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El fantasma de la paz ya no asusta

Artículo de opinión por diego Herrera Duque, presidente del Instituto Popular de Capacitación (IPC) Buena parte de los colombianos, luego del escepticismo generado por las...

Candidaturas en Urabá le apuestan al desarrollo pero no a la...

Un notable vacío en propuestas para la reparación a las víctimas, la restitución, el acceso a la tierra, el retorno, el posconflicto y el...

Bajo Cauca debatirá sobre paz en encuentro regional

El Encuentro Regional “Bajo Cauca antioqueño: desafíos y oportunidades a la luz del Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de...

¿Dónde queda el derecho a la vida, señor Procurador?

Editorial por José Girón Sierra

Analista de paz del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Un agudo debate se ha desatado en el país con motivo de la solicitud del Ministerio de salud de suspender el uso del glifosato a raíz de estudios foráneos, puesto que ya existían desde hace rato los nacionales, que alertan sobre su peligro para la salud y la vida. Las posturas de los contradictores dejan entrever que el problema de fondo en esta discusión no es propiamente científico sino que, al lado de obvios intereses económicos de las multinacionales que se han enriquecido con la industria de estas sustancias químicas, este hecho se ha convertido en un nuevo caballito de batalla para atacar el proceso de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC en La Habana (Cuba). No deja de llamar la atención que quienes se deshacen en agravios en contra de esta decisión, como el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez,  sean los mismos que se oponen de manera irreflexiva a una salida negociada al conflicto armado.

Los tres nudos gordianos de la paz

Editorial por José Girón Sierra

Analista de paz y conflicto del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

En los tres años que lleva el proceso de negociación, no había tenido una coyuntura más difícil que la actual. Las circunstancias más negativas parecen confluir: como si las energías positivas sufrieran una especie de complot o como si los astros estuvieran alineados en su contra. Hechos relacionados con el mismo proceso, factores adversos de larga data no resueltos y  cambios en la dinámica económica y social, concentran esa amalgama de fuerzas que configuran tres nudos que, por su naturaleza, parecieran bien difíciles de desatar. Mirémoslos:

1.   El proceso colombiano de paz en La Habana (Cuba) carece de un liderazgo capaz de poner a soñar en la posibilidad de un país distinto al que nos ha dejado la guerra. El Presidente, Juan Manuel Santos, no es el líder para ello y las razones son varias: NO se puede ignorar que el mandatario, por razones que no es el caso señalar, se la ha jugado por resolver el conflicto armado de larga duración que ha aquejado a la nación colombiana, pero desde que Santos diera a conocer  esta decisión, su gobierno ha acusado una baja aprobación con una tendencia a acrecentarse, como lo indica la encuesta de opinión dada a conocer el día 30 de abril del presente año, según la cual sólo el 29% ve su gestión como positiva. Imponer  una negociación en medio del conflicto es comprensible  para quien no quiere dar ventajas en la guerra pero es una pésima decisión si se quiere resolver el gran acumulado de desconfianza en todos los estamentos y estratos sociales, es quizás la razón más importante del por qué las cosas están como están. Como lo hemos indicado en varias oportunidades, no se trata sólo de deficiencias comunicativas del Presidente, cada avance en La Habana se ve de inmediato  opacado por la relevancia que se da a los hechos de la guerra, bastante bien recogidos y utilizados por los enemigos que desde el Estado (Procuraduría), los medios y la sociedad misma, animan el odio y el espíritu de venganza.

La verdad sobre el paramilitarismo sigue en construcción

Cien ex combatientes paramilitares que están en proceso de reinserción serán certificados en Medellín por su contribución positiva a la verdad y a la memoria. La certificación será entregada por la Dirección de Acuerdos de la Verdad, una dependencia del Centro Nacional de Memoria Histórica cuyo propósito es recoger testimonios de los desmovilizados de las AUC que no estén comprometidos con graves delitos y que hayan cumplido con una reinserción sin reincidencia.

De 13.000 desmovilizados que ha contactado la Dirección de Acuerdos de la Verdad en todo el país, más de 8.000 están contribuyendo con sus testimonios. En Antioquia 1.274 personas desmovilizadas de estructuras como Cacique Nutibara, Élmer Cárdenas, Héroes de Tolová y Bloque Central Bolívar Nororiente antioqueño han contribuido con sus relatos. Con la información que entregan estos ex paramilitares se elaborará una serie de informes de esclarecimiento.

Los informes profundizarán en la verdad sobre: cómo surgieron los grupos, quiénes los impulsaron, cómo los conformaron, quiénes fueron los comandantes, qué cambios hubo en las estructuras de mando, en qué zonas incidieron, cómo fue la relación con las comunidades, cómo fue la búsqueda de legitimación, cuáles fueron los hechos de violencia que cometieron, y cuáles las consecuencias y los daños ocasionados. También contendrán revelaciones sobre sitios de entrenamiento, sitios de tortura y acciones de despliegue en los territorios.

Independencia judicial como aporte a la paz

 

Comunicado a la opinión pública

Las graves acusaciones hechas contra los Magistrados evidencian la profundidad en la  crisis de legitimidad de la justicia y ponen como reto a la sociedad avanzar en la construcción de una institucionalidad afín al Estado Social y Democrático de Derecho, en el que no solo se garantice el equilibrio de poderes sino también una función judicial que efectivamente sea un bien público al servicio del colectivo y no de intereses privados.

Hay que llegar al fondo, pero no como una cruzada del bien ni como una jauría detrás de su presa herida. Esta es la oportunidad para hacer un diálogo de sociedad sobre la justicia que necesita la paz a la que se aboca el país; para develar la profundidad de los tentáculos de esta captura criminal del sistema judicial.

El papá de un futbolista colombiano ajusta veinte años desaparecido

Foto: cortesía de Silvia Quintero

El domingo 8 de marzo de 2015, familiares y amigos realizarán un acto de conmemoración por la desaparición forzada de Jaime Enrique Quintero Cano, padre del futbolista colombiano Juan Fernando Quintero Paniagua y hermano de la líder de víctimas Silvia Quintero, quien durante dos décadas ha buscado incansablemente a su pariente.

El 01 de marzo de 1995 fue la última vez que la familia supo de Jaime Enrique. Ese día partió de su casa para presentarse al Ejército Nacional, buscando obtener la libreta militar para acceder a un empleo que le permitiera brindarle mejor bienestar a su bebé de 24 meses. Veinte años después, su hijo Juan Fernando se ha convertido en un reconocido futbolista colombiano, integrante en varias ocasiones de la selección nacional y jugador del Porto de Portugal, hazaña que no pudo ver su padre quien desapareció en extrañas circunstancias días después de enfilarse en las Fuerzas Armadas.

El pensamiento crítico, la paz y la universidad

Editorial por José Girón Sierra

Analista de paz, conflicto y seguridad del Observatoriod de Derechos Humanos del IPC

El 27 de febrero el Estado colombiano pedirá perdón a la sociedad, y de manera específica a la antioqueña, por el asesinato del defensor de derechos humanos Jesús María Valle, a raíz de la condena proferida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Este hecho mirado en el contexto de la negociación del conflicto armado entre el Gobierno y la insurgencia, debe motivar algunas reflexiones atinentes a las causas de esta guerra y al qué hacer, una vez se pacte la terminación de la misma como muchos aspiramos.

La inequidad y la exclusión social y política están de fondo como causas insoslayables, según lo demuestran muchísimos estudios, incluido el reciente informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, realizado por 12 reconocidos académicos por encargo de la mesa de negociaciones  desde La Habana, (Cuba).

Si ni siquiera pueden ser policías, ¿entonces qué?

Editorial por José Girón Sierra

Analista de paz del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

El 26 de enero de 2015 el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en uno de sus tantos viajes buscándole recursos al postconflicto, declaró en París (Francia) lo siguiente: "En las zonas de conflicto queremos una presencia especial donde por muchos años han soportado la guerra y hemos pensado que el concepto de la gendarmería funciona como anillo al dedo, en esas zonas. No lo descarto, que esa policía tenga presencia de guerrilleros desmovilizados, eso hay que negociarlo entre las dos partes”.

Esta postura del primer mandatario colombiano, mostró de parte de los enemigos del proceso de La Habana y de no pocos sectores políticos del país ––que de dientes para fuera dicen aprobar las negociaciones pero de dientes para adentro hacen parte de ese coro opositor––, una reacción de cuyo tono sólo era posible inferir violencia, agresividad y un espíritu retaliativo.