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Nelson Mandela: un referente necesario en el camino de Colombia hacia la paz

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Editorial Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Derechos Humanos, paz, democracia y dignidad, son apenas algunas de las palabras para nombrar a Nelson Mandela,  líder mundial contra el apartheid, quien hoy ya no está con nosotros. No deberíamos sentir tristeza pues, afortunadamente  para la sociedad mundial y para su país surafricano, murió con dignidad a sus 95 años y conociendo el inmenso legado de reconciliación, paz, verdad, derechos humanos y dignidad que dejó. Su ausencia será física, pero su presencia como referente ético ya se ha instalado en la conciencia de millones  de seres humanos que luchan contra toda forma de discriminación.

Romper el concepto de raza subordinada, la discriminación racial no solo en la ley sino desde la representación y poder  político después de un proceso de paz y de una construcción de procesos de verdad y reconciliación, el paso de la guerra y la  ilegalidad a la configuración de un partido político legal, son estrategias que han mostrado un camino para la paz mundial.

A propósito de los aprendizajes de este proceso, Brian Currin quien fue delegado por Mandela para presidir una comisión de investigación sobre el periodo del “apartheid” y fue artífice en el diseño de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica,  afirma que deponer las armas y construir confianza entre las partes es fundamental:

 “La cuestión más importante es construir confianza” en el momento actual en el que se encuentra el diálogo en La Habana, remarcó Currin en una entrevista, al precisar que esta es una garantía para que ambas partes alcancen “acuerdos duraderos” y pongan fin al largo conflicto armado.

Dijo que para lograr un proceso exitoso es necesaria “la capacidad del movimiento (guerrillero) de operar libremente como un partido político sin limitaciones o restricciones de cualquier naturaleza”, así como “un liderazgo político” de alto perfil por parte del Gobierno.” (Semana.com 30/04/2013)

Es el momento para que nuestra elite, en todos sus matices, que no ahorra palabras para referirse al legado de paz, libertad  y democracia dejado por Mandela, vaya  más allá de estos reconocimientos  y los traduzcan en acciones concretas. Los comportamientos públicos recientes hablan más bien de una dirigencia ocupada en alimentar los odios. Para algunos es muy difícil ocultar  que sus intereses personales  y de partido están por encima de los de la de toda la Nación. También, nos encontramos con una sociedad que no se desprende aún del lenguaje propio  de un espíritu vengativo. Todo ello,  habla de lo lejos que aún nos encontramos de una praxis cercana a la que Mandela que enseñó ante todo, que las palabras  sin el ejemplo de nada sirven.  

Sea, pues, la oportunidad para que de verdad recojamos el legado, ante todo ético de Mandela. Estamos ante el hecho de un proceso de paz que avanza en medio de  desconfianzas y en donde el trinar de los fusiles no se detiene. De este legado, necesitamos mucho de credulidad, de generosidad y porque no de humanidad e impregnarnos de la tan indispensable humildad, todo ello tan necesario para que miremos, con unos ojos distintos, tantos años de maltrato a la dignidad humana y para que nos levantemos de la tragedia, no para perpetuarla si no ante todo para hacer de Colombia un país donde quepamos todos.

Mandela fue el gran baluarte de los defensores de los derechos humanos de nuestros tiempos, por ello, el día internacional que lo celebraremos el 10 de diciembre y las actividades que se han programado al respecto, deben inspirarse en quien siempre estuvo dispuesto a sacrificar su propia vida en aras de mostrar que no hay ninguna razón para que los seres humanos se categoricen y se discriminen.