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Carta abierta al Alcalde de Medellín de una Ciudadana indignada

pronunciamiento en apoyo a la citación a la Audiencia pública ciudadana de Derechos humanos: “De la ficción a las realidades”, a realizarse el 11 de octubre de 2018, en la Sala del Concejo de Medellín-Museo de Antioquia, de 2:00 p.m. – 6:00 p.m.

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Por: Marta Cardona López.

Señor:
Federico Andrés Gutiérrez Zuluaga
Alcalde de Medellín

Cordial saludo.

Y llegará una tribu de gente de todos los credos, colores y naciones, gente que creerá en los hechos y no en las palabras, ellos restaurarán la antigua belleza de la tierra.
Leyenda indígena.

Como ciudadana de esta ciudad, le escribo para contarle algo que necesito que conozca. Empiezo diciéndole que No soy minoría, soy mayoría. Esto, porque hago parte de ese 52% de la población de la ciudad que está constituido por Mujeres y ha sido, en su administración, la expresión de esa mayoría subestimada o asesinada por un orden cultural y social que, en medio de la impunidad y el silenciamiento, ha convertido al feminicidio en una de las técnicas de eliminación sistemática más efectivas ante la indiferencia, no menor, de los muchos con quienes coexistimos.

Determinada históricamente por los ejercicios permanentes de un Estado violento, capaz en sus prácticas reales de enarbolar el patriarcalismo y la misoginia, hago parte de esa mayoría poblacional que, de la mano de niñas, niños y jóvenes, hoy nos declaramos en Alerta humanitaria como resultado de los altísimos grados de vulnerabilidad y peligro en los que, sabemos, se mueven nuestras vidas.

Así mismo, No hago parte de la minoría que lo eligió (244.636 votos equivalentes al 35.64% de lo sufragado); sino de la mayoría que, por múltiples razones e intuiciones, decidió no votar por usted. O sea, de singularidades que marcadas/os por mixturas y pluralidades de todo tipo, en algunos casos, hemos aprendido lo difícil que es comprender las contradicciones que incorporan nuestros actos, cuando lo que tensiona en relación con la Dignidad, puede ir de la esperanza a la derrota con tanta implacabilidad y nitidez, como nos pasa ahora.

Por supuesto, no hago parte de la minoría (100 personas de 2.508.452 que se supone éramos en el 2017, según las proyecciones de población de la ciudad), que fue consultada en la Gran encuesta metropolitana, realizada por la firma Invamer para El Colombiano, en el pasado mes de agosto, en la que la aprobación de su gestión se medió con un 92%.
Señor, le diré que Sí hago parte de una mayoría Indignada que no comparte su idea de que
esta es la ciudad en la que creemos, nos merecemos o la que soñamos. En otras palabras, hago parte de una mayoría que se reúsa a aceptar las ficciones que usted ha creado como si esas fueran las realidades a las que nos vemos abocadas/os cada día.

A diferencia de lo que usted promueve, la mayoría de la que hago parte sabe que la gran diferencia entre una ficción y la realidad es que, mientras la ficción es la ordenación fingida del mundo que un narrador o autor inventa para mostrar lo que quiere y le interesa; la realidad se sitúa siempre en los hechos y acontecimientos presentes, concretos y cotidianos que 2 determinamos y nos determinan históricamente; que es construida pluralmente desde múltiples ámbitos de convivialidad; que se teje en dimensiones complejas que pasan por lo: político, económico, social, cultural y ecosófico; que es irreversible, aunque sí subsanable; y, fundamentalmente, que es el ordenador del mundo que nos permite preguntarnos por lo que necesitamos versus lo que queremos. O sea, lo que nos facilita dar cuenta de lo que es vital versus lo subsidiario para la realización de nuestras vidas en contextos que, además, sabemos tenemos que centrar en una concepción de vida que supere a lo humano.

Sí hago parte de una mayoría críticamente consciente de las circunstancias de deterioro
generalizado y en despliegue de las condiciones de vida y esperanza de vastos sectores de nuestras sociedades. Circunstancias que involucran: un crecimiento económico incierto, una inequidad social persistente, una degradación ambiental constante y un deterioro institucional creciente (Castro, 2018).

Sí hago parte de una mayoría que sigue sin ser escuchada y reconocida, como tendría que
serlo, por usted y su administración. Una mayoría que tiene nombre, experiencia, sabiduría, conocimientos, luchas, claridades, preguntas, posturas, miradas, propuestas y una gran capacidad de compromiso para tejer lo necesario en pos de superar lo que nos hace daño.

Una mayoría que venida de comunas, barrios, corregimientos, movimientos, organizaciones, movilizaciones, culturas, colectivos academias, instituciones y realidades aspiran y esperan que usted se dé cuenta y dé cuenta de que no es posible gobernar solo con y para los que piensan como usted o desde el soliloquio en el que termina instalando sus decisiones y maneras de hacer. Una mayoría que sabe que caminar la palabra requiere de tiempo y persistencia y, en ello, de paciencia y humildad para aprender a superar la soberbia que nos impide ver a las/os demás y lo demás.

Sí hago parte de una mayoría que cree en la paz y, en ello, en los Derechos humanos, no
como la posibilidad terminada y perfecta de lo que tendríamos que estar-haciendo para ser; sino como el espacio de tensión y conversación pluriversal en el que vindicando el conflicto podamos configurar, paso a paso, una ciudad de mundos que puedan coexistir; y, por qué no, convivir, teniendo como imprescindible el que la ciudad en la que podemos creer tiene que ser una ciudad en la que todas y todos tengamos condiciones y garantías para vivir sin miedo y en dignidad.

Señor, mi vínculo humano con la vida me obliga a la cercanía y al con-tacto con todo lo que o quien me hace ser lo que soy. Por ello, no puedo evitar sentir ira profunda y una gran decepción cada vez que veo que renunciamos a pensar y al poder que podemos ejercer para darle paso a la infamia como si esta fuera una maldición mesiánica. Sé que me exijo y exijo valentía, pero es que creo que es lo único que nos queda ante la servidumbre voluntaria, la derrota y la resignación que hemos heredado.

¿De qué vale andar por este mundo sin poder ser uno mismo en vínculo con las y los demás? ¿De qué vale renunciar a la dignidad a cambio de un falso sentido de lealtad que lo único que hace es disminuirnos y, en ello, a todas y todos como humanidad? Sé que hasta los poetas nos mienten; pero, resulta que también es real que hasta el más común
de los humanos nos puede enseñar sobre las grandezas que nos definen y los limites que somos capaces de correr; seres que nos han llevado a comprender que la utopía se alimenta del caminar, mientras se viste de la esperanza que, en tanto espera, la inventa.

Creo que otra ciudad es posible, por ello me despido recordándole que, como su gobernante, es su responsabilidad aprender a escuchar a sus gobernadas/os haciendo presencia en espacios reales de debate como el que acontecerá el 11 de octubre. Así que, por respeto, por favor no falte.

Atentamente.
Marta Cardona López
Correo: martacardonalopez@yahoo.es
Castilla-Medellín, 8 de octubre de 2018

David Stiven Hidalgo Benítez
Comunicador en formación de la Universidad de Antioquia. Actualmente practicante de comunicaciones en la Agencia de Prensa IPC.