Inicio Democracia ¿Hacia dónde va el “Centro Democrático”, que ya no es tan puro?

¿Hacia dónde va el “Centro Democrático”, que ya no es tan puro?

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Editorial por José Girón Sierra

Analista del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Que ni sus suspiros pasan desapercibidos suena a exageración, pero el espectáculo al que a diario se ven sometidos los ciudadanos de verse abrumados por cuanto trino produce y en cuanto evento participa, no es para menos. Son responsables de ello algunos medios que han dotado a este personaje de una omnipresencia que no es de ninguna manera inocente, más bien interpretan el ethos de sectores sociales identificados con una lectura del ejercicio del poder cuya praxis, de reciente pasado, no parece en nada incomodarlos o  provocarles el menor cuestionamiento.

Hablamos por supuesto del ex presidente Álvaro Uribe. El lanzamiento del mal llamado “Centro Democrático” -pues allí lo que confluye es lo más granado de la ultraderecha radical- y más recientemente sus listas al senado encabezadas por el citado ex presidente, han acaparado la atención de medios escritos, radiales y noticieros televisivos. Que a esto se le dé cabida como noticia no tiene por qué objetarse, llama la atención es su desproporción, sobre todo porque esto ocurre en una coyuntura en la que varias figuras de esta naciente fuerza política son llamadas a juicio, acusadas de promover y apoyar organizaciones paramilitares. Hasta el propio ex presidente Uribe, máximo líder de esta colectividad, será investigado por las mismas imputaciones, por orden de un juez de Justicia y Paz.

Estos hechos, que acechan al ubérrimo y que parecieran cerrar el círculo, son la continuidad de escándalos como la parapolítica, la yidispolítica, las chuzadas a políticos y magistrados desde el DAS y el Agro Ingreso Seguro que, sin vergüenza alguna llevó a la práctica un modelo económico plutocrático.

¿Qué hay detrás de todo esto? Ante tanta evidencia resulta difícil pensar que dichos sectores, y la no despreciable base social que los sustenta políticamente, se crean la idea de que éstas son invenciones de los contradictores o que simplemente se trate de la amnesia de que se acusa al pueblo colombiano. Lo que hay allí es ante todo una fuerza social y política que está convencida de que lo sucedido en la confrontación a la insurgencia, en los últimos veinte años, en donde se apuntaló el “todo vale”, no sólo fue justificable sino necesario. Por ello, la defensa acrítica de las fuerzas armadas, a las cuales excusan de sus relaciones con el paramilitarismo y de los falsos positivos.

Adicionalmente, dichos sectores comparten un proyecto de sociedad construido desde el endiosamiento del caudillo y desde un modelo económico  plagado de privilegios al gran capital. Estamos entonces frente a una fuerza política que no es CENTRO, tampoco DEMOCRATICA y mucho menos PURA.

Pero una lectura desde la perspectiva creada por las negociaciones que se adelantan en La Habana, Cuba, sobre todo cuando lo que se trata de resolver es una larga historia de exclusiones y una práctica bastante arraigada de eliminar a quien piense distinto, debe mirar con buenos ojos que la ultraderecha radical construya su propio espacio político para defender su modelo de sociedad y, así mismo, que la extrema izquierda radical también cuente con los espacios sociales y políticos para tramitar, desde la legalidad, su propio proyecto político.

Sin embargo, no es descabellado presumir que esta ultraderecha radical no tiene entre sus presupuestos esta alternativa y con su nueva versión partidaria lo que pretende es  convertirse en un obstáculo real a cualquier opción que implique concesiones a la insurgencia y, más grave aún, que pretenda  introducir cambios  en el  modelo económico y de desarrollo que han defendido  a cualquier precio. Ya se conoce, pues la historia así lo demuestra, que no ha sido lo usual que el bloque en el poder trámite sus intereses desde la civilidad y desde el Estado de  Derecho,  las prácticas ilegales siempre han sido parte de sus opciones.

Por ello, lo que se juega en la próxima contienda electoral no es cualquier cosa. Si de aquí allá, se ha llegado a configurar un acuerdo entre el Gobierno y las FARC, lo que se vislumbra es un escenario de postconflicto tormentoso, con la seria amenaza de convertir en letra muerta lo pactado con la insurgencia y de lanzarnos a un nuevo ciclo de violencia. Paz y política estarán, pues, de manera inevitable como el centro en donde se reflejará  la disputa de dos  modelos de sociedad, de dos modelos de llegar a la paz y de dos modelos de democracia.

 

José Girón Sierra

Septiembre 17 de 2013

Yhoban Camilo Hernandez Cifuentes
Periodista egresado de la Universidad de Antioquia. Candidato a Magister en Ciencia de la Información con Énfasis en Memoria y Sociedad, Escuela Interamericana de Bibliotecología de la UdeA. Coordinador de la Agencia de Prensa IPC entre 2012 y 2018. Actualmente periodista en Hacemos Memoria. Trabajando por esa Colombia excluida y vulnerada, por aquellos que no son escuchados y por la anhelada paz. Aficionado a la literatura, al rock, a las huertas y a las buenas películas.