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Aguacate Hass, el “monocultivo de moda” que cambió la dinámica agrícola y ambiental del Oriente antioqueño

El alto consumo de aguacate Hass a nivel mundial, ha llevado a que se intensifique su siembra y producción en el Oriente antioqueño durante los últimos años, provocando cambios en la vocación agrícola tradicional, en los ecosistemas y en la salud de los agricultores a partir del uso de agroquímicos.

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Por: Edison García Rodríguez – Comunicador Social

Luis dejó de cultivar agricultura en su finca “La Esmeralda” porque una multinacional extranjera (de la que pidió reservar su nombre) productora de aguacate Hass, le prometió en enero de 2021, triplicar sus ganancias por mes. Sin embargo, no contaba con que, en los próximos años, el suelo nativo, el cual había protegido por muchos años, iba a perder sus nutrientes y su biodiversidad, al punto de quedar como suelo estéril.

En una vereda ubicada a media hora del casco urbano del municipio de Sonsón, Antioquia, Luis aprendió las funciones que cotidianamente realiza un campesino y entendió los ciclos de la tierra. Sabía que en los meses de enero, febrero y marzo era el tiempo ideal para arar, sembrar y abonar sus cultivos y luego esperar varios meses para comenzar a cosechar. La agricultura fue, hasta hace unos años, el primer renglón de la economía para los campesinos en Sonsón. Siete de cada diez familias se dedicaban a este oficio del cual dependían sus ingresos.

Según el informe del Perfil Productivo del municipio de Sonsón, en los años dos mil tenían 35.687 hectáreas de cultivos agrícolas como plátano, cítricos, caña de azúcar, papa, hortalizas, entre otros, que representaban para agricultores como Luis, ganancias mensuales cercanas a los 2 millones de pesos, siendo sustituidos en la actualidad por monocultivos como el del aguacate Hass y la producción de abono orgánico, una decisión motivada por el mercado extranjero.

Los daños ocultos que provoca el monocultivo del aguacate Hass

Jorge Alberto Ramírez, ingeniero agrónomo y asesor en cultivos de aguacate en el municipio de Abejorral, explica que la llegada de este monocultivo al Oriente antioqueño se ha dado gracias a las condiciones del suelo y del clima que tienen algunos municipios del Altiplano, como Marinilla, El Carmen de Viboral, El Retiro, La Ceja y otros cercanos al Páramo, como Sonsón, Abejorral y La Unión. Sumado a eso, el consumo del aguacate Hass en otros países ha llevado a que se intensifique la siembra y producción en la región durante los últimos años.

“En su momento, Abejorral fue el mayor productor de hortalizas de la región, hasta el punto de ser considerado un municipio importante de la despensa agrícola para el Oriente y el departamento de Antioquia”, sostiene Ramírez. Sin embargo, añade que “con el monocultivo de aguacate Hass, los campesinos encuentran una nueva forma de trabajar; dejan los cultivos de pancoger y abandonan su lucha contra las condiciones climáticas que hacen que los cultivos y cosechas se pierdan por plagas y enfermedades”.

Todo monocultivo necesita la implementación de agroquímicos que actúan en defensa de las semillas frente a las plagas. Generalmente, según Ramírez, los químicos que se deben utilizar son tan fuertes que, si se decide acabar con el monocultivo, el tiempo en regenerarse y recuperarse el suelo tardaría muchos años, a no ser que nuevamente, y para agilizar el proceso, se cultiven semillas nativas. La intervención de las tierras con agroquímicos es una de las principales causantes del cambio climático por las emisiones de efecto invernadero. “El uso desmedido de agroquímicos provoca grandes impactos sobre la salud de los agricultores y el medio ambiente difíciles de recuperar; así como también genera problemas que terminan afectando los suelos, los insectos y las especies de la zona”, expresa.

La pérdida de bosques nativos es otro de los problemas que se oculta detrás de este monocultivo. La deforestación en algunos lugares no da tregua. El Observatorio de Bosques de Antioquia –OBA– dio a conocer que entre 2000 y 2019, fueron arrasadas en Antioquia 492.000 hectáreas de bosque nativo, siendo la ganadería la responsable de más del 70% de las zonas afectadas, transformando enormes extensiones de bosque en potreros.

De otro lado, la Organización Mundial del Aguacate (WOA, siglas en inglés), dice en uno de sus estudios que la cantidad necesaria de agua para producir un kilo de aguacate oscila entre los 600 y 700 litros. Los riegos, cuando los árboles son grandes y los cultivos son extensos, gastan el doble de agua que un cultivo de otro tipo, lo que significa que menos agua llega a los ríos de los que dependen animales y seres humanos para su supervivencia.

El mercado del aguacate Hass

La Cámara de Comercio del Oriente Antioqueño (CCOA), proyecta el programa PIA (Programa de Internacionalización del Aguacate) donde dan herramientas para entrar a mercados internacionales con este producto. El Oriente es productor de aproximadamente el 70% de todo el departamento de Antioquia, según informó Daniela Eusse, analista de Comercio Exterior de la CCOA. Estados Unidos, China, Japón, Panamá y Rusia son los países que demandan más consumo de este monocultivo en Colombia, por lo cual empresas extranjeras ven con buenos ojos esta región para el cultivo y la exportación.

De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, los predios para esa producción deben contar con el cumplimiento de requisitos establecidos en la resolución No 00000448 de 21/01/2016 del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). Allí se especifican las condiciones del cumplimiento para que dichos predios estén certificados como “predios exportadores”.

Ingresar al mercado extranjero no se hace de un día para otro. Sólo se obtiene cuando los monocultivos cumplen con los índices de calidad, seguridad y sostenibilidad que solicita la norma GLOBAL G.A.P. que es el reconocimiento internacional para la producción agropecuaria, donde exige temas de inocuidad alimentaria y trazabilidad, medio ambiente, salud, seguridad y bienestar del trabajador, bienestar animal, Manejo Integrado del Cultivo (MIC), Manejo Integrado de Plagas (MIP), Sistemas de Gestión de Calidad (SGC) y Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP).

Soberanía y seguridad alimentaria

Cesar, un campesino de Abejorral,prefirió cambiar los cultivos de hortalizas que él mismo consumía y vendía, por el aguacate Hass. Tomó esa decisión hace más de cinco años porque vio que podía representar una oportunidad económica a largo plazo. “Todo inició porque uno busca invertir para así no depender de una empresa, pues siempre he querido tener mi propio negocio y sentirme autónomo. Mi esposa y yo nos hemos movido en el sector de los cultivos de las hortalizas. A diferencia del aguacate, el trabajo es más económico, pero en el tema logístico es un poco más complicado por el transporte, la mano de obra y la lejanía con el aeropuerto”, afirma.

El músculo financiero ha sido una barrera de todos los días, a lo que no tuvo otra alternativa que apostarle al monocultivo. “Preguntando me di cuenta que el tema del aguacate se ha convertido en una alternativa de negocio para el campesino y para las personas que quieren invertir, gracias a la posibilidad de exportación y rentabilidad que ocupa”.

Pese a que inicialmente las cosas tomaban un buen rumbo, la pandemia trajo consigo el aumento de los precios de los abonos. “Teníamos una proyección de gastos para dos años con el bulto de abono de 175 mil pesos, pero la inflación incrementó de manera desmedida los insumos y se convirtió en algo incontrolable. De haber sabido que la economía iba a tener un cambio tan fuerte de seguro no me hubiera metido con esto”, asegura Cesar Isaza, y continúa, “pero no tengo otra opción que seguir porque ya voy en la mitad del camino y perder toda la inversión que he hecho sería algo impensable”.

Cuando llegó la idea de cultivo del Hass como una alternativa de exportación en la región, muchos campesinos dejaron de sembrar maíz, frijol, tomate y papa. Lo mismo sucedió cuando muchos hicieron la transición de la leche a las flores. Esto se puede explicar por la inestabilidad en las políticas agrarias. Por ejemplo, Colombia es un país que tiene política agraria ineficiente y las que se tienen se enfocan en algo puntual y no hacia la protección de la soberanía alimentaria. A un campesino no se le puede delegar la culpa de que deje de producir, debido a que las garantías con las que cuentan son poco rentables. Con base en esto, las personas de los campos miran otras opciones un poco más rentables para el sustento familiar, lo que incide, además, en la pérdida de los saberes ancestrales, preservación de los ecosistemas y la productividad del campo.

Los modelos de negocio están ligados a temas económicos, cuando una persona, empresa o sociedad ve una oportunidad, se visiona en la rentabilidad que esta puede traer. Los monocultivos son parte de esa dinámica social y han sido tomados, como lo menciona el ingeniero agrónomo, Cesar Ramírez, como “cultivos de moda”, debido a la rentabilidad que generan en el momento, pero como consecuencia tienen un carácter intensivo, a gran escala y altamente dependiente de insumos químicos, lo que pone en riesgo la salud humana, animal y del medio ambiente. 

Por el momento son muchos los interrogantes que surgen de este monocultivo.

*A petición de una de las fuentes, el nombre y el lugar han sido cambiados por temas de seguridad.

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