz. Eso es una gran dificultad”, señaló Girón.

 

A eso se suma, de acuerdo con el Investigador, que el Estado colombiano no se ha reconocido como victimario y por ende, responsable en parte del drama humanitario que vive el país y además, que la sociedad civil ha sido un “convidado de piedra” a las diferentes mesas de negociación que se han instalado en los últimos 20 años.

 

“De llegarse a instalar una nueva mesa de diálogo, tendrá que estar en ella un tercer actor además del Gobierno y la insurgencia como lo es la sociedad civil. En ese sentido, es necesario que la sociedad civil se apropie de su papel”, acotó el médico.

 

Por su parte, Álvaro Villarraga indicó en su intervención que para impulsar nuevamente el discurso por la paz se requiere fortalecer a los diferentes movimientos de paz a nivel nacional, que tuvieron un papel protagónico en la década pasada al punto de incidir tanto en los gobiernos como en los actores del conflicto para realizar acciones humanitarias en medio de la confrontación armada.

 

“Es cierto que a este Gobierno no le interesa la paz. Hay un Consejo Nacional de Paz, que fue creado durante la administración de (Ernesto) Samper, que no sesiona ni funciona desde hace ya siete años, el tiempo que lleva Uribe en el poder. Pero también es cierto que la paz se construye desde iniciativas de la sociedad, ejerciendo presión, recuperando un poco ese activismo visionario que impulsó el mandato por la paz y los acuerdos humanitarios en 1998”, declaró Villarraga.

 

¿Qué dice la historia? 

Aunque se ha generalizado la tendencia a creer que la paz sólo es posible a través del aniquilamiento del enemigo, la Biblioteca de la Paz recoge procesos existosos con la insurgencia. Foto:Surimages.
Si bien los actuales escenarios políticos no generan mayor optimismo de cara a futuros procesos de negociación, el editor de la Biblioteca por la Paz aseguró que superar el ya largo conflicto armado que vive el país por la vía del diálogo si es posible y así lo ha mostrado la historia.

 

“Aquí no ha habido esfuerzos inútiles sino esfuerzos parciales. Esa es una gran diferencia con el proceso centroamericano, porque allá se realizó un gran acuerdo con todos los actores involucrados. En Colombia hemos tenido dos procesos parciales que podemos calificarlos de exitosos, como el del M-19 y el EPL, por cuanto dieron pie a transformaciones significativas en materia de participación democrática en el país”, anotó Villarraga. 

 

Precisamente cada uno de los tomos que compone la serie recorre al detalle estos pactos de paz así como otras iniciativas que no tuvieron los mismos resultados. Además de la extensa documentación allí contenida, buena parte de ella de carácter inédito, la publicación contiene ensayos de integrantes de los grupos guerrilleros que suscribieron acuerdos de paz en el pasado, catedráticos, políticos de diversas vertientes y varios ex comisionados de paz de los diferentes gobiernos.

 

“Más que una compilación, esta es una obra de alta calidad intelectual que busca generar un aporte al tema de la paz en el país”, aseguró el politólogo y agregó que  “lo que muestra la obra es un trasegar donde ejercicios de paz y escalamiento del conflicto han convivido permanentemente. Eso ha generado una enorme ambigüedad, donde la guerra ha tenido continuidad y la paz ha tenido discontinuidades”.

 

Durante su presentación Villarraga llamó la atención sobre cómo dos gobiernos de extirpe conservadora como el de Belisario Betancur (1982-1986) y Andrés Pastrana A. (19998-2002), han sido quizás los más “atrevidos” en la búsqueda de la paz.

 

Durante el mandato del primero se firmó el recordado pacto de tregua y cese al fuego con las guerrillas de las Farc, Eln, M-19 y Epl, el mismo que se rompió con la toma del Palacio de Justicia en 1985 por parte del M-19; mientras que durante el gobierno Pastrana se llevó a cabo el fallido proceso de negociación con las Farc, en la no gratamente recordada “zona de distensión”, en San Vicente del Caguán.

 

“Lo que uno encuentra es que Belisario (Betancur), de alguna manera delegó el proceso de diálogo en la sociedad civil. Él (Presidente) nombró tres comisionados de paz, conformó unas comisiones que interlocutaban directamente con las guerrillas y él simplemente avalaba. Es cómo si le hubiera dejado el ‘chicharrón’ a terceros. Con la zona de distensión, lo que hubo fue muy buena voluntad, pero un conjunto de improvisaciones, de irrespeto por lo pactado inicialmente que dieron al traste con ese proceso”, manifestó.


Y así como el final que tuvo este episodio de la historia nacional terminó inclinando la balanza hacia la opción de la victoria en lo militar, Villarraga espera que sea el agotamiento de la sociedad por esta salida, lo que incline de nuevo la balanza hacia las salidas pacíficas y negociadas.