Este diseñador de joyas y orfebre, de 30 años de edad, quien posee la doble nacionalidad y reside en Colombia, llegó al país centroamericano el 1 de junio, acompañado de su novia, la ciudadana suiza Simone Blum. Ambos estaban viajando como turistas en el interior del país cuando el 28 de junio estalló en Tegucigalpa un golpe de Estado contra el presidente constitucional Manuel Zelaya.
La destitución a la fuerza de Zelaya y su posterior deportación a Costa Rica derivó en numerosas protestas de partidarios del presidente derrocado y de simpatizantes del derrocamiento que acabaron en enfrentamientos callejeros.
En ese contexto político y social estaban los turistas Milko y Simone cuando el 10 de agosto la mujer viajó a Guatemala y el colombo-venezolano se quedó en Tegucigalpa a la espera de su vuelo de regreso a Bogotá, previsto para el día 13. Pero las circunstancias judiciales evitaron que saliera del país.
De acuerdo con informes de organismos defensores de derechos humanos hondureños que conocen del caso, la noche del 12 de agosto Milko salió del hotel donde estaba hospedado en busca de un restaurante para cenar. En el camino fue abordado por tres militares, quienes lo detuvieron sin ninguna justificación legal. Al momento de la retención, el ciudadano colombo-venezolano fue golpeado y arrastrado hasta un camión oficial.
Ese día se habían realizado en Tegucigalpa sendas manifestaciones políticas en contra del golpe de Estado y al parecer los militares sospechaban que Durán Céspedes había participado en ellas. Junto con otras 25 personas fue conducido a las instalaciones militares de los llamados Comandos Cobra, una unidad especializada del Ejército.
En ese centro militar fue aislado y llevado a un cuarto con una mesa grande. Fue encerrado con dos oficiales, uno de ellos identificado solamente como “el señor Madrid” y el otro como Denis Casula. Allí le hicieron preguntas, sobre su relación con la financiación de las manifestaciones, el presidente venezolano Hugo Chávez Frías e insistieron si pertenecía a la guerrilla colombiana de las Farc. También fue cuestionado por poseer dólares.
El relato entregado a los defensores de derechos humanos indica que Milko se quedó sólo en cuarto con el agente Casula, quien procedió a torturarlo para que le firmara unos papeles, que en principio se negó, al no tener ningún abogado que lo asesorara y que estuviera presente. En ese momento fue amenazado con los choques eléctricos, lo que impulsó al colombo-venezolano a rubricar los documentos que al parecer correspondían a las actas donde reconocía que había cometido actos de sedición.
Durante su paso por las instalaciones del Comando Cobra, Milko recibió castigos físicos: fue golpeado con toletes, reglas de madera y objeto de hierro. Recibió golpes en sus brazos, manos, cara, estómago, pómulo, garganta, cabeza y costillas; además, fue objeto de ofensas y burlas por parte de los agentes del Estado.
De allí fue trasladado a la Jefatura Metropolitana Número Uno de la Policía Nacional, conocido en ese país como Core 7, un centro de detención de Tegucigalpa. Al amanecer del 13 de agosto, Milko fue sacado de su celda y junto con varios policías regresó al hotel donde estaba hospedado. Los agentes le revisaron sus objetos personales y le retuvieron su pasaporte, cerca de 815 dólares, una tarjeta de crédito de la novia y una memoria electrónica. Luego fue conducido nuevamente al Core 7.
Sólo hasta pasadas las doce del día de ese 13 de agosto, Milko pudo tener acceso a una abogada defensora, llamada Ritza Antune, quien se apersonó de su caso y lo acompañó a la audiencia de imputación ante el juez Daniel Quevedo, quien le dictó medidas cautelares por los delitos de sedición, manifestación ilícita, daños en bien ajeno y robo. De allí fue trasladado a la Penitenciaría Nacional, donde pasó siete días.
Su detención fue reportada por la prensa de Tegucigalpa el 14 de agosto: “Las celdas de la Jefatura Metropolitana número uno de la Policía Nacional, permanecían ayer repletas de manifestantes que fueron capturados la tarde del miércoles a inmediaciones del Congreso Nacional, entre ellos un individuo que tenía pasaporte venezolano”, escribió el diario La Tribuna.
Por su el comisionado de Policía Danilo Orellana, jefe de la operación de seguridad del Gobierno golpista de Roberto Micheletti, declaró a varios medios de prensa que la captura del colombo-venezolano "da la certeza" sobre la denuncia de las autoridades de "que hay algunos extranjeros que andan agitando las masas en nuestro país".
El 20 de agosto Milko fue conducido a los tribunales a su primera audiencia. Conocidos allí los testimonios tanto de los testigos presentados por la defensa como por la Fiscalía, el juez tomó la decisión de dictar sobreseimiento definitivo por los delitos de sedición, robo y daños en bien ajeno y sobreseimiento provisional por el delito de manifestación ilícita, por lo que le impusieron medidas cautelares sustitutivas a la prisión preventiva, obligándolo a reportarse ante las autoridades cada 15 días hasta tanto se resuelva el caso, que se calcula sea a finales de noviembre.
“Mi caso hace parte del primer juicio político aquí en Honduras a raíz del golpe militar. El juicio ha sido manipulado por el actual gobierno que tiene odio contra personas extranjeras y sobre todo contra colombianos o venezolanos. Mi caso es un caso de racismo y nexos políticos, en donde yo no tengo que ver. Simplemente estaba conociendo este país”, declaró Durán Céspedes a través de un mensaje enviado por Internet.