“Este es un respaldo irrestricto a la estrategia nacional de construcción de paz. Somos quienes tenemos que alzar la voz y ser actores claves en este proceso de diálogo, que no involucra solo al gobierno y los actores armados sino también a nosotros como víctimas y sociedad civil”, dijo Manuel Peña, representante movimiento comunal en Medellín y uno de los asistentes a la firma de la hoja de ruta de paz urbana de la sociedad civil de Medellín y el Valle de Aburrá.
Luego de un año de mesas, audiencias, espacios de diálogo y encuentros, las víctimas y organizaciones sociales y comunitarias dieron un primer paso en la construcción de la tan anhelada paz urbana, que tanto ha buscado construir la sociedad de Medellín, y que hoy sienta sus bases en una hoja de ruta que fue firmada por los y las asistentes al espacio, entre los que se encontraba la Senadora Isabel Zuleta, varios concejales de Medellín y el Consejero comisionado de Paz, Otty Patiño.
A pesar de que en esos espacios previos no se contó con la presencia del comisionado y que justamente ese fue uno de los llamados de las organizaciones, como se evidenció el pasado 5 de septiembre durante la audiencia pública llevada a cabo en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia, hoy víctimas y defensoras como Amparo Mejía celebraron la presencia de Otty Patiño en el espacio y lo vieron como una muestra de compromiso y respaldo a la labor de las organizaciones sociales de Medellín.
“Hoy las víctimas estamos muy contentas con su presencia, con el respaldo a este proceso pero queremos seguir diciendo que las víctimas exigimos representación y vocería desde nosotras. Por eso decimos que queremos una mesa con la senadora y con usted, comisionado, para que escuche todas las vocerías de las víctimas porque siempre hemos dicho y exigido una representación desde nosotras, pues la paz se hace con las víctimas y las mujeres”.
Esta hoja de ruta, explicó la Senadora Zuleta, representa el esfuerzo y compromiso de la sociedad civil de Medellín y el Área Metropolitana que de manera autónoma, se ha organizado en diversas asambleas y delegaciones. Una juntanza que dio como resultado el Manifiesto por la paz urbana: ¡Para la guerra nada! firmado y construido por más de 300 personas y 50 organizaciones de la sociedad civil en enero del presente año.
“Hoy refrendamos una forma organizativa propia que la ciudadanía de Medellín nos presentó. Hoy no estamos trayendo algo distinto de lo que fue la organización de ustedes mismos y lo que queremos decirles es que valoramos ese esfuerzo organizativo tan crucial e importante, y que para nosotros, más que una propuesta que nos hayan presentado el comité de impulso, es un reto consolidar la paz urbana desde los corazones de la ciudad de Medellín, desde los corazones de los barrios populares, de los procesos obreros, los sindicatos que también han participado en diferentes espacios”, expresó Zuleta.
Esta ruta de la sociedad civil está sustentada en cinco pilares claves que fueron los ejes transversales durante este año de conversaciones y esfuerzos: el primero, de la ética de la vida e identificación de las formas de violencia en los territorios; el segundo sobre el diálogo social e integridad para la equidad territorial; el tercero basado en la verdad para la reconciliación, la no repetición y la Paz Urbana; el cuarto, en la generación de nuevas economías; y finalmente, la exigibilidad del desmonte de las Estructuras Armadas Ilegales de Medellín y el Valle de Aburrá.
Estos cinco puntos esperan aplicarse de manera inicial en unos barrios priorizados en la ciudad, los cuales también serán definidos de manera autónoma por los procesos organizativos que han acompañado la construcción de la ruta, y que luego se replicarán en otros escenarios a nivel departamental y nacional. La apuesta es por la territorialización de la paz a partir de dos distinciones: los acuerdos, entre el gobierno y la sociedad civil, y los compromisos, entre el gobierno y los voceros de las estructuras armadas, con un énfasis muy especial en el seguimiento y la veeduría de estos acuerdos y compromisos.
El comisionado por su parte, resaltó la gran labor que ha hecho la sociedad de Medellín por la consolidación de esta paz urbana y por su amplia trayectoria en la pacificación con mirada territorial, un ejemplo que hoy dará frutos para el proyecto de paz total del presidente Gustavo Petro. Patiño expresó que esta paz tiene cuatro características muy especiales: es una paz grande, a pesar de ser focalizada; es una paz que debe tener la concurrencia de todos los sectores y toda la población de Medellín y del Valle de Aburrá; es una paz que debe ser exigible dentro del marco de derechos fundamentales; y finalmente, lo que la hace tan única, es una paz territorial.
“Hoy el centro de la paz es lo territorial. Pensar que el cese al fuego es el eje de la paz es un error, dijo el presidente en un consejo de seguridad. Y esta paz territorial comprende la transformación territorial, la transformación de las economías ilegales, y el respeto por los niños, niñas y adolescentes para que no se reproduzca la participación en los elementos de violencia que han pervivido en los barrios. Todos estos temas los veo en esa ruta y yo tengo la esperanza y la seguridad de que Medellín puede darnos muchas luces sobre cómo se puede concebir la paz urbana”, puntualizó Patiño.
Para Diego Herrera, integrante del Comité de Impulso de la Paz Urbana, contar con la presencia de Patiño en el espacio es una respuesta oportuna ante las exigencias que el comité de impulso ha tenido frente al compromiso que tienen con la política de paz urbana: “por lo que esperamos que en este nuevo momento que hoy se anuncia se responda con mayor dinamismo y eficacia a este proceso, demostrando con hechos que la paz urbana continúa siendo una prioridad del gobierno nacional”.
Son varios los retos que quedan y el camino a seguir. Para Herrera, el llamado es a que el Gobierno Nacional genere condiciones y garantías de participación de manera activa y eficaz y que el proceso participativo continúe dando frutos y respuestas a las víctimas y a la sociedad en general, implementando políticas y programas que puedan mejorar las condiciones de vida a nivel territorial, contribuyan a la reparación y garanticen los derechos de las víctimas de Medellín y el Valle de Aburrá.
Para la Senadora Zuleta, por su parte, el hecho de que este proceso no cuente con bases jurídicas genera muchas inquietudes e incertidumbres dentro de la sociedad civil. Sin embargo, dice, “ya hay un pronunciamiento de la Corte Constitucional en relación a la paz total. Sabemos que esta ley no es suficiente y que mandata al Congreso de la República a que realice un desarrollo normativo para los procesos de sujeción, sometimiento y acogimiento, y este mandato lo tiene el Congreso. El compromiso es hacer las gestiones para impulsar lo que se necesite en materia jurídica, no dejarlo de lado, pero tampoco que sin él no podamos avanzar en la construcción de paz urbana”.
La firma del documento da por sentado entonces que la paz es un asunto común, de construcción colectiva, de apuestas por el buen vivir y las garantías de vida digna, del reconocimiento del otro y la otra y de que, para lograr una paz total, debemos hacer las paces con nosotros mismos, entre nosotros mismos y con nuestro entorno. Un camino largo, en el que Medellín lleva más de 30 años caminando y que hoy se niega a rendirse.