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Buscar a un desaparecido: juntar las piezas de un vaso roto

¿Cómo han buscado indígenas, afros, campesinos y organizaciones sociales a las personas desaparecidas? ¿Por qué buscar es armar un rompecabezas y juntar pistas? Así respondieron personas del Suroeste y Urabá antioqueño en un encuentro con la Unidad de Búsqueda.

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El profesor tiene en su mano un vaso de cristal. En el interior, varias semillas de maíz y frijol. Alrededor, en el salón de un hotel del centro de Medellín, están campesinos e indígenas del Suroeste y Urabá antioqueño que lo miran fijamente.

¿Qué es esto?, pregunta. Un vaso, le responden. Él, aparta su mano derecha del vaso y este cae al piso inmaculado y brillante. Pzzzzzzzzzz, se parte en cientos de pedazos. Hay un murmullo, un uhhhhhhh, y luego un silencio. Es lo más fuerte de la mañana.

“Este es nuestro país. Lo que pasó es muy fuerte, ¿cierto? “, dice el profesor, el indígena Nasa Nelson Cuñame.

Dicen sí, asienten, procesan el vaso hecho esquirlas.

“Ustedes son un cristal que guarda semillas, ustedes son sagrados, ustedes son únicos en la vida. Una semilla germina, crece y vuelve a abonar la tierra. Es la regla natural”, agrega.

Cada vaso es un desaparecido, es un rompecabezas, es un dolor que no cierra, es una búsqueda que no para. Las semillas: el proyecto de vida que no fue, los frutos regados en el tiempo, el agua y la tierra.

El profesor Nelson les dice esto a hombres y mujeres, negros y blancos que conformaron la red de familias buscadoras de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), en alianza con el Instituto Popular de Capacitación (IPC) y la Organización Indígena de Antioquia (OIA).

“Muchas de esas semillas crecen y son fructíferas –continúa Nelson-, muchas se enferman y mueren y muchas otras semillas desaparecen.”

Como los desaparecidos.

Una vez termina, algunas personas buscan las esquirlas del vaso que ya no es. La búsqueda de los desaparecidos es juntar de nuevo las piezas rotas, regresar las semillas, dice, antes de que otras personas hablen de sus experiencias de búsqueda, de cómo han documentado, de cómo acompañan a las familias que buscan a los suyos, de cómo es buscar en un cementerio, de cómo es ir de montaña en montaña en busca de un rastro, de cómo se le hacen preguntas al tiempo, a la tierra, a los ríos, a la vida misma.

Cada experiencia cuenta

Luis Leonir López busca a dos hermanos desaparecidos en Urabá en 1985 y 1998. No dice cómo ni quién los desapareció. Solo dice que no ha dejado de buscarlos, que ha seguido la ruta de lo que le han dicho, ha ido a pueblos, a veredas, a terminales de transporte. Es líder de la Cooperativa Cacao Vive, del corregimiento San José de Apartadó. “Tenemos que mejorar la información territorial sobre la desaparición, tener un censo poblacional de personas desaparecidas en las comunidades campesinas”, dice, “es importante recoger el insumo, nombres y apellidos completos, número de cédula. No pregunto por los actores armados responsables, porque el papel de la UBPD es humanitario y no investigativo.”

La Mesa Departamental sobre Desaparición Forzada en Antioquia y la Mesa Departamental de Víctimas de Antioquia, por ejemplo, documentaron 410 casos de personas desaparecidas, que entregaron a la JEP, la Comisión de la Verdad y a la UBPD. Luz Elena Galeano, una de las voceras, busca a su esposo y dice que lloraron de la felicidad cuando terminaron esa tarea, porque no solo es la búsqueda de su pareja, sino la de otras personas. “Vimos la necesidad de organizar un formato que hace unas preguntas que son sensibles, pero que tienen que ver con el nombre, quién lo busca, fecha de desaparición, el relato de los hechos. Para nosotros, lo más importante era llegar a esa persona, saber a quién se busca, quién es la persona buscadora”, dice.

Otra experiencia de búsqueda es la que relata Leonor Marina Restrepo, de la Corporación Región, donde crearon una estrategia denominada la Escuela de Rita, con la que documentaron 65 casos de personas desaparecidas en los municipios Granada y San Rafael en el Oriente de Antioquia. Ella, retomando la experiencia del vaso, dice que cada persona merece ser buscada, eso exige armar un rompecabezas, juntar cada pieza. “Esto es un rompecabezas y armarlo exige muchas personas, mucha gente, muchos recuerdos, muchas historias encontradas. ¿Cómo lo hacemos? Lo hacemos con unos jugueticos”, explica.

Ellas hacen un proceso de formación con las familias y utilizan una cartilla que contiene diez lecciones, en las que abordan cómo se hace la búsqueda. Y van de lo más bonito a lo más doloroso. “Les preguntábamos el recuerdo más lindo de su familiar. A cada familia le dimos una bitácora de la familia, en donde escriben cómo era de niño, qué vicios y manías tenía, qué jugaba en la escuela. Dejamos que el recuerdo llegue a través de historias bonitas y maravillosas para luego preguntar por los momentos de dolor”, relata.

A esto le acompaña un trabajo de comunicación e incidencia social, con conversatorios y reuniones en los que se habla de la desaparición forzada. Cuando terminan el proceso le dan a cada familia los archivos de la búsqueda, para que cuando regrese una institución no tengan que narrar y describir de nuevo su historia, sino que esta esté contenida en los archivos.

Otra experiencia es la que tiene el IPC y la OIA en diez cementerios de Antioquia, de la mano de la Unidad de Búsqueda. De las 120 mil personas desaparecidas en el país, 25 mil se encuentran en cementerios, de ahí la importancia que tiene saber cuántos cuerpos están en los camposantos, el estado de conservación y la información existente sobre cada cuerpo.

El equipo visitó municipios de las regiones Suroeste, Occidente y Norte cercanos al río Cauca, en los que identificó más de cien cuerpos inhumados en bóvedas en los cementerios principales. Para saber sobre estos, los investigadores revisaron libros de las parroquias, registros civiles de defunción en notarías y Registraduría, así como actas de levantamiento y protocolos de necropsia.

Entre las primeras conclusiones de ese ejercicio, identificaron que gran parte de los cuerpos inhumados en cementerios habían sido recuperados del Cauca, con signos de muerte violenta; también encontraron cuerpos de antiguos excombatientes de grupos armados. Sin embargo, se encontraron con archivos deteriorados, con cuerpos que nunca fueron registrados y de los que no hay mucha información, incluso de cuerpos que fueron arrojados en fosas comunes y mezclados con restos de cuerpos identificados.

Una de las integrantes de la UBPD dice que esta no parte de cero en la búsqueda. Que antes de llegar como institución, las familias y organizaciones habían tenido un trabajo fuerte en la búsqueda, como las experiencias de líderes y organizaciones. Esa unión de voluntades es la que podría ayudar a juntar las partes de un vaso roto en cientos de pedazos.

Juan Camilo Gallego Castro
Periodista de la Universidad de Antioquia. Autor de los libros "Aquitania. Siempre se vuelve al primer amor" (Sílaba Editores, 2016) y "Con el miedo esculpido en la piel" (Hombre Nuevo Editores, 2013). Algunas de sus crónicas han sido publicadas en Frontera D (España), El Espectador, Verdad Abierta, Pacifista!, Universo Centro y Hacemos Memoria.