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Trascendental, se dio un segundo paso en La Habana

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Editorial por José Girón Sierra

Analista de paz y conflicto del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

El Gobierno y la insurgencia acaban de dar a conocer los resultados sobre las discusiones que se adelantaban con respecto al segundo punto de la agenda, esto es, la de la participación política. Los pronunciamientos hechos por las partes negociadoras, en los cuales cada parte hace sus respectivas valoraciones del acuerdo al cual se ha llegado, ponen en evidencia que a contrapelo de los sectores como el “Uribe Centro Democrático”, obstinados en una oposición llevada hasta el absurdo y el 50% de una sociedad que dice caminar en la misma dirección, este proceso da un paso trascendental en una perspectiva de no retorno, esto es un mensaje que aporta,  de manera significativa, en la promoción del  indispensable ambiente de confianza y despeja buena parte de las dudas.

Una mirada general a los acuerdos a los cuales se ha llegado, permite afirmar que el proceso  de La Habana es hasta ahora el gran continuador de aquel que, con distintas  fuerzas insurgentes, se llevara a cabo a finales de los ochenta dando origen a la actual Constitución Política. Muy distinto al pacto de Ralito, plagado de trampas y con el cual el paramilitarismo aspiraba a refundar la patria. En este sentido, los contenidos de los acuerdos, en este caso más precisos y concretos, están alineados con desarrollos concretos de componentes estructurales de dicha constitución, esto es, la participación ciudadana y política y el salto de una democracia formal a una real, al establecer como centro las garantías a la oposición política y  una participación ciudadana eficaz. De este segundo gran paso se destacan estos puntos:

  1. “Integrar una Comisión que defina los lineamientos del estatuto de garantías para los partidos que se declaren en oposición.
  2. Se prevé el establecimiento de Consejos para la Reconciliación y la Convivencia tanto en el nivel nacional como en los territoriales con el fin de asesorar y acompañar a las autoridades en la implementación de lo convenido.
  3. Se convino que se establecerá un plan de apoyo a la promoción de veedurías ciudadanas y observatorios de transparencia, con especial énfasis en la implementación del presente Acuerdo.
  4. Se acordó una revisión integral del sistema de planeación participativa para asegurar la efectividad de la participación ciudadana en la construcción y el seguimiento a los planes de desarrollo.
  5. Tras la firma del Acuerdo Final, se pondrá en marcha una Misión de Expertos para hacer una revisión integral de la organización y el régimen electoral y, sobre la base de las mejores prácticas nacionales e internacionales, presentar recomendaciones para hacer los ajustes normativos e institucionales correspondientes.
  6. Se acordó la creación de Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz para promover la integración territorial y la inclusión política de zonas especialmente afectadas por el conflicto y el abandono.
  7. Se acordó un sistema integral de seguridad para el ejercicio de la política. Dicho sistema se concibe en un marco de garantías de derechos, deberes y libertades, y busca asegurar la protección de quienes ejercen la política sobre la base el respeto por la vida y la libertad de pensamiento y de opinión.
  8. Finalmente, se acordó que todo lo referente al punto de participación política, incluyendo su implementación, se llevará a cabo tomando en cuenta un enfoque de género y asegurando la participación de la mujer”.

Como podrá colegirse de lo anterior, no son acuerdos de poca monta y cada vez se llena de contenidos el escenario de postconflicto, que está configurando la gran responsabilidad que le cabría a la sociedad civil y de manera especial a las fuerzas civilistas, estén ellas en el campo de la izquierda o la derecha. La repulsa por impedir que estos avances lleguen a buen puerto no cesará. La banalización que se ha hecho en los últimos días del proceso de La Habana cuando se destacaron con marcada mala intención, por parte de los medios, las fotografías de algunos de  los negociadores de las Farc descansando, devela hasta donde se puede llegar para mantener una buena dosis de cizaña. Los desarrollos de este proceso son excelentes ingredientes para el debate electoral que se avecina. La paz será el centro y las apuestas están bien claras, unos llamando a recuperar el rumbo de la guerra y otros, llamando precisamente a cambiarlo por el de radicalizar la democracia que no es otra cosa que hablar en clave de transparencia, inclusión, legalidad, participación eficaz y justicia.

“…. uno de los principios que guían estas conversaciones es que "Nada está acordado hasta que todo esté acordado". Si bien este es un inamovible  que debe recordarse, lo real es que se están removiendo los obstáculos y el camino va haciéndose más claro. Cada paso que se dé en la dirección de la reconciliación es un seguro contra las fuerzas que trabajan sin desvelo para el fracaso. El balón está cada vez más en el campo de la sociedad y un primer medidor será  la decisión que se exprese en las urnas pues, se quiera o no, allí estará jugándose el futuro de este proceso. Ojalá se esté a la altura  de las circunstancias y no sería la primera vez que la sociedad de un mensaje contundente a los promotores de la guerra y quienes defienden  la plutocracia como la alternativa para superar las inequidades y desigualdades.

José Girón Sierra

Noviembre 6 de 2013