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Aquel campo donde la minería enturbia el agua

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 Tercer capítulo

El codiciado oro y el bajo Cauca

*Nombres cambiados u omitidos por seguridad de las fuentes

Cuando miro el estrecho caño pienso que la lancha es demasiado grande para pasar. Estamos en una especie de laguna y nos disponemos a entrar por un afluente estrecho y de aguas turbias; lleno de maleza, arena sedimentada y troncos de árboles. Uno de los viajeros asegura que la quebrada era cristalina, abundante en peces y completamente navegable. Sin embargo hoy, el lanchero debe maniobrar para no encallar o voltear el bote. La minería sin control, aseguran, es la muerte lenta de La Trinidad.

La quebrada La Trinidad desemboca en el río Nechí, en la población del mismo nombre en el Bajo Cauca Antioqueño. A lo largo de su cauce hay más de 10 veredas dedicadas principalmente a la agricultura, la ganadería y la pesca. La minería, tan desarrollada en otras zonas del municipio, poco se había visto en este sector; pero en años recientes esta actividad ha cobrado fuerza pasando del barequeo artesanal a la extracción con retroexcavadoras.

Sedimentos arrojados por una mina a la quebrada La Trinidad. Como esta se estima que hay otras 10 minas en la zona

De pronto, mientras el viajero insiste en que años atrás conoció un afluente limpio y rebosante de animales silvestres, un silencio repentino invade el ambiente y deja sin palabras a todos. El motor de la lancha se ha detenido y, a parte de las aves, lo único que se escucha es el golpecito del agua chocando suavemente contra la embarcación. La canoa ha encallado en un arenal.

Valiéndose de una vara larga un niño de escasos 11 años, hijo del lanchero, empuja el bote desde la proa apoyando el palo en el lecho de la quebrada. Así aleja la canoa de la orilla mientras el barquero enciende suavemente el motor, deslizando el bote del arenal y avanzando hacia aguas más profundas para continuar el recorrido.

La quebrada ha perdido profundidad a causa de los sedimentos, explica el viajero, quien se presenta como un ambientalista, nacido y criado en Nechí. El hombre relata que como éste hay otros tres afluentes que tienen problemas debido a la minería.

“San Pablo, Corrales y San Pedro, a casi todas las está afectando la minería. Además tenemos varios humedales afectados. Tenemos en Corrales un humedal muy hermoso que se está secando. En Sapo nos preocupa mucho porque hay una ciénaga espectacular, -en esa zona- hay mineros informales trabajando. Y también El Ocho lo están sedimentando.”

El panorama es desolador si se tiene en cuenta que Nechí presenta falencias de vías terrestres y sus principales rutas son de tipo fluvial. De hecho, desde la ola invernal de 2010 el municipio permanece incomunicado por tierra, porque el desbordamiento del río Cauca destruyó un tramo del dique Colorado, inundando la carretera que comunica a esa población con Caucasia.

En este contexto el río cobra mayor importancia como medio de transporte y comercio. Actualmente para llegar a Nechí es necesario viajar en lancha desde el corregimiento Colorado hasta la cabecera municipal: un pequeño poblado de calles estrechas y polvorientas, plagado de locales comerciales en su parte más central.

En la zona rural la comunicación fluvial también es vital para muchas veredas, como ocurre en la región de La Trinidad donde hay pocas vías terrestres y la quebrada se convierte en el eje de quienes habitan su ribera; ofreciéndoles alimento, transporte y agua para sus necesidades domésticas.

Ver a una mujer que acaba de lavar su ropa, bañándose en un recodo de la quebrada junto a sus tres hijos, permite comprender esa estrecha relación entre pobladores y afluente. De ahí que el problema de la minería sin control resulte perjudicial para todos y que asuntos como la erosión y la inundación de terrenos adquieran un carácter comunitario.

Recientemente la junta de acción comunal del sector debió resolver un conflicto entre mineros informales y propietarios de dos fincas. El problema se originó porque, a causa de la sedimentación, la quebrada empezó a desbordarse continuamente inundando los potreros de la zona. Jahír[i], un miembro de la junta, relató la forma en que logró solucionarse este inconveniente.

“La quebrada es una quebrada muy pequeña. Entonces, a raíz del ahogue que le están tirando al cauce indiscriminadamente, porque no hacen control de nada, se ha ido sedimentando. (…) El señor dueño de la tierra acudió a nosotros como junta para que habláramos con el dueño de las máquinas. Nosotros fuimos, miramos, vimos el daño y vimos que había que hacer un drenaje y un muro de contención para que la ola no se le metiera a la finca. Pero resulta que nos dijeron que había que hablar con los dueños del terreno donde está la mina -porque a ellos les están pagando su porcentaje- para que hablaran con los mineros. Ellos hablaron con los mineros y les dijeron que si no hacían control no les seguían arrendando el terreno, porque no se podía perjudicar a los vecinos. Gracias a dios hicieron las vueltas, canalizaron y ya están trabajando nuevamente.”

A Jahir lo recogió la lancha cerca de una escuela, tras casi una hora de viaje. A esa altura del trayecto, empiezan a desaparecer los potreros y las praderas cenagosas que se veían al comienzo del recorrido. Allí el paisaje se torna boscoso, el agua es más clara y la temperatura es más fresca porque los árboles mantienen frío el lecho de la quebrada, además de impregnar el aire con su aroma vegetal.

La escuela donde nos esperaba Jahir está construida en un alto, a un costado de La Trinidad. Del lugar me llamó la atención el improvisado viaducto que deben cruzar los niños para llegar a clases. Se trata de un tronco atravesado encima de la quebrada con un lazo de extremo a extremo que hace las veces de pasamanos. Al final de ese “puente”, parado junto a un enorme árbol, estaba Jahir.

 

Este hombre es uno de los campesinos de la región que se rehúsan a dejar la agricultura por la minería. La suya es una tierrita pequeña, dice él, porque “solo tiene un pedacito de potrero para criar vaquitas y tumbarle una hectárea de monte, cada año, para sembrar yuquita y arroz.” La de Jahir es una finca de pan coger que alimenta a su esposa y a sus seis hijos.

A parte de lo que cultiva, ocasionalmente Jahir recurre a la pesca en La Trinidad. Anteriormente, asegura él, la subienda era buena y los peces eran grandes pero, “hoy en día, sale con anzuelo o con atarraya y le queda duro rebuscarse la comidita. Ahora mismo lo único que se coge son bagrecitos o blanquillos, pero pequeños, porque bocachico ya no se consigue.”

La escasez de pescado, dice Jahir, estaría ligada a uno de los grandes problemas de la minería: la contaminación del agua. En La Trinidad esa situación hizo que el líquido dejara de ser potable para los habitantes de la región quienes se abastecían de la quebrada. Debido a esto, la comunidad realizó una protesta para exigir la construcción de un acueducto.

“El agua potable primero era de la quebrada, era un agua muy buena, cristalina, y a raíz de la minería tuvimos un problema con eso porque aquí no hay otros caños o nacimientos cerquita. Entonces los niños en la escuela no tenían agua y como no teníamos respuesta del municipio se hizo un paro estudiantil, como una forma de presionar a la administración”, relató Jahir.

El ambientalista de Nechí, quien apoyó a la comunidad en este proceso, manifestó que gracias a la movilización ahora hay “un acueducto por gravedad de agua traída desde la montaña” y denunció que “la gente no podía beber el líquido de la quebrada porque estaba contaminada con cianuro.”

La contaminación con azogue es un problema derivado de las malas prácticas mineras. De hecho en la mayoría de regiones donde se practica la minería de oro, las autoridades han detectado el uso de este elemento. Aunque la situación no es exclusiva de La Trinidad, el Bajo Cauca Antioqueño sí es la zona de Colombia que reporta los mayores niveles de contaminación por mercurio en ríos y quebradas.[ii]

Lo más grave es que, una vez vertido en el agua, el mineral va a parar al río Cauca, esparciendo la contaminación a otros departamentos como Sucre y Bolívar, por lo que el problema adquiere mayores dimensiones. Eso mismo le ocurre a La Trinidad, pues según Jahir “el problema del agua viene casi desde la cabecera de la quebrada, porque desde allá están trabajando –la minería-.”

Contaminación un problema local, regional y nacional

Al navegar sobre la estela de agua café en que se ha convertido La Trinidad, se aprecian intempestivos cambios en el color de la quebrada. En algunos sitios las orillas se tiñen casi de rojo con los desechos fangosos que bajan por los drenajes de las minas. Las descargas son tan continuas que mantienen sucio todo el afluente.

Jahir narró que el problema en La Trinidad tuvo sus inicios “en 1985 cuando empezaron a abrir las primeras minas en el sector. Luego hubo un tiempo en que las minas se pararon y se fueron. Pasaron 15 ó 20 años en que el agua se normalizó hasta ahora, por ahí el año 2008, cuando se volvió a incrementar la minería”.

Algunas zonas afectadas por esta problemática son Puerto Iguana, Islas Verdes, San Mateo, San Francisco y El Cedro, señaló el ambientalista de Nechí, al afirmar que esta situación persiste por la falta de control de autoridades ambientales y por el carácter errante de la minería informal.

“Los mineros hacen grupos y van caminando todo el país. Ellos vienen por aquí buscando estas nuevas reservas, vienen caminando con su minería, salen y entran y eso es una cosa que nadie puede controlar (…) –Los mineros- siempre llegan a un acuerdo con el finquero o con el dueño de la tierra, trabajan y se vuelven a ir. Ahí es cuando el inspector de minas debería estar haciendo control”, sostiene el ambientalista.

En un informe sobre la minería de hecho en Colombia[iii], la Defensoría del Pueblo argumenta que “en el caso colombiano, las autoridades no controlan estas actividades, que están fuera del marco regulador, o carecen de la capacidad para fiscalizarlas o controlarlas, ya que normalmente ocurren en lugares remotos e inaccesibles.”

El documento indica que “entre los impactos ambientales más relevantes provocados por la pequeña minería encontramos la contaminación con mercurio, la contaminación con cianuro, la eliminación directa de relaves y efluentes en los ríos, el daño en los ríos en áreas aluviales, los ríos convertidos en cienos, el daño por erosión y deforestación, y la destrucción del paisaje”.

En La Trinidad el control ambiental es casi nulo, afirmó el ecologista al explicar que los mineros no están mitigando la descarga de residuos a la quebrada. “Están usando clasificadora. Eso hace que ellos busquen la mina y laven la tierra con chorros de agua. Clasifican, pero todo el sedimento va a la quebrada. No están haciendo proceso de sedimentación.”

El deficiente control de las autoridades, la carencia de planes de manejo ambiental y tratamiento de aguas residuales y el elevado uso de azogue para la obtención de oro, han hecho que las regiones del Nordeste y el Bajo Cauca antioqueños sean consideras a nivel mundial como unas de las más contaminadas por mercurio.

En un estudio realizado por Naciones Unidas en 2010[iv], “se estableció que los niveles de mercurio en algunas áreas urbanas de Remedios, Segovia y Zaragoza pueden llegar a ser 1.000 veces más altos que los aceptados por la Organización Mundial de la Salud.”[v]

Según el informe, la contaminación por este mineral causa enfermedades renales entre la población y problemas de atención, memoria y lenguaje entre los niños. El documento indica que sólo en Segovia se realizan 15 trasplantes de riñón cada año.

Esta problemática motivó en Antioquia la puesta en marcha del Proyecto Global del Mercurio, mediante un convenio entre las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y la Gobernación Departamental. A marzo de 2011 la estrategia registraba una reducción del 25% en la presencia de este mineral en la zona.[vi]

De acuerdo con el reporte, la disminución fue de 11 toneladas de mercurio con respecto a la cifra inicial, la cual oscilaba entre 60 y 100 toneladas de mercurio usadas cada año en las dos subregiones.

Pese a los esfuerzos, la contaminación por azogue continúa esparciéndose a otros departamentos disuelta en las aguas del río Cauca que, según estudios de la Universidad de Cartagena, es la corriente hídrica más contaminada de Colombia, ya que “recibe miles de litros de mercurio a su paso por La Mojana, una región de 520 mil hectáreas donde confluyen los departamentos de Sucre, Córdoba, Bolívar y Antioquia.”[vii]

Sobre este estudio, El Meridiano de Sucre indicó que “la actividad minera en el Bajo Cauca y La Mojana no solo afecta a los pobladores por el uso del mercurio, sino que la remoción del fondo del río, por las 2 mil dragas que diariamente con sus tolvas recaban su suelo buscando oro, ha provocado la sedimentación de los ríos Nechí y Cauca.”[viii]

Aunque pareciera que esta problemática es exclusiva de la minería sin control, es debido  señalar que las empresas mineras legales también impactan el ambiente con el uso de dragas. En el caso de Nechí, Mineros S.A.[ix] estaría afectando el cauce del río, como afirmó el ambientalista de esa población.

El ecologista denunció que “Mineros está dragando el río y está dejando secuelas,  porque al dragarlo lo está secando también. Si usted se va de aquí para El Bagre, se da cuenta que el río Nechí pierde su cauce. De Vijagual para arriba eso son caños, islas que tu encuentras pero de pura piedra.”

En Nechí, la zona minera comprende los corregimientos Vijagual, Cargueros y la Concha, donde el ambientalista sostiene que el deterioro ecológico es grande. En ese sector hace presencia la compañía Mineros S.A. Sin embargo, dice el ecologista, la empresa argumenta que los daños al ecosistema son ocasionados por mineros ilegales que entran sin permiso a su territorio.

Esa posición coincide con las declaraciones entregadas a la revista Dinero por el ingeniero ambiental de Mineros S.A., Carlos Cardona, quien explicó que «Mineros no puede hacer nada para controlar la ilegalidad. La empresa ha instaurado amparos administrativos para que la Administración Municipal actúe, pero más se demoran las autoridades en sacarlos río abajo, que ellos en regresar…»[x]

En La Trinidad no hace presencia Mineros S.A., pero sí empiezan a surgir explotaciones de oro sin control que preocupan a algunos habitantes. Ver los drenajes de las minas diluyendo sus desechos rojizos en las aguas de la quebrada, hace pensar que algún día este afluente podría igualar el deterioro que, se dice, han sufrido los ríos Cauca y Nechí.

Esto, sin contar con la erosión de los suelos, la deforestación de los bosques y la contaminación del aire con partículas de cianuro y mercurio. Cuando eso ocurra no habrá marcha atrás, el daño ecológico en La Trinidad podría mitigarse pero nunca remediarse. Entonces aquellas reservas naturales como el lago El Sapo y las quebradas Trinidad y San Pedro[xi], que con orgullo el municipio exhibe como sitios turísticos, serán apenas un recuerdo.

Para el ecologista, parte de la solución estaría en apoyar la agricultura, dando “incentivos agropecuarios para que las personas que tiene sus tierras no las desperdicien en la minería.»

Pero, la realidad es otra y cuando «el campesino tiene una tierra, no tiene que comer, el minero viene y le dice venga yo le lavo esa tierra y se la dejo como estaba, pero déjeme trabajar y partamos lo que hay ahí”, explicó el ambientalista.

Es así como las ganancias de la minería empiezan a competir con los pocos ingresos que deja la agricultura. Entonces los campesinos abandonan sus machetes y azadones para empuñar bateas y palas, renunciando al jornal para probar suerte.

Cuando la minería compite con la agricultura

Al hacer una parada, en uno de los recodos de la quebrada La Trinidad, desciendo de la lancha y me refugio del sol bajo el techo de paja de una casa de madera. Desde ahí veo pasar a dos hombres luciendo llamativos sombreros de ala grande. El primero lleva un costal al hombro, el segundo carga una pala y una batea. Son barequeros, hurgan oro en las orillas del afluente o en la tierra que desechan las minas; una alternativa, tal vez, más rentable que la agricultura.

En la actualidad, la escena de los barequeros se ha vuelto común en las riveras de La Trinidad. Según Jahir, esto se debe a que la minería ha generado oportunidades laborales en una región donde no hay mucho para hacer. “Las minas abren frentes de trabajo y emplean personal de la zona. Muchos tienen sus motos y hacen de moto taxis, otros llevan directamente el combustible y muchos van por ahí barequeando. Una mina en un solo frente, que vienen siendo dos máquinas, está empleando unas 10 ó 12 personas.”

Jahir afirmó que la región de La Trinidad ha sido históricamente agrícola pero dedicada en esencia a los cultivos de pan coger. Como en otras veredas del Bajo Cauca, aquí se produce arroz, maíz, yuca y plátano. Además hay ganadería y explotación de madera. Pero para los campesinos es poco rentable el comercio de sus cosechas porque no hay suficientes vías de comunicación.

 

“No hay vías para sacar el producto y un pasaje de aquí a Nechí en Johnson –lancha- le vale a uno 10 mil pesos, si lleva un bulto le cobran otros 5 mil, y, cuando uno vende, prácticamente eso le pagan.  No funciona cultivar para sacar allá- al pueblo-”, relató Jahir.

De momento se nota una leve mejoría con la construcción de un puente que cruza la quebrada y comunica a las veredas con la carretera principal. Además la zona ya cuenta con energía eléctrica, un servicio público que sin duda ha mejorado las condiciones de vida de la población. Aún así, todavía falta inversión y apoyo técnico para que los labriegos encuentren en la agricultura una actividad rentable.

“Nosotros estamos luchando por proyectos productivos aquí, necesitamos bastante, estamos luchando con montar un criadero de marranos, galpones, algo que produzca y que la gente tenga que hacer, porque acabadas las minas, así de la tierra, quedamos golpeados”, expresó el campesino.

Jahir ya tuvo la experiencia de alejarse de su terruño para aventurar en busca de minas, como él mismo dice. Así llegó hasta la población de Segovia, en el nordeste antioqueño, desde donde regresó un día cansado de viajar de mina en mina. Volvió a Nechí buscando la estabilidad del lugar donde nació; ansioso por vivir de nuevo junto a sus familiares, sus vecinos y sus amigos de siempre.

Ahora trabaja la parcela para alimentar a su familia y jornalea en fincas para solventar los gastos del hogar. En este momento, luego de su experiencia en la minería, Jahir es consciente de que el oro es un recurso no renovable que, una vez agotado, obliga a los mineros a mover toda su maquinaria hacia otras regiones.

Pero el labriego también comprende que para las personas “no es fácil dejar la minería e irse a cultivar la tierra, porque ahí –en la mina-, como decimos nosotros, se está viendo billete todos los días, aquí –en la agricultura- tiene que esperar uno lapsos de tiempo, 3 ó 6 meses, para ver el dinero y a veces no compensa.”

De acuerdo con el labriego, en las parcelas de la región pagan el jornal diario a 15 mil pesos, pero cuando el campesino obtiene un contrato mensual ya no le pagan a 15 mil sino a 14 mil pesos el día, recibiendo un sueldo de 600 mil pesos al mes. Y como diario no resulta jornal, para la mayoría es mejor asegurar un trabajo mensual. 

 

La minería, en cambio, resulta más atractiva para los agricultores, porque en esa actividad los obreros rasos reciben salarios hasta de 800 mil pesos al mes, libres de alimentación. De esa forma lo explicó Edwin, un minero informal del Bajo Cauca. Oro en el Bajo Cauca, una suma de intereses y una lucha por lo legal (subtítulo: El escabroso camino hacia la legalización)

Según Edwin, los dueños de la tierra también resultarían más beneficiados con la minería que con la agricultura porque “la gente tiene estas tierras y realmente no tiene sino rastrojo. Entonces llegamos nosotros con estas pequeñas minas y pagamos el 10% sobre lo neto sacado (…) si vende 100 millones de pesos le paga 10 millones de utilidad al dueño de la tierra”.

La seductora oferta hace que en muchas regiones los labriegos y los propietarios de fincas abandonen la agricultura para dedicarse a la minería. Esta migración, sostiene un dirigente campesino del Bajo Cauca, conllevaría un cambio en las dinámicas familiares y comunitarias.

Cuando llega la minería a una región, explicó el dirigente campesino, “las señoras abandonan las gallinas y el hogar, los hombres abandonan las huertas y los hijos ya no quieren sembrar sino ir tras las máquinas. –Además- la plusvalía o ganancia de las máquinas da para trago, parrandas y meretrices, y eso desintegra el núcleo familiar.”

Si la minería es artesanal, indicó este hombre, las comunidades conservan su nivel de organización comunitaria pero, si la minería a mediana escala, se “desintegran las organizaciones campesinas. La gente se va detrás de la máquina, no vuelve a cultivar la tierra, va formando pueblitos, acapara capital y busca la ciudad.”

No obstante, estaría mal estigmatizar a la pequeña minería, más si se tiene en cuenta que “este sector representa una oportunidad de sobrevivencia para aproximadamente 150 millones de personas en el planeta tierra”, indicó Cristina Echavarría Usher, integrante de la Alianza por la Minería Responsable y asesora internacional en temas de comunidades y pequeña minería.

Estos 150 millones de personas que se dedican a la minería a nivel mundial, pertenecen a “comunidades ancestrales, que han desarrollado la pequeña minería como actividad tradicional, o a poblaciones desplazadas por el cambio climático, la guerra o la falta de tierras, las cuales no tienen más alternativas que dedicarse a la minería para poder vivir”, explicó la consultora internacional durante el foro El Nuevo Dorado: expropiación y pobreza, realizado por el IPC.

Bajo esta mirada, Cristina Echavarría considera que “la pequeña minería es la gran minería en términos sociales”, pues según ella, el 20% del oro que produce la pequeña minería, en todo el mundo, se hace con el 80% de la mano de obra del sector aurífero mundial.

Ese sector informal, según la consultora, comprende a la población más vulnerable y, en algunos casos, transitoria. “Entonces hay muchos trabajadores migratorios que están un día aquí y otro día allá y que se dedican a varias cosas, unos días son cosecheros y otros días son mineros.” 

En esa dualidad, minería – agricultura, parecen debatirse los campesinos que pueblan las riveras de La Trinidad. Algunos como Jahir conservan la esperanza de apoyos y proyectos productivos para jalonar el desarrollo agrícola de la región; otros, en cambio, empiezan a incorporarse a la minería, trabajando como obreros, arrendando sus terrenos o transportando personal e insumos.

Mientras abordo la lancha de regreso a Nechí, recuerdo las penurias de los campesinos con el agua, la pesca, la navegación y el comercio de sus productos. Entonces considero que debería propiciarse un equilibrio entre minería y agricultura para que, una vez agotados los recursos minerales, haya alternativas que garanticen condiciones de permanencia y vida digna en el campo colombiano.

Desde la lancha, miro nuevamente esa estela de agua sucia en que se ha convertido La Trinidad y pienso que en ésta, como en otras zonas mineras del país, el Gobierno, las empresas y la misma sociedad tienen el reto de desarrollar una estrategia de minería responsable, que sea económica, social, ambiental y culturalmente sostenible, y que incluya a todos los niveles del sector. 

El codiciado oro y el Bajo Cauca

La intervención de los armados (primer capítulo)

Oro en el Bajo Cauca, una suma de intereses y una lucha por lo legal (segundo capítulo)

 


[i] Nombre cambiado a petición de la fuente

[ii] “Omar Franco, director de Recurso Hídrico del Ministerio de Ambiente, confirmó en RCN La Radio que los ríos y quebradas del Bajo Cauca de Antioquia son los que mayores niveles de contaminación por mercurio registran, como consecuencia de las explotaciones mineras, muchas de ellas ilegales. El descontrol de la minería en esa región, aumenta los problemas ambientales y sociales.” RCN La Radio, 2012, “Ríos del Bajo Cauca Antioqueño, los más contaminados por mercurio”, sección Nacional, sitio Web RCN Radio, actualizado a noviembre de 2012, disponible en: http://www.rcnradio.com/noticias/rios-del-bajo-cauca-antioqueno-los-mas-contaminados-de-colombia-por-mercurio-30553

[iii] Defensoría Delegada para los Derechos Colectivos y del Ambiente, 2010, diciembre, “La minería de hecho en Colombia”, p.43, sitio Web Defensoría del Pueblo, disponible en Internet:http://www.defensoria.org.co/red/anexos/publicaciones/mineriaColombia.pdf acceso 10 de noviembre de 2012

[iv] Marcello, VEIGA. PhD., Antioquia, Colombia: “El lugar más contaminado con mercurio en el mundo: impresiones de dos visitas de campo” ONUDI. enero de 2010.

[v] Defensoría Delegada para los Derechos Colectivos y del Ambiente, 2010, diciembre, “La minería de hecho en Colombia”, p.60, sitio Web Defensoría del Pueblo, disponible en Internet:http://www.defensoria.org.co/red/anexos/publicaciones/mineriaColombia.pdf acceso 10 de noviembre de 2012

vi] Gobernación de Antioquia, 2011, 07 de marzo, “Antioquia reporta reducción de contaminación por mercurio en la producción minera”, sitio Web Gobernación de Antioquia, disponible en Internet:http://www.antioquia.gov.co/index.php/noticias-2011-marzo/5130-antioquia-reporta-reduccion-de-contaminacion-por-mercurio-en-la-explotacion-minera acceso 05 marzo 2011

[vii] s.a. 2013, 28 de enero, “El Cauca convertido en un río de mercurio”, sección Sincelejo, El Meridiano de Sucre,disponible en Internet: http://www.elmeridianodesucre.com.co/Sincelejo/el-cauca-convertido-en-un-rio-de-mercurio

[viii] Ibídem.

ix] Mineros S.A. es la minera colombiana más grande del país, con 144.792 hectáreas de tierra concesionadas a través de 112 títulos de explotación. La compañía, que en el 2012 obtuvo una producción de 94.106 onzas de oro, concentra sus operaciones en dos frentes de minería aluvial y subterránea en los municipios El Bagre, Zaragoza y Nechí, Bajo Cauca Antioqueño. Sitio oficial Mineros S.A. http://www.mineros.com.co/es/informacion-corporativa/quienes-somos

[x] s.a. 2009, 12 de noviembre, “Las dos caras del oro”, sección Negocios, Revista Dinero, disponible en Internet:http://www.dinero.com/edicion-impresa/negocios/articulo/las-dos-caras-del-oro/88162

[xi] Sitio oficial de Nechí, Antioquia. Ruta de enlace: Inicio > Nuestro municipio > Turismo > Sitios para visitarDisponible en: http://nechi-antioquia.gov.co/sitio.shtml?apc=mTxx-1-&m=s

 

Yhoban Camilo Hernandez Cifuentes
Periodista egresado de la Universidad de Antioquia. Candidato a Magister en Ciencia de la Información con Énfasis en Memoria y Sociedad, Escuela Interamericana de Bibliotecología de la UdeA. Coordinador de la Agencia de Prensa IPC entre 2012 y 2018. Actualmente periodista en Hacemos Memoria. Trabajando por esa Colombia excluida y vulnerada, por aquellos que no son escuchados y por la anhelada paz. Aficionado a la literatura, al rock, a las huertas y a las buenas películas.