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Dos oportunidades tras el paro cafetero

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Foto Reuters

 

Dos elementos caracterizaron fuertemente el paro de los cafeteros colombianos. El primero, la nutrida participación de unos 140 mil caficultores, dando cuenta de la profunda crisis del sector otrora motor de la economía del país. El segundo, la convergencia de diferentes actores sociales y políticos, que infortunadamente generó algunas críticas por presuntas intervenciones pancistas como la del uribismo. La coyuntura puede ser una posibilidad para denunciar el oportunismo político y para replantear el modelo agrícola del país.

 

De esa forma lo expresó el sociólogo Ómar Urán Arenas, socio del Instituto Popular de Capacitación (IPC), quien apuntó que “desde hace mucho no se veía una acción social de esa magnitud en Colombia”, con un alto nivel de coordinación y unidad en la movilización.

La protesta, convocada por el Movimiento Nacional por la Dignidad Cafetera, duró 12 días y se desarrolló en varios departamentos como Risaralda, Caldas, Antioquia, Cauca, Huila, Caquetá y Nariño. En la mayoría de zonas la movilización se destacó por su carácter pacífico y por la participación de pequeños, medianos y grandes productores de café; en una manifestación que congregó distintas clases sociales.

Desafortunadamente, en el caso del suroeste antioqueño, existieron algunas intervenciones políticas que sorprendieron, entre otros, al diputado de la Asamblea de Antioquia, Édison Muñoz Ciro, durante la sesión descentralizada de la Duma en el corregimiento Bolombolo del municipio de Venecia; allí se congregaron unos ocho mil caficultores del suroeste y el occidente del departamento.

En el debate, Muñoz Ciro vio como “varios diputados asumieron que el paro cafetero era una iniciativa del uribismo y se dedicaron a hacerle campaña a ese sector y a polarizar la situación contra Santos, como si este problema fuera responsabilidad exclusiva del actual gobierno.”

El diputado afirmó que esa misma actitud la asumieron algunos dirigentes de la protesta lo que, según él, es algo “muy desafortunado porque finalmente los afectados van a ser los mismos cafeteros, puesto que estos movimientos son sociales y no deben ser asimilados por ningún partido.”

Para Édison Muñoz, este tipo de actitudes deben ser neutralizadas porque de alguna manera cambiaron el foco de la discusión, que era la crisis cafetera, para terminar desacreditando al gobernador Sergio Fajardo y atacando fuertemente al gobierno de Santos, pero todo ello enalteciendo al partido de la U y al gobierno del ex presidente Álvaro Uribe.”

Efectivamente, en el contexto nacional, se propagó a través de los medios de comunicación la postura del ex presidente Uribe Vélez, respaldando el paro cafetero y dándoles “toda la razón en su protesta” a los caficultores; lo que para Ómar Urán indica que podría existir un interés de incidir en el paro para “producir inestabilidad política y desfavorecer al gobierno de Santos”. Esto lo lleva a preguntarse ¿por qué el Gobierno negoció tanto?

La conclusión del sociólogo es que “la negociación del Gobierno mostró que había un elemento de poder político muy grande, que no era solamente de bloqueo de calles y de presión social, sino de otros elementos de clases y de propietarios cafeteros (…) había una presión de lo que podíamos llamar una burguesía cafetera y el mismo Uribe representa gran parte de esa ascendencia.”

Entonces, dice Ómar, esto “se resolvió más por un cálculo político que el mismo presidente pudiera tener, en términos de las consecuencias que este paro pudiera traer para su reelección o para la política.” Aquí, agregó el sociólogo, el análisis se desvía de la reivindicación cafetera hacia un elemento de relación “entre las fuerzas que respaldan al gobierno y las que respaldan a Uribe, y que tenían en lo cafetero una disculpa.”

No obstante, el líder caficultor, Guillermo Gaviria Osorno, expresó que el Movimiento Nacional por la Dignidad Cafetera es un movimiento gremial que, como tal, necesitó el apoyo de todos los sectores políticos del país y señaló que la participación de los mismos no implicó compromiso alguno.

“Nosotros simplemente estábamos buscando el apoyo de estas personas en el sentido de que nos acompañaran porque necesitamos acompañamiento ante el gobierno nacional. Nos acompañaron como garantes e incluso en la negociación estuvieron todos los gobernadores del eje cafetero (…) Aquí no hubo promoción política de ninguna clase, nosotros somos totalmente independientes como gremio”, aclaró el líder caficultor.

Desde ese punto de vista, Guillermo Gaviria explicó que fue la confluencia de diferentes actores lo que les permitió a los caficultores lograr acuerdos importantes, “porque fue una unidad donde convergieron todas las clases sociales del sector caficultor y donde hubo una unidad de todos los cafeteros con la misma problemática, una unión de todos los cafeteros de Colombia desde el sur hasta el norte.”

La situación que más identificó a los caficultores, fueron las pérdidas de los últimos meses debido a diferentes factores como la revaluación del dólar, la baja producción y el elevado costo de los insumos. El declive es tal, que la producción de una carga de café cuesta $700.000 y su precio en el mercado es de $480.000, según ejemplo de los mismos cafeteros.

Por eso, el acuerdo para finalizar el paro se fundamentó en un incremento del subsidio de producción, el cual pasó de $60.000 a $145.000 por carga de café y se denominó Protección al Ingreso del Caficultor. Pero en la mesa siguen puestos temas de discusión como la reprogramación de créditos, el costo de los insumos y la reestructuración de la Federación Nacional de Cafeteros que, para algunos, no representa al gremio.

Consciente de que los incentivos económicos son momentáneos, Guillermo Gaviria piensa que se requiere una reestructuración para evitar la repetición de los mismos problemas y “para que haya participación del gobierno en asistir las políticas de comercialización, de producción, de fertilización y de tantos temas que se vienen trabajando en el sector caficultor y agropecuario y que se tienen que cambiar…”

En ese sentido Édison Muñoz cree que el paro cafetero es una oportunidad “para analizar la problemática en su conjunto y plantear una solución integral de largo plazo, puesto que la crisis es consecuencia de un modelo económico neoliberal que ha descuidado el campo, está centrado en las ciudades, provoca desplazamiento desde lo rural y privilegia la especulación inmobiliaria y la concentración del capital.”

Aquí el diputado insiste en la necesidad de eliminar el oportunismo político y promover una función pedagógica que permita “construir la mayor comprensión posible de la realidad,  independientemente de los partidos. Que entiendan claramente por qué la crisis cafetera y cuál es el problema del agro. Ahí no queda títere con cabeza, es el modelo del Estado colombiano el responsable y cada gobernante de turno ha puesto su granito de arena…”

Para Ómar Urán, la pregunta por la política agraria del país permite develar “las inconsistencias ideológicas y el oportunismo político del ex presidente Uribe, porque en general Santos está continuando la misma política económica y de comercio exterior y la misma política agropecuaria de Uribe; o sea que ahí no ha habido grandes cambios.”

Resulta paradójico entonces que el uribismo llegue a criticar un modelo que anteriormente apoyó, lo cual demuestra, según el sociólogo, el interés del ex presidente Uribe de mantenerse en la política, “así le toque ponerse en contra de las estrategias por él impulsadas y aliarse con enemigos de vieja data.”

El afán, concluye Ómar, “es revisar esas políticas agropecuarias, más que empezar una pelea política a granel en la que cada quien inicie un juego con el Estado para ver que tanto le concede.”

Yhoban Camilo Hernandez Cifuentes
Periodista egresado de la Universidad de Antioquia. Candidato a Magister en Ciencia de la Información con Énfasis en Memoria y Sociedad, Escuela Interamericana de Bibliotecología de la UdeA. Coordinador de la Agencia de Prensa IPC entre 2012 y 2018. Actualmente periodista en Hacemos Memoria. Trabajando por esa Colombia excluida y vulnerada, por aquellos que no son escuchados y por la anhelada paz. Aficionado a la literatura, al rock, a las huertas y a las buenas películas.