Inicio Derechos Humanos Innovemos en seguridad. No hagamos más de lo mismo

Innovemos en seguridad. No hagamos más de lo mismo

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Editorial por José Girón Sierra

Socio del Insituto Popular de Capacitación

Tres hechos marcan el momento por el cual atraviesa la seguridad en Medellín: un importante informe de la Personería sobre la situación de los DDHH en la ciudad durante el año 2012, la renuncia del Secretario de Seguridad, Eduardo Rojas, y la baja de 18 puntos en la popularidad del alcalde, Aníbal Gaviria.

No puede ocultarse que cuando nos ocupamos de la seguridad en Medellín estamos frente a un problema de marca mayor, el cual debería encontrarse en el centro de las preocupaciones de los gobernantes de la ciudad y, por lo tanto, en el núcleo duro de cualquier plan de desarrollo. Así creímos entenderlo cuando se nos propuso el eslogan de “Medellín un hogar para la vida”. Como veníamos de una administración, como pocas, conocedora de la conflictividad urbana y que al final reconoció que una de sus mayores falencias había sido precisamente la seguridad en la ciudad, pensamos entones que nos encontrábamos en el momento para que se diera un vuelco en esta materia.

El informe de la Personería, aunque flojo en propuestas, es revelador sobre una realidad que no puede esconderse, no obstante los esfuerzos por maquillar una imagen para vender a extraños; pero nada creíble para quienes diariamente se ven impedidos en su derecho a movilizarse, por fronteras que cada vez se achican más, y para quienes sufren la extorsión en sus ya múltiples expresiones.

En los últimos 8 años Medellín ha innovado, no se pueden negar los progresos en educación, transporte y los esfuerzos que se han hecho en inclusión social, pero en la seguridad poco se ha avanzado. El modelo centrado en mejorar el aparato coercitivo del Estado consistente en colocar entre rejas a los jefes de las estructuras armadas y por lo tanto judicializarlos. Pero está demostrando que, si no es un fracaso, ese modelo es por lo menos insuficiente.

Las razones son muy simples: el aparato coercitivo y de justicia del Estado en buena parte está intimidado o hace parte de las estructuras mafiosas. El habitante raso ha terminado por convivir con la protección violenta y por desconfiar de la protección legal. El narcotráfico no ha dejado de tener un peso relevante en la economía, mantiene su capacidad corruptora y muta a una velocidad que supera con creces la mal llamada inteligencia estatal. Por lo tanto, es una caricatura imaginar que una realidad como ésta se pretenda enfrentar con tecnología, como llenar la ciudad de cámaras, y que, ante los incrementos en los indicadores de violencia, la respuesta no sea otra que el aumento del pie de fuerza.

Está condenada al fracaso una política de seguridad que no tenga en consideración:

  1. Un Estado local con el monopolio de la fuerza pero también creíble y confiable. Es imprescindible que el ciudadano sienta la cercanía del Estado, lo cual implica que el Estado realmente le dispute el dominio territorial a la ilegalidad no sólo desde la presencia policial. Medellín debería pensar en descentralizar el poder del Alcalde en personajes, a manera de alcaldías menores u otra modalidad, que garanticen por zonas la presencia del aparato judicial, policial y de desarrollo; que de verdad atiendan y resuelvan los problemas que agobian diariamente al ciudadano; y que garanticen una participación ciudadana eficaz y no manipulada por el gobernante de turno. Al lado de lo anterior, deben crearse mecanismos eficaces que coloquen barreras reales a los nexos del aparato coercitivo, judicial y económico con la ilegalidad expresada en las estructuras mafiosas.
  1. Una nueva ciudadanía para la legalidad. Es indispensable que el aparato educativo y una activa estrategia de opinión pública estén alineados con el propósito de crear una generación que crea en el valor de la legalidad. Es urgente que, por tratarse de procesos de largo aliento, se trabaje más temprano que tarde en los valores de la democracia, en ser convincentes de que la legalidad paga y no a la inversa como ha sido la lógica hasta el presente.
  1. Es indispensable que la política de seguridad sea un problema metropolitano y departamental y no sólo de Medellín. Cualquier decisión que sea pensada sólo desde Medellín será inocua. Las estructuras mafiosas se configuran con una idea de expansión que va más allá de escalas territoriales como el municipio. Un paso importante al respecto, sería que la seguridad se mirara desde una perspectiva metropolitana y en eso la Alcaldía debería jugar un papel destacado en buscar acuerdos a partir de lo que permite la ley de ordenamiento territorial.
  1. Una política de empleo digno. Si bien la pobreza no conlleva per se a la violencia, es indispensable que ante los altos índices de desempleo en Medellín se trabaje para romper la lógica de la informalidad que en la actualidad hace parte de la base social de las estructuras mafiosas. Con un empleo digno se le gana terreno a la legalidad y se le quita piso a uno de los factores generadores de inseguridad.
  1. Finalmente, es necesario que Medellín juegue un papel de liderazgo ante el país y el mundo en el debate sobre las drogas ilícitas y las rentas mafiosas. Nos sobra autoridad moral para proponer salidas a una realidad que está carcomiendo a la sociedad, que ha frustrado a muchas generaciones y que no deja sino corrupción, descomposición social y muerte. La coyuntura nacional es más que propicia al respecto.


José Girón Sierra

Socio del Instituto Popular de Capacitación

Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Marzo 1 de 2013

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Yhoban Camilo Hernandez Cifuentes
Periodista egresado de la Universidad de Antioquia. Candidato a Magister en Ciencia de la Información con Énfasis en Memoria y Sociedad, Escuela Interamericana de Bibliotecología de la UdeA. Coordinador de la Agencia de Prensa IPC entre 2012 y 2018. Actualmente periodista en Hacemos Memoria. Trabajando por esa Colombia excluida y vulnerada, por aquellos que no son escuchados y por la anhelada paz. Aficionado a la literatura, al rock, a las huertas y a las buenas películas.