Por: Jorge Salazar y Martha Colorado

El momento creado por los acuerdos de paz con las FARC ha posibilitado que la propuesta de la Colombia Humana, con el liderazgo de Gustavo Petro y sus acompañantes, haya logrado un lazo identitario en el pueblo colombiano quien ahora encuentra una conexión entre el momento presente, y las luchas y reivindicaciones históricas por mucho tiempo postergadas; una continuidad entre el pasado y el presente en la visión de un nuevo país posible. La campaña de Petro ha facilitado el empoderamiento del pueblo como sujeto colectivo esperanzado que logra vencer el miedo, deseoso de transformar a Colombia en un país mejor.

Esta visión de nuevo país ha sido posible gracias a la confluencia de varios factores. primero la construcción de una propuesta que recoge el acumulado de demandas insatisfechas y negadas a múltiples sectores de la población, las cuales nunca han tenido canales adecuados para expresarse y coloca al centro la búsqueda de soluciones a las problemáticas estructurales del país como la corrupción, la impunidad, la desigualdad y la discriminación; segundo una iniciativa de desarrollo que reivindica como fundamental el respeto de la naturaleza, un desarrollo agrario e industrialización sostenible acorde con las necesidades y propuestas de las corrientes más progresistas y contemporáneas; y por último se articula a los puntos anteriores, el reconocimiento de la historia colombiana y la recuperación de legados históricos de personajes como Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán, Alfonso López Pumarejo, Luis Carlos Galán y otras figuras de la historia, todas ellas apreciadas en el inconsciente colectivo del país.

Obviamente esta visión de país distinto va más allá de los partidos o movimientos llamados de izquierda o centro izquierda, va más allá de un gobierno en el cual se deben fundar las bases para lograr los cambios necesarios y para ello, como dice Petro, se requiere una amplia alianza con diversos sectores políticos y sociales, es decir “un acuerdo sobre lo fundamental, como planteaba el dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado”.

La Colombia Humana esta estimulando la recuperación del poder del pueblo como sujeto colectivo que puede transformar una sociedad, es el despertar de esas masas atemorizadas por la desesperanza aprendida, adormecidas, anestesiadas, resignadas y escépticas, muchas de ellas abstencionistas e indiferentes de la esfera política, ahora identificadas en un programa y con un líder que juntos en la plaza vibran al unísono porque ahí se genera una corriente de afectos que empodera y vence el miedo. Por muchos años en Colombia no se sentía esa emoción en las plazas públicas que algunos llenan con consignas: “Yo vine porque quise a mí no me pagaron”. Esto es algo factual y no una especulación, lo demuestran las más de 80 plazas públicas llenas de entusiasmo que refrescan la política y la democracia colombiana y recuperan su sentido en una democracia, basada en argumentos, y en el Demos, es decir, en el pueblo; porque aquí ese sentido estaba perdido, y no sólo el Kratos como ha venido siendo por años, Kratos como burocracia, tecnocracia y ejercicio del poder.

Los contendores políticos y los medios masivos no han podido entender ese mensaje y critican a Petro porque menciona y recoge la voz y las propuestas de esos líderes de antes, entonces lo llaman caudillista; pero lo que Petro ha hecho es recoger el legado de lo que él llama “esas voces antiguas”, esos líderes quienes hablaron en el pasado de justicia y denunciaron las castas y élites colombianas y por ello fueron asesinados. Esas imágenes colectivas eran antes símbolos que expresaban un ideal inalcanzable, símbolos de la violencia extrema desatada por las élites contra quienes los denuncian y se les oponen y hoy han sido rescatadas como símbolos que identifican y dan un sentido a un nosotros que alza la voz y vence el miedo.

Articular esos pensamientos y concitar la esperanza de esta manera, con esas propuestas, no hubiera podido hacerlo un político tradicional, o ligado a las maquinarias corruptas; o un candidato salido de sectores privilegiados quien no hubiera vivido directamente las consecuencias del régimen de muerte que ha sufrido Colombia por tantos años, o un candidato con poco contacto con las víctimas, ese candidato no podría hablar desde el lugar y posicionamiento que lo hace Petro.

Así la consolidación de esta propuesta se ha dado con el liderazgo de una persona proveniente de las luchas populares y políticas del país, fogueado en las luchas sociales y con un compromiso con la causa de los sectores excluidos, como decía un humilde campesino “uno de los nuestros”. Un líder que habla sin miedos ni tapujos, quien se atreve a nombrar los problemas y a los responsables de la corrupción y el paramilitarismo con nombre propio y sin eufemismos. Dicen por esto que polariza, que promueve la lucha de clases, y no es así porque estos conflictos son históricos y están ahí, se dan independientemente de él, Petro simplemente los nombra y plantea cómo enfrentarlos. Y más que el líder, es la Colombia Humana, son los sectores que se sienten identificados con estas propuestas porque como dice la señora Gloria Gaitán en la carta dirigida a Petro ¨Usted es mucho más importante que usted mismo. Usted es un líder acompañado por la mística, la fe y la esperanza de un pueblo¨.[1]

Los sectores llamados de centro en Colombia pregonan la auto restricción, autocensura y auto moderación de los sueños y del pensamiento crítico de los sectores oprimidos. Podría uno explicarse este fenómeno como un efecto de la matazón vivida en Colombia, del miedo que ha recorrido por 60 años el país; miedo porque quien critica la injusticia, la impunidad, la violación de los derechos humanos, la afectación del medio ambiente y de las comunidades por los macroproyectos ha sido catalogado como guerrilla, como terroristas. Tener un pensamiento crítico del régimen coloca a la gente en el ojo del huracán, es una postura muy “peligrosa”.

Lo mismo sucede desde algunos sectores llamados de izquierda y progresista que no logran entender y capturar el sentido del momento que vivimos, porque ya no esperaban que una coyuntura así pudiera presentarse. Se escuchan voces críticas que denigran, deniegan la importancia del momento y recurren a demeritar a la Colombia Humana como alternativa de gobierno con el argumento de la supuesta personalidad de Petro quien, según ellos, tiene tendencias autoritarias, se mira con lupa y se exageran errores o defectos personales, varios construidos a través de leyendas urbanas y, por otro lado, se reduce a casi nada cualquier gestión exitosa.

Estos sectores no encontraron ni van a encontrar la coyuntura perfecta, la asepsia de un movimiento o un candidato ideal que según ellos realmente sea capaz de emprender los cambios necesarios, porque los discursos y las quejas del pueblo que convoca la Colombia Humana son imperfectos, están llenos de emoción, de contradicciones, de ambigüedades y de los problemas de la colombianidad; tampoco van a encontrar la coyuntura propicia para darle un cambio a Colombia, ni el líder perfecto sí es que éste pudiera existir, pues rasgos autoritarios, de soberbia y narcisismo se pueden encontrar por doquier en todos esos que se mueven en el campo político, incluidos hombres y mujeres, y más cuando el contexto es una cultura patriarcal. Y como dice la psiquiatra Carolina Corcho ¨ ¿Quieren que les haga un análisis de la personalidad de Fajardo y Vargas Lleras? y cruzamos este análisis con sus propuestas programáticas, a ver quiénes resultan ser más narcisos y autoritarios. He analizado a todos estos personajes y sus rasgos de personalidad no es que sean muy distintos a los que se le atribuyen a Petro¨[2].

Esos sectores de centro y centro izquierda en Colombia no logran captar lo que significa un líder que encarna las esperanzas y los sueños de un mejor país represados y reprimidos por 60 años.  En ambos casos podría decirse que muchos todavía están bajo el influjo del fenómeno llamado desesperanza o indefensión aprendida[3] lo cual se entiende como los aprendizajes y comportamientos surgidos en sociedades y/o  organizaciones con esquemas de poder autoritarios y totalitarios que con sus acciones represivas han golpeado tanto la autoestima y la agencia de los sujetos que se pierde la confianza, la fe y  el deseo de luchar para transformar las condiciones opresoras, por eso quedan bajo el influjo de una desesperanza que los lleva a una repetición de la indefensión y la pasividad aprendidas y en el caso colombiano por la violencia y la muerte. Tal vez por eso muchos de los opositores y detractores de la Colombia Humana sienten y pregonan miedo y mesura, y consideran que sus propuestas son irrealizables y peligrosas.

Hay aquí entonces un llamado a reconocer el renacer de la esperanza y la recuperación del pueblo como sujeto colectivo que logra vencer el miedo, deseoso de transformar a Colombia en un país mejor. Trabajemos porque esta esperanza se consolide y así no se ganen las elecciones ahora, podamos darle continuidad y fortalecerla para las luchas y los grandes retos que se avecinan en el futuro.

 * Las ideas aquí expresadas son responsabilidad exclusiva de los autores y en nada comprometen al Instituto Popular de Capacitación (IPC)

 


[1] http://bogotailustrada.com/?p=5330

[2]https://www.facebook.com/carolina.corcho.39?hc_ref=ARQnAGqt8z6MLhaB9dBbZju6_B0q6vIIr6OcG5d3KiIFXWkrgxvH9a-BhPYlmjNtEnI&fref=nf

[3]   Término acuñado por el psicólogo Martin Seligman y Bruce Overmier a mediados de los 60 y que luego ha sido usado bastante en la psicología, y en especial en la social y comunitaria.