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Hoy concluye el primer ciclo de las pre-conferencias Clacso, que se desarrollaron esta semana en Bogotá, Cali y Medellín como preámbulo a la VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, y que continuarán el 17 de noviembre en la ciudad de Manizales. Para entender más sobre la trascendencia que tendrá este evento para Colombia, la Agencia de Prensa del IPC dialogó con Pablo Gentili, del Concejo Latinoamericano de Ciencias Sociales –Clacso.
Pablo Gentili es doctor en Educación de la Universidad de Buenos Aires y ha publicado más de veinte libros sobre reformas educativas en América Latina y el Caribe. Desde 1992 reside en Brasil, donde es profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro y en la actualidad es el secretario ejecutivo de Clacso.
El académico habló sobre los acumulados que le dejará la VII conferencia de Clacso a Colombia y sobre los desafíos que tiene la educación en el país -y en general en la región-, cuando se adelanta un proceso de paz con la guerrilla de las FARC.
Pablo Gentili refirió la necesidad de que las ciencias sociales hagan un mayor aporte a la construcción de políticas públicas democráticas y, a su vez, pidió que los gobiernos tengan más en cuenta las contribuciones que hacen las universidades y las organizaciones sociales y populares.
Respecto a la educación, criticó el enfoque reduccionista de capacitar a los alumnos para el mercado del trabajo y enfatizó la necesidad de formar seres humanos solidarios, con valores, participativos y democráticos. Esto fue lo que dijo el secretario ejecutivo de Clacso:
¿Qué le quedará a Colombia y en especial al sector las ciencias sociales después de la VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales en 2015?
Es la oportunidad de tener un espacio de reflexión y de pensamiento incomparable como son las conferencias de Clacso, la anterior se hizo en México.
Es una posibilidad no solo de contribuir desde las ciencias sociales a pensar los temas fundamentales de nuestros países en el campo de la educación, la cultura, la inclusión social, los derechos humanos, el cambio climático, las migraciones, los procesos de movilización y de participación popular, en fin, todos estos temas, aproximándose a las grandes contribuciones que se hacen desde la investigación con las nuevas perspectivas que abordan estos problemas, sino también la posibilidad de poder interpelar a quiénes están en el campo político, en los procesos de participación, en las organizaciones sociales y populares, a poder pensar esta conexión, tender estos puentes entre las ciencias sociales y la política.
Las ciencias sociales tienen que alimentar sus agendas de los grandes problemas de gestión, producción y desarrollo de políticas públicas democráticas en la región. Al mismo tiempo los gestores y los diseñadores de políticas públicas, que no son solo los que están en los gobiernos sino también en las organizaciones sociales, populares, y en los movimientos sociales, tienen que poder utilizar el pensamiento, la reflexión y la investigación que se hace en nuestras universidades. No solo las universidades se tienen que inspirar de la política sino también es muy importante que la política utilice las grandes contribuciones que se pueden hacer desde el pensamiento social crítico a los procesos de transformación y cambio democrático que viven nuestros países.
Entonces creo que queda la gran oportunidad no solo de haber pasado una semana discutiendo temas fundamentales sino también de pensar que en cualquier proceso de cambio que viven nuestros países, y Colombia está viviendo un proceso de cambio muy profundo, el pensamiento social hace una contribución que es brindarnos herramientas para pensar más y mejores políticas públicas para nuestros países, más y mejores políticas de inclusión que al mismo tiempo serán el elemento que inspire el desarrollo de las agendas académicas del futuro en nuestras sociedades.
En este diálogo entre la investigación social, el desarrollo y la formulación de políticas públicas dentro y fuera de los Estados en el campo social, está creo yo que esta una de las claves del fortalecimiento de la democracia en nuestros países y este es uno de los objetivos de esta conferencia.
Por último, usted es experto en temáticas de educación, ¿cómo ve a Colombia en esta materia?
Yo creo que Colombia como casi todos los países de América Latina ha tenido una expansión de su sistema escolar muy importante en los últimos años. Los procesos de inclusión educativa en Colombia han mejorado, el país tiene un sistema educativo más democrático y más justo que el de hace 20 años.
Ahora, creo que es importante en Colombia como en todos nuestros países, ahora que tenemos mayores oportunidades de acceso y permanencia en la escuela, pensar cuál debe ser la función social de la escuela, porque Colombia como casi todos los países de la región aparece interpelada por un discurso tecnocrático acerca de que la educación sirve para el desarrollo de las competencias que los individuos utilizarán en los mercados de trabajo. Nosotros aquí somos enfáticos en criticar esta perspectiva que es reduccionista del papel de la educación.
Colombia está viviendo la construcción de un proceso de paz que va a ser fundamental para su presente y su futuro y esto pone a la educación un enorme desafío, la educación es uno de los espacios sociales donde los individuos comienzan a pensar y a soñar con qué futuro quieren para ellos mismos y para sus hijos. En la educación es donde se empiezan a pensar las posibilidades de crear una alternativa social y duradera, incluyente o excluyente, democrática o antidemocrática. No es que en la educación se crea solo la posibilidad de construcción de la utopía de un mundo más justo y democrático. En la educación también se fortalecen todas las ideologías que hacen de este mundo un mundo de injusticias que vivimos, un mundo poco solidario y poco humano. Por lo tanto hay una disputa de valores, una disputa de proyectos, una disputa de sociedad dentro del sistema educativo, pero nosotros nos distraemos todo el tiempo pensando que el único problema es cómo se aprenda matemáticas, ciencias o lengua en la escuela. Eso es importante pero también es muy importante qué visión de mundo estamos construyendo con nuestros alumnos, que visión acerca de la paz, acerca de la justicia social y acerca de la democracia; y que eso no pase solo por un problema de aprenderse la constitución de memoria, sino que pase por hacer de la escuela un espacio de ejercicios de derecho, un espacio más participativo. No podemos enseñar la solidaridad si no la practicamos en la escuela, no podemos enseñar la justicia social si no aprendemos a cultivar valores ciudadanos dentro de la escuela, si la participación no se practica en la escuela, si la educación no es un gran campo de ejercicio de la ciudadanía. Esto es lo que está en juego en Colombia como en toda América Latina.