Palabras de un campesino reclamante de tierras a los estudiantes

“Nosotros necesitamos nuevos gobernantes que tengan una nueva ideología que vaya acompañada de la paz, de la justicia, de la verdad y de la misericordia, porque este país está manejado en una forma de desigualdad.” Laureano Gómez, campesino reclamante de tierras en Urabá, miembro de la Asociación Tierra y Paz.

Escuche aquí el testimonio de Laureano


Para mí es un privilegio estar al frente de este auditorio, en especial de estos jóvenes estudiantes que, de mi parte, auguro que sean los que hagan parte de los futuros gobernantes de Colombia.

Nosotros necesitamos nuevos gobernantes que tengan una nueva ideología que vaya acompañada de la paz, de la justicia, de la verdad y de la misericordia, porque este país está manejado en una forma de desigualdad. Los grandes nos tienen apabullados a los pequeños y a los que no tenemos voz.

Para mí es un privilegio estar al frente de todos ustedes porque en mi edad, de 77 años, no pensé nunca en llegar a un recinto como este —Universidad Autónoma Latinoamericana en Medellín—. Le doy gracias al IPC porque por medio de ellos, con ayuda del todo poderoso, estoy aquí.

Yo soy cordobés. Pertenezco al municipio de Valencia. Entré al Golfo de Urabá por la fama que tenía de que eran unas tierras en las que había mucha oportunidad para que el hombre pobre, campesino, saliera adelante. Llegue a Turbo en 1970. Ya antes de mí habían llegado otros campesinos a meterse a esa zona de Urabá que era selva. En Urabá había selva, zancudo y plagas de todo tipo. La lluvia no cesaba. Había veces en esa época que comenzaba la lluvia por ahí a las tres de la tarde y eran las cuatro de la mañana y seguía lloviendo.

En esa época que nosotros nos metimos a sufrir, a luchar por nuestras vidas para salir adelante, no sabemos dónde estarían los que hoy nos despojaron de las tierras. Pero cuando ya nosotros sacamos adelante a Urabá ahí apareció mucha gente, entre ellos los grupos armados que fueron a tratar de combatir a la guerrilla y no fue así, ellos no combatieron a la guerrilla, ellos combatieron a los campesinos. No sé qué “cerebro intelectual” los había capacitado para presentarse ante nosotros con fusiles, metralletas y equipos de guerra. Con esa voz de hombres nos humillaban y nosotros no teníamos quién saliera a defendernos. Nosotros estábamos totalmente solos, sin ninguna protección, porque el Estado colombiano debía tener en cuenta que el campesinado urabaense estaba atacado por los cuatro ángulos de la vía. Lo que se hizo en Urabá no fue sólo allá sino en toda Colombia.

Entonces, de parte mía, les pido a ustedes jóvenes, estudiantes, por favor prepárense, porque ustedes son los futuros gobernantes y necesitamos y esperamos de ustedes. No yo, porque el cementerio ya está cerca, pero sí mis nietos y mis bisnietos esperan de estos gobernantes que van a llegar al Palacio de Nariño, a la Gobernación, a la Alcaldía, a la Asamblea, al Concejo, que hagan un gobierno equitativo, no que los grandes atropellen a los pequeños y los pequeños no tengan quién los defienda.

Retomando el caso. Cuando ya nosotros estábamos pensando que nuestra vida económicamente iba a cambiar, se nos volvió nuestra situación de mal en peor, porque nos quitaron el sustento, nos quitaron la tierra. Ustedes saben que la tierra produce maíz, arroz, plátano, yuca, ñame, patata, ahuyama. Ese es el alimento no solo de los campesinos, nosotros producimos para que la gente que está en las ciudades se beneficie, y si a nosotros nos quitan la tierra ¿cómo quedamos? El golfo de Urabá en vez de estar sembrado de estos productos, está lleno es de búfalo y ganado; mientras a nosotros, los campesinos que nos esforzamos en sacar adelante el Golfo de Urabá, nos dejaron sin donde trabajar. Mientras nosotros andamos en una mula o en una bicicleta, estos grandes terratenientes andan en unas lujosas camionetas de vidrios oscuros para que no les veamos el rostro.

Entonces señores, los campesinos de Urabá estamos sufriendo. Yo vengo en representación de todos los campesinos azotados por la violencia en el Golfo de Urabá. Allá están unos amigos míos metidos debajo de un plástico, protegiéndose de la lluvia y el sol. Y si vieran la forma de alimento que tienen: plátano, yuca y carne.

Yo me siento como algo nervioso porque yo no estoy enseñado a estas cosas. Entonces quiero que entiendan el término que estoy usando: allá están esos campesinos debajo de un plástico, sufriendo, aguantando hambre, esperando en el gobierno del doctor Juan Manuel Santos, que algún día él allá en el Palacio de Nariño se acuerde de la voz de unas gentes que no tienen voz.

Y de parte mía, en representación de ellos, vengo a hacerles saber a ustedes el sufrimiento que tenemos nosotros los campesinos.

¿Cómo nos despojaron? Llegó en el año 1996 un grupo de gente armada, yo creo que ellos no tienen corazón, llamado equivocadamente Autodefensas Campesinas. Digo que ese nombre no merecían. El nombre que ellos merecían es “mata indefensos campesinos”. Porque autodefensas es para defender, pero no nos estaban defendiendo, nos estaban era matando. Ellos fueron con el propósito de acabar con la guerrilla, pero la guerrilla quedó intacta.

¿Qué pasó? Que muchos de los guerrilleros cuando llegó esta gente cruel, esta gente salvaje, salieron llenos de miedo e ingresaron a las filas de los paramilitares. Ahí ellos ya estaban sabidos de quién les dio la gallina, quién les dio la comida. En seguida llegó esa gente cruel a matar gente, a aserrar gente, a dejar gente descuartizada y sacarle las vísceras. ¿Usted sí cree que eso lo hace una gente que tenga su conciencia clara, que tenga un corazón bueno? Eso lo hacen en contra de nosotros los campesinos.

Así que yo quiero decirles a ustedes: yo viví la guerra, yo sufrí, sufrí amenazado y aún estoy sentenciado a muerte. En Chigorodó metieron un panfleto donde hay varios allí señalados, pero dice que están corriendo más peligro Manuel Oviedo y este que les habla: Laureano Gómez. Somos los más expuestos, pero no porque hayamos hecho lo malo, sino por el solo hecho de que nosotros vengamos a estos lugares, que no sé por qué me escogen a mí porque soy un viejo de muchos años y no tengo preparación académica para hablarles a ustedes. Entonces, como a mí me toca decir estas cosas, eso ofende a los señores ganaderos terratenientes. Porque aquí ustedes se van a enterar que unos ricos ganaderos nos quitaron la tierra y ellos no quieren que los jóvenes de Medellín se enteren, porque de aquí de Medellín son los ganaderos.

Que quiero yo decirles: que nosotros nos encontramos solos, que nosotros estamos viviendo la guerra. El primer día que entraron los paramilitares al corregimiento Nuevo Oriente, que pertenece al municipio de Turbo, ese día mataron 11 jóvenes, el más viejo tenía 20 años. Y los fueron matando de trayecto en trayecto, no  los mataron juntos. Mataron uno aquí, por allá al kilómetro mataron otro. A esos muchachos de esa época, por nosotros encontrarnos llenos de miedo, no fuimos capaces de ir a recogerlos para enterrarlos. A esos jóvenes se los comió el golero, el gallinazo. Entonces mire cómo ha sido: que le hubieran segado la vida a un viejo como a mí, pero NO a un niño de estos que tiene mucho que aportarle al país. Fueron 11 ese día. De ahí comenzó el desastre.

Ya con el propósito de terminar, quiero decirles que deseo que ustedes, todos, nos ayuden. Tenemos la fe y la esperanza primeramente en Dios y en ustedes, señores adultos y ustedes jóvenes, ustedes son el futuro de Colombia y esperamos que de alguna manera aporten en favor de nosotros volver a retornar a las tierras porque no nos las quieren entregar, hemos intentado entrar y nos atacan con unas barras que donde le den a uno le arrancan el pellejo. Y nos amenazan. Esos señores dueños de la tierra tienen ahí gente camuflada que está armada. El arma de  nosotros es un palo o un machete pero no podemos usarlo contra ellos porque eso nos agrava el proceso para ver si al Gobierno se le da devolvernos la tierra, porque el propósito de ellos es encochinarnos: tratar de llenarse de razón para nosotros perder. Entonces, nosotros no somos falsos reclamantes como lo están diciendo. Ellos son falsos tenedores de la tierra, porque ellos organizaron falsas oficinas del Incoder para hacer los papeles como a ellos les diera la gana pero sin el visto bueno de nosotros; son tierras mal habidas, son tierras conseguidas por la fuerza, a sangre y fuego. ¿Ustedes sabían eso? Si no lo sabían grábenselo: qué el campesino urabaense está sin dónde poner la planta del pie. En el año ochenta nadie de esos ricos, que hoy tienen 18 mil o 20 mil hectáreas, se conocía. Ellos vinieron a hacerse conocer por el poder de la violencia del año noventa y seis.

Quiero que ustedes surtan sus mentes de la verdad. Yo no vine aquí a decir mentiras porque la mentira es pecado. Y lo que estoy diciendo créanmelo que es así. Entonces esperamos que ustedes hagan parte y nos aporten algo a nosotros. Muchas gracias.

* Este testimonio fue presentado por Laureano Gómez, campesino reclamante de tierras en Urabá, miembro de la asociación Tierra y Paz, el 29 de mayo de 2015 en Medellín durante la cátedra abierta “La educación ante los desafíos de la paz en Colombia”, organizada por la Universidad Autónoma Latinoamericana (Unaula) y el Instituto Popular de Capacitación (IPC); con el apoyo del Colectivo Nacional de Educación para la Paz, el Museo Casa de la Memoria de Medellín, la mesa interinstitucional Voces de Paz, la Corporación Pasolini en Medellín, el grupo de investigación Diverser y la Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra.