Los jóvenes son claves en la construcción de paz: desmovilizado de las FARC

A través de los encuentros Nacimos pa’ Semilla, en varias ciudades de Colombia se convoca a los jóvenes a idear propuestas de paz. Las iniciativas podrán participar en el Premio El Nogal. En la foto: Sabas Duque, desmovilizado de las FARC.

Luego de desmovilizarse, Sabas Duque trabajó con la Secretaría de Gobierno de Bogotá en un programa de apoyo complementario a los procesos de reintegración y desde 2007 labora en la Fundación para la Reconciliación.

Nacido en el lecho humilde de una familia campesina, Sabas Emilio Duque pasó su niñez en las montañas de la Sierra Nevada de Santa Martha. En esa zona del Caribe colombiano las oportunidades eran pocas, la presencia del Estado casi nula y la guerrilla de las FARC-EP era el único referente de autoridad. Atraído por las armas y la militancia, entregó su juventud a ese grupo insurgente hasta el año 2004 cuando se desmovilizó. Desde entonces dedicó su vida a trabajar por la reconciliación y la construcción de paz, principalmente con los jóvenes.

Sabas hizo parte del Frente 19 que pertenece al Bloque Caribe, posteriormente Bloque Martín Caballero de las FARC. En esa agrupación militó durante siete años desempeñando labores logísticas para la compra de armamento, municiones y uniformes.

En el 2001 fue detenido por el Ejército en Barranquilla (Atlántico). Recuerda que lo torturaron y lo entregaron a los paramilitares. “Ahí me salvó la vida un compañero que estuvo conmigo porque él logró negociar pagándoles con algo que tenía y me incluyó a mí en la negociación. Sino yo sería historia. Los paramilitares nos devolvieron otra vez al Ejército que nos puso a disposición de la Fiscalía y empezó el proceso judicial. Estuvimos presos en la Cárcel Modelo de Barranquilla y un año después logramos sobornar a un juez para que nos soltara”.

Pero la suerte, por así decirlo, no duro mucho. Al año siguiente en Rioacha, departamento de la Guajira, Sabas sufrió un atentado contra su vida en el que perdió la movilidad en sus piernas y parte de su capacidad auditiva. Dos años después decidió acogerse al programa de desmovilización y reintegración del Gobierno colombiano.

En ese proceso, dice, “me puse la meta de que la reintegración no la iba a hacer solo o escondido de la sociedad, sino que iba a ser con la comunidad y con las víctimas”. Por eso Sabas empezó a hacer acciones comunitarias y a participar en reparaciones simbólicas y en conversatorios con colegios y universidades buscando concientizar a los jóvenes.

“Yo les cuento a los muchachos sobre las consecuencias de uno involucrarse en un grupo armado como las FARC o los paramilitares, pero también en la delincuencia común, los combos, las barras bravas. Les muestro que la ilegalidad no paga. Y los jóvenes le prestan mucha atención a uno porque que ha vivido de manera directa las consecuencias de la guerra”.

Por eso, el pasado 24 de marzo, estuvo en la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia, en la ciudad de Medellín, participando del encuentro Nacimos pa’ Semilla, organizado por la Fundación El Nogal y el portal Las 2 Orillas, con el apoyo del Colegio Mayor de Antioquia, la Universidad de Antioquia y la Secretaría de Juventud de la Alcaldía de Medellín.

Sentado en su silla de ruedas, Sabas estuvo repartiendo separadores con semillas a la entrada del evento. Allí pasó desapercibido para muchos de los asistentes hasta el momento en que lo vieron subir al escenario para contar su historia y hablarles a los jóvenes sobre la importancia de sembrar la semilla de la paz.

Sí nacimos pa’ semilla

Concebir a los jóvenes como presente, como actores de cambio y como constructores de paz, es parte de la propuesta de Nacimos pa’ Semilla. La iniciativa se plantea como antítesis de la obra No Nacimos pa’ Semilla del periodista antioqueño Alonso Salazar, cuyo planteamiento central gira en torno a la visión del NO futuro en una generación de jóvenes de Medellín.

Buscando cambiar esa mirada y tratando de concientizar a la juventud en temas de paz y reconciliación, las jornadas Nacimos pa’ Semilla invitan a los jóvenes a participar en el Premio Fundación El Nogal, que abrirá su tercera convocatoria en abril de 2018.

Los jóvenes pueden participar enviando sus propuestas a www.premiofundacionelnogal.com a partir del 1 de abril de 2018.

El premio consta de tres millones de pesos, un computador y un curso con la Universidad del Rosario llamado “Oportunidades en el posconflicto para la transformación social”.

Pueden participar jóvenes entre 14 y 28 años, que tengan proyectos, reflexiones, fotografías, aplicaciones Web o móviles que ayuden a fortalecer la construcción de paz en distintos entornos; no solo en relación con el conflicto armado, sino también en contextos como la violencia intrafamiliar, explicó Mauricio Mesa, líder de proyectos de la Fundación El Nogal, coordinador de Nacimos pa’ Semilla.

En sus dos versiones, el premio ha recibido 334 iniciativas de 25 departamentos de Colombia. Más de 23 han resultado ganadoras. Entre ellas se destaca la plataforma Compro Agro.com, creada por Ginna Alejandra Jiménez de 18 años de edad quien participó desde el municipio de Toca (Boyacá).

“En su proyecto, Ginna retrataba que la falta de trabajo en el campo y la falta de reconocimiento al campesino fueron gestores del conflicto armado en Colombia. Por eso, la plataforma elimina los intermediarios entre el campesino y el consumidor con el lema del campo a su mesa. Y aunque ha tenido múltiples reconocimientos a nivel internacional, aquí en Colombia casi nadie sabe que es Comproagro, y eso pasa con miles de iniciativas de jóvenes que no conocemos en el país pero que afuera son ejemplares”, expresó Mauricio.

Otra de las iniciativas ganadoras en 2016 fue el “Relato de lo desconocido: jóvenes en búsqueda de la paz”, realizado por Alejandra Botero y Ana María Mayo, estudiantes del Colegio Mayor de Antioquia en Medellín, e integrantes del grupo Iniciativas de Construcción de Paz en Contextos de Violencia que coordina la profesora Luz Dary Ruiz Botero.

El relato recoge la historia de un joven desmovilizado, de una mujer víctima del conflicto, de un cultivador de coca, y de una joven que ha perdido la esperanza tras la desaparición forzada de su padre. “El cuento se motivó a raíz del plebiscito por la paz. Con la polarización que hubo entre el SÍ y el NO a la paz, vimos la necesidad de hablar sobre la paz y de que la gente supiera la historia de conflicto que ha vivido Colombia”, expresó Alejandra, estudiante de Planeación y Desarrollo Social.

La juventud y el respeto de las diferencias

Encuentros como Nacimos pa’ Semilla ayudan a los jóvenes a pensarse el sentido de la paz, manifestó Juana Botero Piedrahita, Secretaria de Juventud de Medellín. Sobre el asunto, explicó: “si creemos que la paz solo es ausencia de conflictos vamos a estar frustrados, porque siempre nos vamos a encontrar conflictos. Siempre va a haber diferencias políticas, ideológicas o religiosas. Tenemos es que lograr que los conflictos no estén mediados por la violencia”.

Alejandra Botero y Ana María Mayo, ganadoras del Premio El Nogal en 2016 en la categoría reflexiones.
Alejandra Botero y Ana María Mayo, ganadoras del Premio El Nogal en 2016 en la categoría reflexiones.

Para la Secretaria de Juventud, “los jóvenes no solo tienen la posibilidad y la capacidad de pensarse el conflicto colombiano, tienen la capacidad incluso democrática de sacarnos de este conflicto con su voto. Porque aquí se están germinando los próximos líderes políticos”.

Sabas Duque también cree en esa posibilidad de paz que representan los jóvenes, pero es consciente de que su entorno está rodeado de riesgos y piensa que “son la población más vulnerable en este momento, tanto por los grupos armados ilegales como por la delincuencia común, el micro tráfico y el consumo de drogas”.

Y la prevención así como la formación para ser actores de cambio empieza desde lo micro, argumenta el desmovilizado. Desde la forma “como se están comportando las familias, como me comporto yo en mi casa, como soluciono los conflictos cotidianos. En  la medida en que yo logre proyectar eso hacia afuera, podemos empezar a soñarnos un país reconciliado”.

El camino, concluye Sabas, es el diálogo y eso lo demuestra el proceso de paz con las FARC. “Nos demoramos demasiado tiempo para entender que este es el camino. Cualquier problema se resuelve es hablando y se pueden lograr acuerdos dejando de lado la violencia y conviviendo con las diferencias. No se trata de que todo el mundo piense igual y crea en lo mismo, sino de que respetemos a los que piensan diferente. Mire, en cuatro o cinco años se logró un acuerdo para una guerra de más de medio siglo.”