Las posturas políticas frente al Plebiscito por la Paz, por medio del cual los ciudadanos decidirán si aprueban o no los acuerdos entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, para poner fin a cinco décadas de conflicto, han generado polarización y discrepancias en los sectores sociales, políticos y económicos del país. Los grupos armados no son ajenos a esa discusión, y mucho menos a la polarización, como quedó claro en las editoriales publicadas a través de Internet por las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en sus sitios oficiales.

En editorial con fecha del 21 de julio de 2016, firmado por el equipo político de las AGC, ese grupo posparamiltar invitó a los ciudadanos a “informarse adecuadamente” para votar el plebiscito y anotó que “la votación por el sí, implicará que hay un camino despejado para seguir construyendo un país diferente, no en paz, sino maduro para el conflicto, como lo definiera un desaparecido pensador colombiano”. Por el contrario, añadió la agrupación, sería preocupante que no se alcance el umbral de votación o que resulte ganador el resultado del no. Enlace a editorial de las AGC

Por su parte el ELN,  en editorial del 1 de agosto de 2016, expresó que “con este plebiscito exprés no queda bien hecha la paz”, y afirmó que esta “es otra artimaña publicitaria, que intenta ser presentado como sinónimo de la Paz. Así, se pretende polarizar a los colombianos a favor de una u otra fracción de la oligarquía”; esto último, refiriéndose a la puja entre el presidente, Juan Manuel Santos, y el senador del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez. Por ello el grupo subversivo concluyó que el plebiscito “se haya ‘entre dos aguas’, pues mientras Uribe trata de hundirlo, Santos busca sacarlo a flote”. Enlace a editorial del ELN

Desde el 23 de junio, cuando anunciaron el acuerdo sobre el cese al fuego bilateral, el gobierno y las FARC expresaron que se acogerían a la decisión que tomara la Corte Constitucional sobre el plebiscito por la paz. El 18 de julio la Corte aprobó ese mecanismo de participación ciudadana como instrumento para refrendar los acuerdos. Luego del anuncio, se intensificaron las campañas por el SÍ y por el NO.

En este contexto, las posturas de las AGC y el ELN en sus editoriales pueden resultar polémicas para algunos, teniendo en cuenta lo que representan estos grupos armados, y su relación con la insurgencia de las FARC y con el proceso de paz. Todo ello refleja la compleja coyuntura que vive el país de cara a la refrendación.

Analistas consultados por la Agencia de Prensa IPC, concluyen que el mensaje de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia refleja oportunismo político, mientras que el del ELN entra en contradicciones o en lecturas que se quedan cortas ante esa coyuntura política.

AGC buscan estatus político

Para el politólogo, periodista y docente de la Universidad de Antioquia, Gonzalo Medina Pérez, las AGC han sido más hábiles en su editorial porque “saben de antemano que no son una fuerza insurgente con la que podría llegarse a una negociación, como la que se adelanta con las FARC”, y aun así “tratan de ganar reconocimiento, estatus a nivel político y público, pensando en el evento de que más adelante también pueda haber un proceso de diálogo y negociación con ellos”.

Por eso, al politólogo no le extraña que aunque se trata de un proceso de paz con un grupo guerrillero, las Autodefensas Gaitanistas se muestren de acuerdo con el plebiscito y sobre todo con el SÍ. Y esto pese a que las AGC “no tienen un carácter de fuerza rebelde y, por el contrario, son una fuerza que ha estado cerca de las instituciones armadas, es decir, ha sido una organización de corte paramilitar”.

Con este análisis coincide la periodista colombiana Martha Ruiz, quien expone que las autodefensas “están tratando de sacar provecho de la coyuntura política para su agenda o sus intereses y encuentran en el plebiscito un escenario; porque incluso parte de los acuerdos de La Habana es buscar soluciones de sometimiento a la justicia para el tema criminal, como se pudo ver en los acuerdos del 23 de junio, en el acuerdo de garantías de seguridad”.

Compartiendo lo anterior, Diego Herrera Duque, presidente del Instituto Popular de Capacitación —IPC, observa que el editorial de las autodefensas es publicado el 21 de julio, un día después de la celebración de la independencia de Colombia, con un mensaje que va en la dirección de allanar el camino en dos sentidos: “la posibilidad de sometimiento de las AGC, lo que implica que el proyecto paramilitar no ha desaparecido y que interviene políticamente en la sociedad. Y lo otro, es que hoy la ultraderecha, como se la ha llamado genéricamente, no está tan alineada ni tan cohesionada en torno a un proyecto político”.

El líder social anota que la postura de las AGC “manda un mensaje político, y es que no se van a oponer al proceso de paz, ni tampoco se van a oponer a las zonas de concentración, acordadas entre el Gobierno y las FARC”, para el proceso de desmovilización y desarme de subversivos.

 

El ELN tiene una lectura estructuralista

Contrario a lo que ocurre con la comunicación de las AGC, Gonzalo Medina piensa que en su editorial “el ELN está un poco más enredado y tiene ciertas imprecisiones, confusiones que hacen que incurran en unas ambigüedades frente al gobierno de Santos, frente a la figura de Uribe, frente a la relación Uribe y Santos, frente al mismo plebiscito, frente al concepto de paz, frente a la política, es decir, involucran muchas categorías, muchas ideas y no siempre lo hacen con la mayor fortuna”.

Para explicar lo anterior, el politólogo analiza algunos apartes del editorial, como el fragmento donde el grupo subversivo se refiere al acelere del Gobierno con el plebiscito, sin que aún se haya firmado un acuerdo final con las FARC y mientras se mantiene congelada la negociación con el ELN. “Ahí, ellos también deberían asumir su parte, porque ellos son corresponsables de que esas conversaciones estén congeladas. O sea, no ha sido una decisión unilateral sino que ellos también han tomado decisión y posición y eso es lo que ha hecho que las conversaciones no se hayan vuelto a reanudar. Por ende, hay que asumir las implicaciones de una decisión política”.

En la parte del editorial donde el ELN dice que ‘quienes voten por el SÍ en el plebiscito serían asimilados como aliados de Santos mientras que quienes voten por el NO serán vistos como seguidores de Uribe’ y agregan que esta ‘estratagema pinta todo de blanco y negro cuando la realidad es más compleja’; Medina advierte que “no se puede negar que en este momento el NO representa a la extrema derecha, porque quienes lo han promovido son los sectores de extrema derecha, tanto de carácter político como de carácter económico; los terratenientes, el Centro Democrático. Y creo que en ese sentido un grupo insurgente debe darle más importancia al asunto, es decir, a lo que es una constatación y no a la posición ideológica”.

El politólogo agrega que “por más identidad e intereses que haya entre Uribe y Santos —como lo afirma el editorial del ELN—, no podemos ignorar que cada uno está adoptando caminos diferentes para alcanzar los mismos objetivos. O sea, la política no es tan rígida, por más identidad que haya en unos agentes políticos, no dejan de surgir diferentes puntos de vista, diferentes maneras de superar conflictos. Y en este momento eso es lo que está ocurriendo en estos sectores dominantes. Santos representa un sector con una mayor apertura que está buscando resolver por la vida del diálogo y de la negociación un conflicto armado de muchos años, en cambio el otro lo que busca es derrotar a un actor político como es la FARC y, al mismo tiempo, consolidar un modelo autoritario de extrema derecha, excluyente, sin reconocer derechos a los sectores excluidos de la población. Realmente contradicciones y diferencias sí hay, y es lo que un grupo insurgente debe reconocer y debe tener en cuenta, a la hora no solo fijar una posición frente a un evento como el plebiscito, sino también a la hora de definir una estrategia para enfrentar una coyuntura”.

Precisamente, Martha Ruiz concluye que “los gaitanistas están jugando más a la política que el ELN. Y eso a mí no me sorprende, porque yo creo que el ELN no juega a la política, no tiene interés en entrar en el ruedo político”.

Según ella, “el ELN por su naturaleza suele descalificar muchas de las cosas que son de la democracia formal, porque no cree en esos mecanismos ni de representación ni de participación, sino en otro tipo de mecanismos de la democracia directa. Entonces no me sorprende que ellos rechacen o consideren inútil, tramposo, ese tipo de mecanismos, porque es una lectura de ellos supremamente estructuralista. Digamos que ellos no ven un poco los matices o lo que se juega en una coyuntura, sino que siempre lo ven como una división de las élites”.

Pero lo más preocupante, piensa Diego Herrera, “es que no haya decisión política de esta insurgencia y del Gobierno para desatar la negociación, sobre la base de la agenda que anunciaron en marzo”, lo que demuestra que no hay la voluntad y la confianza necesarias.

Y eso, explica el líder social, “tiene implicación sobre el proceso de La Habana porque efectivamente la editorial reconoce que así la paz sería parcial, incompleta, imperfecta. La aspiración de muchos sectores de la sociedad es que efectivamente las dos grandes insurgencias avancen, cada una con su agenda, en un proceso de negociación política del conflicto armado”. En esa perspectiva, concluye, se podría avanzar hacia un escenario de construcción de paz.