Inicio Derechos Humanos Ruptura de tregua podría recrudecer la violencia en Medellín

Ruptura de tregua podría recrudecer la violencia en Medellín

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Pese a la disminución de homicidios en febrero, el acumulado del primer semestre registra un incremento del 43% con respecto al mismo periodo de 2009.
Los 151 homicidios cometidos en el mes de marzo, sumado a los hechos de violencia registrados en las últimas semanas, parecen confirmar lo que se rumora con insistencia en las calles de Medellín: la tregua entre bandas delincuenciales jalonada por un grupo de ciudadanos notables de la ciudad y que fue reconocida públicamente a finales de enero, se rompió.

 

 

 

Mientras se corrobora lo anterior, la pregunta que ahora se hacen en barrios como Castilla, Santo Domingo Savio, Doce de Octubre o Belencito Corazón, y otros más es: ¿qué llevó a las bandas a retomar la confrontación y qué va pasar de ahora en adelante en la ciudad?

 

Como se recordará, las facciones de Maximiliano Bonilla, alias Valenciano, y Eric Vargas, alias Sebastián, anunciaron mediante comunicado público su compromiso de frenar la guerra sin cuartel que vienen sosteniendo en las comunas de la capital antioqueña desde 2009. La decisión fue alentada por la llamada Comisión de Notables, integrada entre otros por Jaime Jaramillo Panesso y Francisco Galán, quienes desde finales del año anterior entablaron diálogos con mandos medios de la Oficina de Envigado presos en diferentes cárceles del país.

 

Casualmente, febrero registró un significativo descenso en los homicidios, un total de 114, en comparación con el mes de enero cuando se cometieron 238 homicidios. Pero más allá de la discusión sobre si la disminución obedeció a las gestiones de los Notables o a la acción de las autoridades civiles y policiales, lo que se observa actualmente son nuevas dinámicas en el accionar de las bandas de delincuencia organizada y la presencia de nuevos actores que quieren disputarse el control de las actividades ilegales de Medellín, lo que tiene en “estado crítico” la iniciativa de tregua.

 

Así lo siente Jorge Gaviria, ex director del programa Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín y quien integró la citada Comisión, tras señalar que “si bien no hay información concreta que permita concluir que el pacto se rompió, lo que sí se percibe es que hubo sectores en la delincuencia que no le quisieron apostar a este proceso”.

 

“Cuando algunas estructuras se sintieron acéfalas comenzaron a actuar por su cuenta y eso genera lo que se está volviendo a ver en la ciudad (…) es que una banda que le trabaje a cualquiera de estos personajes, pues no le sirve que haya tregua y comienzan entonces los reacomodos, nuevas estructuras a copar espacios”, declaró Gaviria.

 

Sus observaciones coinciden con testimonios recopilados por la Unidad Permanente para los Derechos Humanos (Updh) de la Personería de Medellín, que dan cuenta que el conflicto en la ciudad no sólo es entre las facciones de Maximiliano Bonilla, alias Valenciano, y Eric Vargas, alias Sebastián. También se ha detectado la presencia de la estructura de los Paisas, que opera en el Bajo Cauca; los Urabeños, antiguos hombres de don Mario y, de manera más residual, de alias Comba.

 

Los reportes apuntan a que dicha presencia se da con mayor fuerza en las comunas 13 y 8 de la ciudad. “Hay denuncias que está llegando mucha gente de Urabá al sector de Belencito Corazón y están vinculando jóvenes, a quienes les ofrecen 50 mil pesos semanales. A los jóvenes los están rotando por los barrios”, señaló un investigador de la Updh.

 

De igual forma, fuentes consultadas por la Agencia de Prensa IPC señalan que tras los contundentes golpes propinados por la Policía Nacional a las bandas de la Cañada y La Sierra, en la comuna 8, el espacio está siendo copado por hombres de Urabá, cuyo dominio ya se está extendiendo hasta la parte baja de Caicedo.

 

Bajo este panorama, lo que se prevé es un recrudecimiento de la violencia en la ciudad, tal como lo conceptúa Max Yuri Gil, investigador de la Updh. “Con otras estructuras incidiendo en el incremento de los homicidios, es muy poco sostenible una tregua”, aseguró Gil.

 

Dicho vaticinio parece reforzarse al analizar el comportamiento actual de las bandas delincuenciales. Según Gil, ni alias Valenciano ni alias Sebastián tienen el poder de sometimiento y mando sobre estas estructuras barriales como lo tuvieron en el pasado grandes capos del crimen como Pablo Escobar o, más recientemente, Diego Fernando Murillo, alias don Berna.

 

“Las bandas de Medellín no actúan de manera completamente autónoma e independiente pero tampoco hay un nivel tal de subordinación que estos sujetos puedan decir ‘se para la guerra’ y la orden sea obedecida. No es la disciplina férrea que implementó don Berna en su momento”, manifestó el Investigador.

 

A esto se suma que hay sectores donde estructuras ligadas a la misma facción se están enfrentando entre sí. Ejemplo de lo anterior es lo que ocurre en el barrio Doce de Octubre, donde en las últimas dos semanas se han registrado más de ocho homicidios, en su mayoría originados por el enfrentamiento entre integrantes de la banda El Chispero.  

 

El episodio más relevante se presentó el pasado 25 de marzo, en pleno desarrollo de los IX Juegos Suramericanos. Ese día, pasadas las 9:30 de la noche, varios sujetos atentaron contra la vida de un integrante de esta banda a la altura de la Calle 103 con carrera 82. Lo paradójico es que los asesinos eran integrantes de ese mismo grupo delincuencial. Los pistoleros no alcanzaron a cumplir su cometido; por el contrario, la víctima del atentado criminal logró sobrevivir y, de inmediato, contactó a integrantes de otra banda del sector que, curiosamente, eran hasta ese momento sus más enconados enemigos: La Machaca.

 

Lo que vino después fue un fuerte enfrentamiento con fusiles de por medio que se extendió hasta más allá de las 10:30 de la noche y en el que la comunidad denunció la participación de la Policía a favor de uno de los bandos: “Según la denuncia que tenemos es que la Policía llegó escoltando a los Machacos para que pudieran enfrentarse con los del Chispero”, aseguró Carlos Arcila, coordinador de la Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6.

 

Desde entonces, la comunidad de este sector noroccidental de la cuidad vive en permanente zozobra por cuenta de los fuertes controles que están ejerciendo uno y otro bando de lo que fuera anteriormente una sola banda delincuencial.

 

“Tienen un sistema muy particular para vigilar el barrio y es que utilizan a las mujeres, sobretodo las jovencitas. Si alguien desconocido llega al barrio, ellas, de una manera disimulada, comienzan a seguirlo, a escuchar que dice, en algunos casos le preguntan quién es y para donde va y todo eso lo reportan”, manifestó un habitante del barrio que decidió no dar su nombre.

 

Aunque desde la Alcaldía de Medellín y la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá han emitido partes de tranquilidad gracias a los resultados operacionales positivos presentados recientemente, en las comunas aún persiste la desconfianza hacia la Institucionalidad.

 

 

“Lo que percibimos es mucho temor de la gente por lo que pueda pasar y existe un problema muy serio y es la desconfianza que la gente siente hacia la Policía”, sentencia el coordinador de la Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6.