Mediante un derecho de petición colectivo, las víctimas del conflicto armado colombiano le solicitarán a
Así lo hizo saber Antonio Madariaga, vocero de
Allí, voceros de los afectados por la violencia armada recordaron cómo en diciembre de 2007 le fueron entregados al Gobierno nacional un total de 41 casos, debidamente documentados por organizaciones no gubernamentales, relacionados con graves violaciones a los derechos humanos perpetradas en Antioquia por grupos paramilitares, guerrilleros y agentes del Estado, con el fin de que se responsabilizara de conducir las investigaciones hasta sus últimas consecuencias y así, comenzar a derrotar la impunidad.
Pero las indagaciones realizadas ante
Entre los casos entregados en aquella ocasión sobresale el exterminio del Comité de Derechos Humanos de Segovia y Nordeste Antioqueño durante los años 90 y la masacre cometida por las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá (accu) en el corregimiento
“Estamos hablando de crímenes cometidos desde 1992. Y por eso, queremos que
Para Madariaga, el hecho que la justicia no haya avanzado en estos procesos es un claro indicio sobre la inoperancia e ineficacia del sistema judicial colombiano para dar respuesta a las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en el país en las últimas dos décadas, aspecto que genera un manto de duda sobre la verdadera voluntad política para el esclarecimiento de estos hechos.
“Ha faltado voluntad política y eso es evidente. Basta mirar que en cinco años
Víctimas: igual de amenazadas
Y es que si algo quedó claro entre los asistentes a
Los relatos de víctimas provenientes de diversas regiones del país así lo confirman. Según Gabriel Quintero, miembro de
“Nosotros hemos documentado 100 casos que los hemos llevado ante el Ministerio del Interior y de Justicia y no ha habido una respuesta efectiva para brindarle garantías de seguridad a estas personas. Tampoco ha habido esclarecimiento de estos hechos, ningún tipo de investigación, mucho menos capturas”, manifestó Quintero.
Actualmente Norte de Santander atraviesa por una compleja situación de orden público por cuenta del accionar de las guerrillas de las Farc y el ELN así como estructuras de los “Rastrojos”, las “Águilas Negras” y los “Paisas”, muchas de ellas integradas por integrantes del Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), que comandó en su momento Salvatore Mancuso y que operó en esta región del país.
Este clima de violencia ha agravado la situación de las víctimas nortesantandereanas, quienes en su empeño por reclamara verdad, justicia y reparación no sólo deben soportar el asedio de los grupos armados ilegales sino que también tienen que dialogar con una institucionalidad que no les genera confianzas debido a su reciente pasado.
“Ya se ha comprobado que
Políticas claras
Además de las fallas estructurales que presenta la justicia en el país y las amenazas proferidas por diversos actores armados, la falta de marcos normativos claros también representan un gran obstáculo para la superación de la impunidad.
Quienes denuncian con mayor vehemencia este hecho son los campesinos desplazados y despojados de sus tierras por parte de los paramilitares. “No hay una política de tierras clara ni una Ley de Víctimas que obligue a los victimarios a entregar la tierra que despojaron. Así, vemos muy difícil recuperar nuestros bienes, entre otras cosas, porque es evidente que los paramilitares no actuaron solos”, declaró Carlos Páez, integrante de
Para sustentar su afirmación, Páez recordó su propio caso ocurrido en 1997, cuando un testaferro de Fredy Rendón Herrera, alias el “Alemán”, llegó a su finca “
“El hombre nos dijo que le vendiéramos y nosotros, pues, no queríamos. Nos tocó firmar. Mejía sólo nos dio 20 millones de pesos. Y no más. Nos dijo que si no queríamos problemas, dejáramos las cosas así. Es decir; la hectárea salió a menos de 100 mil pesos, cuando bien hubiera podido valer más de un millón de pesos”, relató el campesino.
Desde 2005, Páez y otras 174 familias campesinas vienen adelantado un proceso de reclamación ante la justicia que le han significado varias audiencias fallidas ante el Tribunal de Justicia y Paz de Antioquia. “El Magistrado nos ha manifestado que él no es competente para fallar en temas de tierras y nos dijo que ese tema le competía a otro tribunal en Bogotá. Eso ha sido muy complicado y la gente está muy desilusionada”, expresó el labriego.
A eso se suma que las investigaciones de la justicia en esta materia sólo se han limitado a las confesiones de los ex jefes paramilitares postulados a Justicia y Paz, pero no se han extendido a funcionarios del Incoder (antiguo Incora), notarios, militares, entre otros, que facilitaron la comisión de estos delitos.
“Todo esto parece una estrategia: llegaron los armados, luego legalizaron con la ayuda de funcionarios del Estado y ahora esas tierras están en manos de terratenientes. ¿Por qué no se investiga a esos funcionarios?”, cuestionó Páez.
Movilización: una opción
Frente a todo lo anterior, las víctimas del conflicto armado expresaron que para comenzar a superar los mecanismos estructurales que les ha impedido acceder a la justicia, debe generarse una gran movilización nacional y una alta incidencia en las altas esferas del poder.
“El movimiento de víctimas se ha fortalecido en los últimos años y eso servirá para incidir políticamente”, declaró Carlos Iván Lopera, integrante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) instancia que viene acompañando procesos organizativos de víctimas en el Oriente antioqueño.
De ahí que una de la conclusiones principales al término de
“También es necesario evaluar y redefinir el enfoque de
De igual forma, las víctimas coincidieron en señalar que además de justicia, se requiere avanzar en la búsqueda de la verdad y por ello propusieron la creación de una Comisión que cuente con la participación activa de quienes padecieron en carne propia los efectos del conflicto armado.