La política o el derecho: tensiones de la justicia transicional

¿Deberían los ex guerrilleros ir a la cárcel o podrían enfrentar otro tipo de sanción? ¿Es más importante la justicia o la paz? ¿Los militares que cometieron crímenes graves deben tener mayor o menor castigo que los guerrilleros? Preguntas como estas son las que deberá resolver el modelo de justicia transicional que se defina en Colombia en medio del proceso de paz con la guerrilla de las FARC.

La discusión genera una fuerte polarización entre distintos sectores sociales y políticos del país, pero si se quiere lograr la dejación de las armas por parte de la insurgencia y construir una paz duradera y estable, será necesario llegar a un acuerdo que permita un equilibrio entre: justicia y paz, política y derecho, sanción e indulto.

Buscando entender mejor de qué se trata la justicia transicional y cuáles son algunas de las tensiones que implica al momento de alcanzar un acuerdo, la Agencia de Prensa del IPC entrevistó a Nelson Camilo Sánchez, investigador del Centro de Estudios de Derechos, Justicia y Sociedad de la organización De Justicia, quien participó en el foro Periodismo y Justicia Transicional realizado el 9 de julio de 2015 en Medellín.

Para el analista, el propósito de la justicia transicional NO es olvidar lo que pasó, como algunos quisieran, sino generar políticas que le permitan a la sociedad dejar un pasado de guerra pero estableciendo responsabilidades.

En ese sentido, explica Camilo Sánchez, la justicia transicional busca dos cosas al mismo tiempo: 1. Ganar legitimidad a partir del trabajo con las víctimas y 2. Desarmar el conflicto. Y para hacer la paz y desarmar el conflicto, hay que trabajar con desmovilizados, “por eso la justicia transicional busca negociar que las personas armadas dejen las armas, busca seducirlos, busca convencerlos de que dejen la violencia.”

Camilo, en lo que ha estudiado sobre el actual proceso de paz, en materia de justicia transicional, ¿cuáles son las principales tensiones entre el Gobierno, las FARC y la sociedad colombiana?

Una enorme tensión es que tenemos un proceso de paz actual con un proceso de paz viejo, y eso que significa: si nosotros hubiéramos llegado a un proceso de paz en el que todos los actores están al tiempo, pues tendríamos que pensar en soluciones para todos los involucrados. Pero como ya antes hicimos unos acuerdos parciales, eso genera una enorme tensión.

Por ejemplo, hoy se pregunta: ¿sería posible que tengamos una fórmula de justicia con la guerrilla distinta a la que ya tuvimos con los paramilitares? Y ahí se genera una tensión porque mucha gente dice: “si ya con los paras hubo una, con la guerrilla sería la misma.

Otra tensión es que además de la guerrilla en Colombia tenemos miembros de la fuerza pública que han estado involucrados en violaciones graves que deberían tener verdad, justicia y reparación, una pregunta es, por ejemplo, ¿si deberían los militares tener el mismo reproche social que las guerrillas o no? Algunas personas dicen: no, porque son más delincuentes los guerrilleros y le han hecho más daño al país; mientras otras dicen: los militares deberían tener un mayor reproche porque traicionaron nuestra confianza; y dicen: de los delincuentes obviamente esperábamos que nos violaran los derechos porque son delincuentes, pero duele mucho más que nos violen nuestros derechos las personas a la cuales nosotros les hemos dado nuestra confianza, a las cuales hemos investido con nuestra autoridad y a las cuales les hemos dado nuestros impuestos públicos y nuestras armas.

Usted ha planteado que la justicia transicional pretende lograr un balance entre la justicia y la paz ¿En qué consiste eso?

Muchas sociedades entendieron en el pasado que, trágicamente, una sociedad podía tener: o justicia o paz, y que debería escoger.

Entonces, en unos casos se decía: como no se ha podido derrotar al enemigo tenemos que negociar con el enemigo y para hacerlo más fácil tenemos que renunciar a la justicia, olvidémonos del pasado, pensemos solo en el presente. En otros, por el contrario, se consideraba que había que enfocarse solamente en el pasado.

La justicia transicional se opone a esas dos ideas y dice: busquemos un balance, busquemos cómo desarmar el conflicto pero al tiempo pensando en lo que pasó; veamos responsabilidades. Obviamente, para poder salir del conflicto, no se puede partir de maximalismos porque muchas veces las ideas de justicia y de paz se oponen ellas mismas.

Hay una tensión entre justicia y paz ¿También hay otra tensión entre política y derecho?

Claro que sí. Porque para hacer la paz se necesitan múltiples procesos políticos. Se necesitan procesos políticos por ejemplo para acercar a las dos partes, porque cuando hay un conflicto lo que se dañó fue el diálogo político y se recurrió a la violencia, y cuando uno quiere que el enemigo —que lo ha querido matar a uno— se siente a negociar, eso conlleva muchas desconfianzas. Entonces, de ahí parte el proceso político.

Ahora, transformar el Estado y las instituciones es algo muy político. Por ejemplo, si pensamos en lo que queremos hacer en Colombia, que es transformar el régimen de la tierra y transformar el régimen de participación política, para eso necesitamos canales políticos.

Pero, al mismo tiempo, hoy día se considera que el derecho es tan importante como la política. Antes, hace unos años se consideraba que lo importante era la política. Hoy se considera que no, que el derecho es tan importante como la política, porque no se puede hacer ninguna fórmula política que viole los principios fundamentales de derecho. Por ejemplo, hace unos años era suficiente con que políticamente se llegara a una amnistía, pero ahora no, porque hoy día dicen: a pesar de que haya voluntad política una amnistía podría violar normas de derecho y por eso no es posible, las dos tienen que balancearse.

Quiere decir que el proceso de justicia transicional al que se va a enfrentar Colombia no puede ser igual a otros procesos que ha tenido el país porque hubo un cambio en la forma de negociar conflictos  a la luz de la justicia transicional. ¿Desde cuándo ocurrió ese cambio y qué implica para el proceso con las FARC?

Yo creo que desde principios de los noventas, que fue cuando las dictaduras del cono sur de América empezaron a caer, había la idea de que una sociedad tenía que pensar en el futuro y pasar la página, pero las víctimas empezaron a reivindicar la idea de que para pasar la página había que leerla primero. Entonces empezaron a tener una expectativa de justicia. Eso es lo que ha cambiado.

¿A qué hemos ido llegando? Internacionalmente hemos llegado a que se haya creado la Corte Penal Internacional, la cual tiene unas restricciones, y se ha dicho que no podría haber una transición sin que haya un mínimo de justicia.

Ahora, hay una discusión sobre si justicia significa cárcel o no. Yo no creo que necesariamente la cárcel sea la única forma como podamos ver la justicia. Lo que sí creo necesario es que haya: 1. Individualización 2. Una forma pública de admitirlo y 3. Un reproche social.

La responsabilización individual de los que han participado en el conflicto implica que hoy no podemos hacer cosas que antes se podían hacer. O sea, antes se les echaba la culpa a unos seres inanimados o genéricos, y se decía: la culpa la tuvo el Estado, pero no decían quién en el Estado; o la culpa la tuvieron las guerrillas; o la culpa la tuvo el modelo económico. Actualmente eso no se puede. Hoy quienes quieran beneficios, o quienes quieran que la sociedad sea generosa con ellos, tienen que asumir responsabilidad.

El establecimiento de una forma pública para admitir responsabilidades se refiere a un proceso en el que la sociedad pueda ver a esa persona que busca el perdón social para que se presente y confiese. Que haya mecanismos de verdad. En algunos casos ha habido comisiones de la verdad, en otros ha habido procesos judiciales.

Y, en cuanto al reproche social, hoy día nosotros utilizamos la cárcel como reproche. O sea, la cárcel cumple muchas funciones: sentar un mensaje, generar un castigo, causar un dolor, pero creo que deberíamos pensar si la cárcel debería cumplir o no esa función en nuestra transición. Puede que no lo haga. Pero eso es lo que estamos discutiendo todavía.