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Santos en apuros y la paz… también

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Artículo de opinión por José Girón Sierra

Analista del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Como se ha expresado en varias oportunidades, el actual proceso electoral cursa en una coyuntura particularmente importante pues, en algún grado, en dicho proceso se está jugando la continuidad de una negociación de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, que tiene como propósito remover uno de los factores más relevantes del conflicto armado que vive la sociedad colombiana. Sin embargo se precisa admitir que la sociedad a estas alturas parece no ser consciente de esta importancia y hasta los mismos candidatos, a falta de propuestas de fondo, se han dedicado a  sacarse más los trapitos al sol que a mover a los votantes con respecto a su visión de sociedad y país.

Las  últimas encuestas revelan que el presidente candidato no avanza y que sus opositores se acercan peligrosamente hasta sugerir que quien gane lo hará por un escaso margen y que entre la abstención y el voto en blanco se ubicarían la mayoría de los colombianos(as). Esto en otra época  y coyuntura eso no trasnocharía a nadie,  pero habida cuenta de que quienes avanzan en las encuestas son precisamente quienes se oponen a este proceso de negociación y de que en estos partidos (Centro Democrático y Partido Conservador) se agrupa lo más descompuesto en materia política, deben prenderse las alarmas.

A esta situación se ha llegado por problemas del Gobierno que no son menores. El manejo que desde el año pasado se hizo  del paro de las dignidades campesinas, la postura errática en el manejo del escándalo de las “chuzadas” –interceptaciones telefónicas ilegales-, las ambigüedades en su papel frente al proceso de destitución del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y sobre todo el imaginario del cual no se ha podido liberar el presidente Santos, de ser un personaje poco confiable, han tenido sus consecuencias electorales sobre todo en la favorabilidad de la masa votante. Preocupa la manera como el Gobierno persiste en enfrentar la segunda fase de la movilización nacional campesina, y lo es más, porque quien está al frente de la negociación es el ministro Lizarralde, personaje cercano a una de las candidaturas opositoras.

Los escasos veinte días que faltan para llegar a la  primera vuelta de elecciones presidenciales, serán entonces decisivos para quienes consideramos que no es poco lo que está en juego y que es necesario pensar en el voto efectivo y no  jugarle a decisiones que podrían favorecer  las candidaturas que animan la guerra y le proponen a la sociedad la continuidad de su victimización.

La realidad es que con todos sus defectos es la centro-derecha en cabeza de Santos y la unidad política configurada alrededor del Partido de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical, quienes lideran la propuesta de la negociación en curso con la insurgencia y quienes presentan las mejores posibilidades de ganar. El Polo Democrático poco avanza y el Partido Verde más bien retrocede en la favorabilidad con propuestas que convencen y motivan a muy pocos. Lo concreto es que los apuros de Santos nos preocupan no por él mismo sino porque sus apuros, como puede colegirse de lo anterior,  lo son también para un proceso de paz que debe terminar de manera exitosa, que si bien no depende exclusivamente de él, si lo es  gran medida.

En este período, un anuncio de acuerdo, no sobre generalidades sino sobre aspectos sustanciales, con respecto al tercer punto referido al narcotráfico y las rentas ilegales, le caería bien a la tan indispensable confianza de la que debe gozar dicho proceso. Las FARC deberían proceder por su cuenta en una acción que, rompiendo con el discurso de la guerra,  impacte  de manera positiva la opinión adversa que se tiene de esta organización armada y dé un mensaje alentador. También debería evitar acciones armadas que afecten el proceso de paz.

No hay pues otra alternativa: es indispensable rodear el proceso de paz en La Habana con apoyos que vayan más allá de lo formal y el voto es uno de ellos.

 

José Girón Sierra

Observatorio de DDHH-IPC

Mayo 6 de 2014