El acelerado crecimiento de las grandes ciudades no solo impacta el territorio donde están asentadas, también afecta ambientalmente a regiones cercanas y lejanas que proveen bienes y servicios ambientales para sostener la expansión de las grandes urbes. Es el caso de la subregión del Valle de Aburrá, donde está Medellín, en el departamento de Antioquia.

De esa manera lo expuso el ambientalista José Rodrigo Castaño Díaz, de la Fundación Guanacas Bosques de Niebla, en Santa Rosa de Osos, quien participó en el foro “El planeta tierra y la conciencia animal como sujetos de derechos”, con el cual se dio inicio a la Semana de los Derechos Humanos 2014, convocada por algunas universidades y organizaciones sociales y defensoras de DDHH de Medellín y Antioquia, con el apoyo de instituciones locales, departamentales y nacionales.

Durante el evento, realizado en la Asamblea de Antioquia, el experto habló sobre la manera como el Valle de Aburrá ha venido agotando los recursos naturales de su región más próxima, el Oriente Antioqueño, y ahora se apresta a demandar servicios ecosistémicos –como el estudioso los refiere- del Norte del Departamento.

Por ello envío una alerta sobre el deber que tienen las autoridades, principalmente ambientales, para ejercer control, protección y vigilancia de los recursos naturales, pero también sobre la responsabilidad que deben tener las empresas, públicas y privadas, para con el medio ambiente, entendiendo que su labor debe respetar los derechos ambientales y los derechos de los colectivos que habitan los territorios donde desarrollan su actividad.

En el caso de Empresas Públicas de Medellín (EPM), el ambientalista dejó varias preguntas: “¿cómo hace una empresa de servicios públicos o una empresa pública, para pasar de lo público a lo privado? ¿De dónde sacó el dinero? De los recursos ecosistémicos que vende, pero ¿cómo ocurrió eso?”   

Este tipo de reflexiones resultan relevantes, considerando que el tema central de la Semana de los Derechos Humanos 2014 es la construcción de la paz territorial. Esto fue lo que dijo José Rodrigo Castaño, en diálogo con la Agencia de Prensa del IPC:

¿Cómo impacta el Área Metropolitana del Valle de Aburrá a las regiones aledañas que surten bienes y servicios ambientales?

Aunque se hagan foros y estudios y se busque decir que las ciudades son sostenibles, si uno va al fondo de ese concepto ninguna ciudad es sostenible, porque la urbe es un grupo de personas y de inter municipalidades que está en permanente crecimiento y en permanente demanda de servicios ecosistémicos: aire fresco, agua, polinización. Ninguna ciudad produce en sí misma lo que necesita, lo tiene que utilizar de los municipios vecinos.

En este campo, envía usted una alerta por el riesgo ambiental que corre el Norte de Antioquia ante los intereses de abastecer la ciudad con los servicios ecosistémicos de esa región ¿Por qué hace este llamado?

En su momento histórico recordemos que básicamente desde el Oriente Antioqueño se abastecía todo el acueducto de Medellín. Mucha de la madera, con la que se construyeron las casas de la ciudad, venía de esa región. Los mismos alimentos en su primer momento provenían de los valles del Oriente. Pero se llegó a un punto de exceso, de compactación por la ganadería, de tala de bosques, de agotamiento de las tierras… Entonces, el Oriente ya no logra sostener el Valle de Aburrá.

De manea que toda esa demanda de la ciudad se está dirigiendo hacia el Norte Antioqueño, donde todavía tenemos bosques y afluentes de agua como el Páramo de Belmira, que cubre el 35% del agua que entra al Valle de Aburrá. Pero toda esa riqueza hídrica, botánica, biológica en términos generales, está siendo depredada irracionalmente porque, aunque existen instituciones como Corantioquia –corporación autónoma ambiental-, creo que políticamente faltan acciones más contundentes, más vigilancia y control para conservar y preservar el medio ambiente.

En el caso del departamento de Antioquia y de la empresa de servicios públicos de Medellín, ¿qué deuda tiene EPM con las regiones y territorios de los cuales obtiene servicios ecosistémicos?

Con Empresas Públicas de Medellín se debe tener mucho cuidado, bien sea para reclamarles o para abonarles cosas. Fácilmente las personas caen en el error de decir que EPM no hizo esto o aquello. ¿Y por qué hago esta aclaración? Porque si uno va al fondo, esta empresa no es la responsable de los servicios ambientales de Medellín, ni de Antioquia ni de Colombia, es una empresa prestadora de servicios públicos. Pero aquí está el hilo delgado, EPM sí tiene una responsabilidad directa en cuanto a que comercializa el recurso hídrico, sea en agua para el consumo humano o para generación de energía.

Entonces tiene un negocio, vende un recurso pero no lo cuida, y lo digo porque no basta con construir embalses, hacer entubamientos, hacer plantas generadoras de energía; pues lo que rodea el agua es la biodiversidad y pareciera que apenas hasta hace poco la biodiversidad forma parte de las necesidades y preocupaciones de EPM.

Para terminar, uno concluye que a los ciudadanos EPM se les muestra como una empresa de servicios públicos, pero resulta que paralelamente, raramente, sospechosamente, también nos dicen que es un grupo económico. La pregunta es ¿cómo hace una empresa de servicios públicos o una empresa pública, para pasar de lo público a lo privado? ¿De dónde sacó el dinero? De los recursos ecosistémicos que vende, pero ¿cómo ocurrió eso? Esa es una pregunta que yo tengo pero nadie me responde.