“Los perpetradores han acabado con algunos de nuestros sueños, pero no con la capacidad de seguir soñando”, afirma Fredy Morales, un joven del Oriente antioqueño afectado por la guerra que hoy trata de superar insertándose en procesos de reconstrucción de memoria histórica que impulsa el grupo de Memoria Histórica de
En tono pausado y convencido del significado de sus palabras, Fredy agrega que el ejercicio de recuperar la memoria y expresarla contribuye a la dignificación de las personas y las comunidades afectadas por el conflicto armado. Desde su experiencia advierte que “es importante avanzar en el rescate de nuestras voces para superar el silencio que nos impuso la guerra”.
Este joven, quien hace parte de
Fredy, al igual que varios gestores sociales, utiliza en su tarea los conceptos consignados en “Recordar y narrar el conflicto. Herramientas para construir memoria histórica”, material pedagógico que ofrece instrumentos conceptuales, metodológicos, éticos y psicosociales para que desde distintos lugares de la sociedad se impulsen procesos autónomos locales y regionales de esclarecimiento de la verdad y construcción de las memorias.
La antropóloga Pilar Riaño, quien hace parte del grupo de Memoria Histórica de
En ese proceso se encuentra ahora la comunidad de la parroquia Bella Vista, del municipio de Bojayá, Atrato medio chocoano, sacudida por una explosión en medio de un choque armado entre una columna de las Farc y un comando paramilitar de las Accu que ocasionó la muerte de 119 personas, entre hombres, mujeres, niños y ancianos.
Devis Palacios Cerón, una de las sobrevivientes, representa
“No es fácil hacer ese trabajo en el momento en el que estamos porque muchas víctimas no quieren decir la verdad de lo que ha pasado, ellas aún sienten que corren riesgos y les da miedo”, reconoce Devis.
No obstante, advierte que aquellas víctimas que se han vinculado al proceso de recuperación de la memoria histórica y aplicado las herramientas de
“En este trabajo han salido muchas cosas que nadie quería decir, recordar o aceptar”, cuenta Devis. “Las víctimas entramos en confianza y logramos que, sin sentirnos amenazadas, pudimos decir en un dibujo o con una palabra cómo sucedieron las cosas. Fue así que sentimos que nos liberábamos de ese dolor”.
A su juicio, la recuperación de la memoria histórica tiene tres efectos importantes entre las víctimas, ya sean consideradas individual o colectivamente: dignifica a las víctimas y a sus familiares, permite atribuir responsabilidades entre los victimarios y enfrentar el sentimiento de culpa, y ayuda enfrentar conflictos individuales, familiares o comunitarios.
“Estos procesos dignifican a las personas no sólo porque se trata de una reconstrucción colectiva de los hechos, sino de establecer quiénes eran las víctimas y a través de esa identificación es posible cuestionar el discurso de los victimarios”, explica Bello.
De otro lado, el ejercicio de reconstrucción de los hechos permite ubicar a los responsables de las acciones armadas contra las comunidades, “lo que no solo tiene el valor político de identificar a los perpetradores, sino como valor político aporta a la búsqueda de justicia”, señala la funcionaria. “Además, permite establecer las intenciones del victimario y superar las culpas de las víctimas, un sentimiento que genera dificultades a la hora de darle sentido y legitimidad a la búsqueda de sus derechos”.
Además, como lo expone Bello, el proceso de recuperación de la memoria histórica permite reconocer y asumir conflictos que a raíz de los problemas generados por la guerra se mantenían ocultos: “al hacerle frente a esos conflictos, que pueden ser personales, familiares o comunitarios, nos permite reconstruir identidades, revalidar proyectos y, en esencia, nos lleva a construir una memoria para el porvenir”.
Pero esas herramientas para construir la memoria histórica que aporta
Según Marta Nubia Bello, el trabajo en procesos de memoria tiene varios argumentos en contra: que revictimiza a las personas, que reabre heridas, que exalta sentimientos de venganza y que sume a las víctimas en el dolor.
“El material de trabajo que estamos presentando plantea esa preocupación y por ello insistimos que el trabajo de recuperación de la memoria debe rescatar, fundamentalmente, la dignidad de las víctimas, sus acciones, sus esfuerzos, su enorme capacidad de resistencia, creatividad y rehabilitación”, anota Bello y afirma que el enfoque no puede ser el de una memoria del sufrimiento ni memoria de la guerra, “sino memoria en la capacidad de organización y resistencia, que rescata los proyectos que un día tuvieron y que aún siguen teniéndolos”.
Por último, Marta Nubia Bello deja claro que las víctimas están por encima de cualquier intención de politización que vaya en detrimento de ellas: “debemos pensar que si un testimonio de una víctima tiene potencial político, pero si va en detrimento de la víctima debe deponerse esa intensión”.
Dada su experiencia, en las tareas de reconstrucción de la memoria se encuentran víctimas que piensan que es muy importante hablar y socializar sus historias, pero hay otras que no han llegado a ese momento de contar sus tragedias y prefieren guardar silencio. “Eso quiere decir que todas esas personas son heterogéneas, con procesos diferentes y necesidades son distintas. En esa medida, no podemos pensar solamente en el pulso político de la memoria, sino que las víctimas tienen que estar en el centro de este proceso y se les debe respetar”, concluye Bello.
Se espera ahora que las víctimas del conflicto armado colombiano, ya sea a través de las organizaciones que han fundado o de aquellas que las acompañan, se apropien de las herramientas para construir memoria histórica para que impulsen procesos autónomos locales y regionales que le aporten al esclarecimiento de la verdad, a la superación de la impunidad y a evitar la repetición.