¿Qué sigue para los colombianos luego del acuerdo con las FARC?

La primera tarea será refrendar el acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP, mediante la votación del plebiscito por la paz el domingo 2 de octubre.

Foto: Omar Nieto. El Jefe del Equipo Negociador del Gobierno Nacional, Humberto de la Calle, e Iván Márquez, jefe negociador de las Farc, intercambian saludos en La Habana con ocasión del cierre del Acurdo Final.

Luego de analizar lo que simboliza para Colombia el cierre del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP (Acuerdo de paz es la posibilidad de un futuro diferente), desde la Agencia de Prensa IPC preguntamos a los analistas ¿Qué sigue para los colombianos? Esto fue lo que respondieron:

1. Rafael Grassa, presidente del Instituto Catalán Internacional para la Paz

Sigue, primero, acabar bien el proceso de hacer las paces; segundo, prepararse para construir la paz; y, tercero, construirla.

Hacer las paces quiere decir que realmente la gente no votará en el plebiscito sobre si quiere o no quiere a las FARC, si le gusta o no este presidente; sino que deberá reflexionar a consciencia si este acuerdo permite tener oportunidades de mejorar o no. Y hay que saber que en un plebiscito se puede votar sí o no independiente de lo que se votó en una elección para alcalde, para gobernador, para curules en el Congreso o para Presidente.

Segundo, hay que prepararse para lo que vendrá, que es mucho, las oportunidades son enormes, pero no se van a regalar ni van a bajar del cielo como maná, hay que construirlas y entre todos. Al hacer las paces han sido las élites, las FARC y el Gobierno quienes han trabajado, pero el construir la paz es de toda la sociedad.

Y, tercero, fundamental, prepararse para una tarea que será larga pero que tiene una enorme recompensa, los 10, 15 o los próximos años 20 Colombia puede cambiarse. El 24 de agosto, con el cierre del acuerdo se anunció un nuevo Boyacá, en el que no ha ganado ni uno ni otro bando, quien gana es Colombia, gana la ciudadanía y los colombianos.

2. Álvaro Villarraga, director de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica

Con la concentración y la desmovilización de los frentes de las FARC, estamos muy cerca de una paz completa y ya estamos en condiciones de aplicar un acuerdo muy robusto. Y lo que se abre para el país con este acuerdo, y no es exagerado decirlo, es que los ojos se vuelcan sobre Colombia, por tres cosas:

  1. Porque es un excelente acuerdo. No se pueden encontrar en todos los acuerdos más que fórmulas, compromisos y medidas favorables a la democracia, a las garantías, al beneficio social para los sectores campesinos, para los sectores marginales, para las víctimas, para quienes han estado excluidos de las posibilidades del ejercicio de la política.
  2. Porque es un acuerdo que en su aplicación va a dejar un precedente internacional comprometido con los derechos de las víctimas y con reivindicaciones sociales que eran motivo de la guerra. Incluso la aplicación de esta figura convenida de justicia transicional es paradigmática. A nivel mundial nunca un acuerdo de paz había prestado tanta atención a los derechos de las víctimas, con compromisos tan concretos, numerosos y diversos, incluyendo una comisión de la verdad como ha existido en otros países del mundo.
  3. Porque para la población Colombiana, en la que ha existido tanto escepticismo, tanto resentimiento con la guerra, se va a configurar un nuevo escenario. De hecho con el cese al fuego bilateral, que en la práctica ya se había asumido por las partes, ha bajado drásticamente el registro de violencia y violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario.

Sin duda ese es el camino a seguir y hay un gran reto para el Estado: cumplir los acuerdos, y para los gobiernos a todo nivel: ayudar a que se cumplan y se garanticen esos acuerdos.

3. León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación

Colombia va a cambiar. Va a haber cambios muy grandes. En las sociedades donde la seguridad, donde la guerrera es el principal fenómeno, la gente tiende a votarle a la derecha. Cuando la seguridad pasa a un segundo lugar, emergen otros problemas en la arena política, por ejemplo: la desigualdad, los temas sociales, y cuando esos temas están como principales en las encuestas, en las esferas políticas, la gente vota por la izquierda porque puede hacer transformaciones sociales.

Aprender a vivir sin guerra va a ser un aprendizaje, porque muy poquitas personas que están vivas han vivido en un país sin guerra, porque nosotros pasamos de la violencia del 48 directo a la violencia guerrillera. Entonces los que vivieron antes del 48 tuvieron una generación sin guerra, pero de resto la mayoría pasamos de la violencia Liberal-Conservadora a la de las guerrillas. Entonces vamos a disfrutar la democracia sin violencia.

4. Gonzalo Medina, politólogo y docente de la Universidad de Antioquia

El camino que se ha tomado es el correcto, eso sí está claro. Ya de aquí en adelante lo que hay que mirar hasta qué punto el país, como una sola voz, está dispuesto en realidad como a redefinir el rumbo hacia la democracia.

Mi mayor duda o mi mayor interrogante está es en sí los sectores económicos de poder  como por ejemplo los banqueros, los comerciantes, los mismos terratenientes, los industriales, en fin, realmente si están comprometidos, y si están dispuestos a apoyar este proceso. Si no lo van a apoyar, digamos que los acuerdos se van a quedar muy a medias, tal vez en el plano de lo político y eso que, aún en ese campo, los acuerdos pueden pecar de debilidad en razón de experiencias anteriores en las cuales los intentos de democratizar la política, o el ejercicio de la política del país, se han visto cercenados por la acción de grupos de extrema derecha, paramilitares.

5. Flor Alba Romero, antropóloga especialista en Derechos Humanos, docente de la Universidad Nacional

Pienso que hay unas tareas muy grandes, voy a hablar desde el sector educativo que es mi área, las universidades públicas y privadas tenemos un compromiso que es inaplazable y es poder responder a las personas que se desmovilizan, que tienen en su corazón y en su alma unos eventos de guerra complicados, que deben procesar eso con un apoyo psicosocial importante, no medicalizado, no estigmatizante, que puedan ingresar al sistema educativo para ejercer su ciudadanía desde otros referentes. Y creo que no solamente a nivel de educación superior, puede ser de carreras intermedias. Y para ello debe haber apertura y debe haber una preparación para recibirlos de la mejor manera.

Por otro lado me parece que es importante desde los medios de comunicación que ojalá el compromiso sea un compromiso muy propositivo y muy esperanzador, que las noticias no sean todos los días buscando las fallas de la sociedad, los eventos complicados, sino que haya noticias que muestren esas conformaciones de las vidas de esas personas y también las conformaciones del resto de sociedad que ya no las ven de una forma excluyente, sino que los ven como otros ciudadanos y ciudadanas que están de alguna manera entrando a este sistema de sociedad nuestro que, aunque tiene dificultades, también tiene calidad humana, también tiene gente muy comprometida con los derechos humanos y con la posibilidad de construir un país diferente.

Creo que también desde el gobierno nacional, el programa de acompañamiento de estas personas debe ser un programa que dé una respuesta adecuada para que puedan conseguir trabajo, para que de alguna manera desaprendan esa vida que tuvieron en medio del conflicto y puedan vivir con sus familias, puedan pedir perdón y también ser perdonados.

6. Diego Herrera Duque, presidente del Instituto Popular de Capacitación (IPC)

Una cosa inmediata y fundamental es que efectivamente se refrende el cuerdo a través del plebiscito, el próximo 2 de octubre, y es indispensable que la gente conozca, se informe y no se trague el cuento de las distorsiones y mentiras que hay alrededor del proceso.

Lo otro es que se viene un momento fundamental en emprender las transformaciones que implica la implementación de los acuerdos. Entonces tenemos que estar muy vigilantes de que efectivamente lo acordado se dé y se implemente en cada una de las zonas, municipios, corregimientos y veredas.

Y lo tercero, tener un papel muy activo frente a las nuevas propuestas en ese marco de apertura en el que puede tomar iniciativa la sociedad colombiana.

Habrá temas pendientes que no se resuelven con el acuerdo de La Habana, y son las discusiones sobre el desarrollo, sobre el impacto de la inversión extranjera en las zonas rurales, nuevos conflictos que pueden surgir por distintos motivos, porque una sociedad tiene que crecer en sus conflictos y no asesinarse en ellos.

7. Max Yury Gil, investigador de la Corporación Región

Tenemos un conjunto de retos de corto y mediano plazo. En el corto plazo hay un conjunto de retos emana del proceso; el primero es la refrendación del plebiscito, el segundo es el cumplimiento de los acuerdos y la implentación, porque desafortunadamente en este país hay una larga historia de incumplimientos.

Y en el mediano plazo, hay un conjunto de temas que pasan por los derechos civiles y políticos, como la criminalización y los ataques a defensores de derechos humanos, que se han encubierto un poco en la dinámica de la guerra pero que tienen una motivación propia; el tema de las libertades; el nuevo código de Policía; el tratamiento a las ciudadanías diversas; el asunto de la situación de los habitantes de calle; el tema de la diversidad sexual; etc. También está la grave crisis que tiene este país en materia social, pues Colombia es el segundo país más inequitativo en América Latina que es la región más inequitativa del planeta.

Y hay dos elementos adicionales que es muy importante señalar: el primero tiene que ver con que este país necesita institucionalidad pública democrática y ese es uno de los retos. La única forma de que el Estado pueda cumplir tanto los procesos acordados con la guerrilla de las FARC como la agenda de la democracia es que tengamos una institucionalidad única y democrática, que no sea aliada de la criminalidad. Hay un componente muy importante en la Fuerza Pública, porque este país desafortunadamente tiene una Fuerza Pública que parece para la época de la Guerra Fría que ve en cada acción colectiva una acción comunista; hay discusión sobre el papel del Esmad.

Y el otro asunto tiene que ver con cultura política. Desafortunadamente en nuestra sociedad se ha legitimado el uso de la violencia, se ha legitimado que la violencia es un recurso legítimo para defender o para impugnar el poder. Y yo creo que ahí tenemos un reto muy grande, porque lo que uno encuentra es que tenemos una cultura política profundamente autoritaria, muy contraria a las opciones democráticas y a las expresiones de la diversidad. Y eso no es un problema únicamente de los guerreros ni de los gobernantes, es un problema de la sociedad que avala ese tipo de cosas.