La memoria de los y las campesinas del Urabá está ligada a la tierra, esa misma de la que fueron desterrados en el marco del conflicto armado.
Quienes han permanecido y han retornado a sus territorios, hoy tienen diferentes apuestas por dignificar la labor del campesino y los productos autóctonos de su región con el propósito de evidenciar que Urabá es más que producción de plátano y banano. Uno de ellos es Jesús Guisao, integrante de la organización Cacao Vive y habitante de la vereda Cristalina en San José de Apartadó.
En la quinta feria campesina organizada por la Red Sembrando Paz, Jesús llegó para ofrecer tres productos únicos y originarios de su región: el bore, el ñampí y la papa china. De este espacio hacen parte las organizaciones Tierra y Paz, Cacao Vive y Acasa, e impulsada por el Instituto Popular de Capacitación – IPC, en el marco del proyecto de Economía social y solidaria.
“El bore usted lo puede echar en la sopa, el sancocho o en un guiso. Yo lo tengo sembrado hace 25 años en la finca. Estos no son productos muy conocidos en el mercado, pero tiene las mejores proteínas de todos los productos del campo y no es contrario para el diabético ni para los que no pueden comer algunas harinas. Esto lo puede comer todo el que quiera”, explica Jesús.
A pesar de que son productos muy exóticos y que generan intriga en los comensales, es poca la cantidad que logra comercializar, pues las personas que visitan la feria campesina desconocen las propiedades alimenticias y la forma de cocción de estos alimentos.
Es por eso que iniciativas como la feria campesina permiten a sus visitantes conocer e identificar estos productos que no son tan comerciales como la papa, el plátano o la yuca, que están en todos los espacios de la urbe.
«Aquí también tratamos de contarles cómo se pueden comer, poder generar ese diálogo directo con las personas que lo están produciendo y las que los están comprando, e informarle cómo es su proceso de preparación. Con esto le apostamos a poder visibilizar y evidenciar que la región de Urabá no es solamente banano, sino que también es producción biodiversa de muchos alimentos que tenemos acá», explica Sebastián Cadavid, profesional en terreno del IPC e impulsor de la feria.
Así mismo, esta iniciativa de la Red Sembrando Paz le apuesta a la transformación de algunos productos, como frutas y verduras que son ofrecidas en yogures y encurtidos, para que su comercialización no se límite a la materia prima que muchas veces se pierde debido a la falta de vías de acceso que limitan el transporte y a la falta de compradores fijos que limita la distribución.
Sin embargo, en esta feria en especial no solo los alimentos tuvieron un espacio. En el marco del mes por la paz, la Red Sembrando Paz permitió la participación de la Mesa de Reconciliación de Urabá a través de un espacio llamado Carpa de la memoria y en la cual estuvieron entidades como la Unidad de Restitución de Tierras (URT), la Unidad de de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), las Universidades Luis Amigó y de Antioquia, y el Desminado Humanitario.
Un mapa de la región daba apertura al espacio de la carpa y en él estaban reflejadas las dinámicas de despojo y abandono en la región de Urabá. Según los datos proporcionados por la URT, a septiembre de 2023, la dirección territorial de Urabá reportó 1.737 solicitudes en proceso de demanda, 412 solicitudes en inscripción y 459 solicitudes en proceso de sentencia.
En esta carpa, los visitantes pudieron conocer los hechos violentos que han azotado históricamente a la región con el objetivo de que la historia, los relatos y los rostros de quienes fueron víctimas no se olviden y pervivan en el relato de los y las habitantes de este territorio.
Rogence Velosa, analista de contexto de la URT, explica que los mapas expuestos en la carpa evidencian que Turbo es el municipio que presenta mayores índices de victimización relacionadas a las dinámicas de despojo y abandono.
“Lo mismo en el norte de Urabá. Cuando nos acercamos a los que están en torno a Necoclí, Arboletes y San Pedro de Urabá, vemos que hay una concentración significativa en torno a casos que tienen que ver con las inscripciones y solicitudes en demanda de predios. Yo creo que eso da cuenta del fenómeno de violencia y sobre todo de despojo que vivió la región de Urabá”, argumenta Rogence.
La apuesta de la URT en este espacio está estrechamente relacionado con la recuperación de una estructura agraria que caracteriza y da identidad campesina a los territorios, afirma Rogence que para “que avance la restitución es una forma de que esas identidades, esas formas productivas y de convivencia también se restituyan”.
Restituir no sólo el acceso a la tierra y a las formas productivas, también se trata de restituir y reconstruir los tejidos sociales fracturados y rotos por las acciones violentas que marcaron la historia del Urabá antioqueño.
Para Sebastián y Jesús es una apuesta por recuperar los saberes ancestrales perdidos, el valor de la semilla nativa y la apuesta por una alimentación sana y sostenible. “Vemos que es una apuesta donde se puede empezar a generar esa conversación directa entre las personas de la urbanidad y las personas que producen esos alimentos que son los que han sufrido el conflicto —dice Sebastián—. Entonces a partir de la economía social y solidaria vemos la alternativa para poder volver a generar ese tejido social o para volver a tejer eso que en algún momento se rompió”.