Inicio Democracia “Soy capaz”: lo escrito con la mano fue borrado con el codo

“Soy capaz”: lo escrito con la mano fue borrado con el codo

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Editorial por José Girón Sierra

Analista de paz y conflicto del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Así parece haber ocurrido con la campaña SOY CAPAZ. El lunes nos despertamos ilusionados y con la convicción de que asistíamos a una novedad: un sector bastante importante de la elite colombiana, representada por empresas como Bancolombia, Bavaria, Coca Cola y Claro, a los cuales se agregaron los principales medios, escritos, radiales y televisivos, se comprometía con el desarrollo de una campaña, bastante creativa en su diseño y concepción, fundamentada  en la idea de colocar como centro durante un mes el tema de la paz.

Lo novedoso radicaba en el hecho de que, contrario a lo ocurrido en procesos de negociación anteriores, en los cuales los gremios económicos hicieron parte de ese campo adverso a cualquier posibilidad de darle una salida al conflicto armado, , que no fuera la guerra, ahora aparecía  tomando partido por la paz  y no de cualquier manera. Esto, como entrada a la Semana por la Paz, le imprimía a ésta un ingrediente que la sacaba  de cierta marginalidad a la cual se vio abocada en los últimos diez años, en los que de manera quijotesca  sostuvo, ante un escenario completamente adverso, que a la guerra había que darle fin, aferrados al compromisos ético, político y social de apostarle a la reconciliación entre los colombianos.

A muchos años de financiar la guerra mediante un impuesto, que no tuvo muchos reparos, se pasaba entonces, según se podía colegir de esta intencionalidad, a un escenario de compromisos no sólo para que el proceso que se adelanta en La Habana terminase de manera exitosa y se hiciese sostenible, sino también para que en las conciencias de  los colombianos(as), permeadas por la guerra y las violencias, se abriese espacio a los aprendizajes y prácticas que nos condujeran a una sociedad que, consciente de sus conflictos, se atreviera a asumirlos desde la vida y no desde la muerte.

Pero la dicha no duró mucho. El martes, ante  los anuncios del Ministerio de Hacienda sobre la urgencia de una nueva reforma tributaria, orientada a garantizar los recursos que demandaría un escenario de postnegociación o de postconflicto, en los términos de la financiación de los acuerdos de la agenda aun en discusión, se desencadenó una respuesta más que virulenta de muchos de los 120 firmantes de la campaña SOY CAPAZ. Para éstos, palabras más palabras menos, no hay plata, y aumentarles su carga impositiva los llevaría  a una inevitable quiebra, postura que contrasta con los informes de resultados que cada primer trimestre de año se conocen, los cuales revelan una situación completamente distinta. No es creíble que sectores como el minero-energético, el financiero, y el ganadero, para sólo indicar algunos, estén operando con tasas de ganancia que sólo les permiten equilibrio financiero.

La paz tiene sus costos, pero  hacerla posible retribuirá con creces cualquier sacrificio que se haga hoy. Esto es lo que no parece entenderse cuando afloran las nada nuevas mezquindades. Al soy capaz: de amar, de perdonar, de conciliar, hay que hacerle énfasis en el SOY CAPAZ DE DAR, no lo que me sobra sino lo que es necesario y esto no debe conducir a la ruina a nadie.

Hay que salirse pues de la retórica y las buenas intenciones: la paz reclama compromiso y debe seguirse  creyendo para no perder la ilusión de que la mayoría de los 120 empresarios que se comprometieron con esta campaña lo están realmente de corazón y de acción. Sería muy útil, que a las voces disonantes de esta semana irrumpieran otras, que desde propuestas más creativas, que a la tan trillada propuesta de evitar la evasión y la elusión, plantearan alternativas serias y factibles de financiar la restauración del daño  de aquello que no debió suceder: la destrucción y la muerte dejadas por la guerra.

 

José Girón Sierra

Observatorio del IPC

Septiembre de 2014