“No queremos más balas, queremos paz. ¡Mariscal nunca más!” Esa fue la consigna que se escuchó en el plantón para conmemorar a las víctimas de este operativo militar realizado el 21 de mayo de 2002 en la Comuna 13, occidente de Medellín.

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La conmemoración por los 15 años de la Operación Mariscal se realizó el viernes 19 de mayo en la plazoleta La Alpujarra, centro de la ciudad. Allí, se congregaron madres, hermanas e hijas de quienes fueron heridos, desaparecidos, asesinados o detenidos de forma arbitraria.

“A ellos les rendimos memoria —expresó Margarita Restrepo, integrante de la asociación de víctimas Mujeres Caminando por la Verdad—, y buscamos que el Estado reconozca los hechos, y que esas operaciones militares no se pueden repetir nunca más, ni en la Comuna 13 ni en ningún lado”.

Y es que entre febrero y octubre de 2002 se realizaron cerca de 12 operaciones militares en la Comuna 13. A cada operación se le asignó un nombre que era tomado de la primera letra de cada mes. Entre las más recordadas están las operaciones Mariscal, en mayo; Antorcha, en agosto; y Orión, en octubre. Se hace memoria pero falta justicia a 13 años de la Operación Orión

Estas son algunas de las operaciones realizadas en 2002: “Operación Furia”, en febrero; “Operación Fuego”, también en febrero; “Operación Marfil”, el 15 de marzo; “Operación Águila”, el 17 de abril; “Operación Martillo”, el 4 de mayo; “Operación Mariscal” el 21 de mayo; “Operación Júpiter” el 17 de junio; “Operación Jalisco” el 24 de junio; “Operación Jinete” el 6 de julio; “Operación Antorcha” el 3 de agosto; “Operación Saturno” el 4 de septiembre; y “Operación Orión” el 16 de octubre.

Tras esta última, Margarita perdió a su hija Carol Vanessa Restrepo, quien desapareció el 25 de octubre de 2002 junto a dos de sus compañeros de colegio: Cristian Adrián Castrillón Castrillón y John Jairo Durango Machado.

Con ese dolor y con la esperanza de algún día encontrar a su hija, Margarita recordó que hace 15 años los habitantes de la Comuna 13 salieron por las ventanas y las puertas de sus casas agitando sábanas y trapos blancos para pedir que cesara la Operación Mariscal.

“Hubo gente que sacaba por el techo palos con trapos blancos para que escucharan las súplicas de toda la población, pero ellos no escucharon, no les importaron los niños, los ancianos ni los animales”, denunció Margarita.

Mariscal dejó 9 personas muertas, entre ellas varios menores de edad; 38 civiles heridos; 7 miembros de la Fuerza Pública lesionados; y 41 personas detenidas. “Los barrios directamente implicados fueron: 20 de Julio, El Salado, Las Independencias 1, 2 y 3, y Nuevos Conquistadores. La operación comenzó a las tres de la madrugada y duró aproximadamente doce horas y media. Por parte del Estado participaron en el enfrentamiento: mil efectivos de la Policía, el Ejército, el DAS, la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), y funcionarios del CTI, la Fiscalía y la Procuraduría. Por la otra parte estaban las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), los grupos del ELN y los CAP […]”[i]El mito de la pacificación en la comuna 13, tras 10 años de la Operación Orión

Quitaron la luz y empezó el terror

Blanca Nubia Correa Bedoya, integrante de Mujeres Caminando por la Verdad, estaba durmiendo en su casa cuando empezó el enfrentamiento. Recuerda que llegaron los militares, encerraron el barrio por todos lados, atropellaron a la gente y tiraron demasiados gases lacrimógenos.

Cuando abrió la ventana de su casa para ver qué pasaba, un soldado la golpeó con el fusil y le ordenó cerrar de nuevo. “Yo me tiré hacia atrás, pare colchones y me metí con mis hijos al baño. En todo caso una bala atravesó y abrió parte del costado de la pared”, recordó Blanca Nubia.

En la Operación Mariscal entraron el Ejército Nacional y la Policía a la comuna, afirmó Luz Helena Galeano, integrante el equipo coordinador de Mujeres Caminando por la Verdad. El operativo, recordó, fue coordinado por el general Mario Montoya Uribe y el coronel Leonardo Gallego, entonces comandantes de la IV Brigada del Ejército y de la Policía Metropolitana, respectivamente.

“Eso fue organizado por los agentes estatales y quien sufrió por el enfrentamiento y por las balas pérdidas fue la comunidad. Eso empezó a las tres de la mañana cuando entraron derrumbando —con tanques— los postes de energía y nos dejaron sin luz a toda la comunidad. O sea que no podíamos salir a las calles a defendernos de nada, nos tocó estar resguardados en las casas sin saber qué era lo que estaba pasando”, expresó Luz Helena.

Cuando empezó a hacerse de día, en medio de los primeros rayos del sol, empezaron a escucharse los gritos de socorro. “La gente comenzó a gritar: los heridos, auxilio, ayúdenlos —narró Luz Helena—. Entonces vimos lo que estaba pasando y la gente ya empezó a coger sábanas, pañuelos blancos, y a subirse a los techos, a las terrazas o salir por las ventanas para gritar: “No queremos más balas, queremos paz”.

El uso indiscriminado de la fuerza originó la destitución del coronel Gallego, tras una investigación de la Procuraduría, y llevó a que el Juzgado Tercero del Circuito de Medellín condenara en julio de 2009 a la Nación por estos hechos, tras la demanda que interpusieron los familiares de Martha Janeth Correa Murillo, muerta durante el operativo. Condena por Operación Mariscal: justicia insuficiente

Además de Janeth, otros ocho civiles murieron durante el operativo: Jorge Alexander Bustamante Goez, Juan David Vargas Pemberty, Luis Fernando Cardona, María Isabel Jaramillo Giraldo, Mara Cecilia Corpia, Wbeimar Zea Rojas, Wilmar Alfredo Muñoz y Yiset Adriana Tascón Olarte.

Tiempo después, en medio de los enfrentamientos y operativos de ese año, Porfirio de Jesús Arenas,  el esposo de Blanca Nubia, murió a causa de una bala perdida que lo impactó en el momento justo en que cerraba su taller en el barrio 20 de Julio.

A Blanca le avisaron a las tres de la tarde de la muerte de su esposo. Más tarde se enteraría de la desaparición de su sobrino Juan Camilo Marulanda Bedoya, que tenía 15 años y era estudiante de bachillerato.

“Por eso estoy pidiendo que me digan la verdad, que digan por qué lo hicieron, por qué sucedió todo esto, por qué tanto atropello. Sobre todo, que esto no quede en la impunidad”, manifestó Blanca Nubia.

Lo que esperan ahora estas mujeres y sus familias es que además de verdad, “con el acuerdo de paz logrado entre el Gobierno y las FARC haya justicia y garantías de no repetición”, expresó Luz Helena.

Blanca, por su parte, pide una reparación colectiva e integral. Pero “no es reparación en dinero lo que exigimos, es la reparación integral de la familia, de nuestros seres queridos, del barrio, porque somos muchas las víctimas, no somos una ni dos, es todo el barrio el que ha quedado con el dolor, con la tristeza, con la desolación y bañado en sangre”.


[i] Angarita Cañas, Pablo Emilio et al., 2008, Dinámicas de guerra y construcción de paz: estudio interdisciplinario del conflicto armado en la comuna 13 de Medellín, Medellín, Universidad de Medellín, pág 50-52.