-¿Por qué defender el territorio?
–La defensa del territorio para nosotros es un acto significativo: poder permanecer en él, cultivar en él, subsistir de él y además de todas las expresiones culturales que de ahí salgan. Esto es para nosotros una manera de resistir y permanecer en el territorio con el objetivo de poder ver nuestras familias crecer.
Por años, las comunidades habitantes del Bajo Cauca han hecho frente y resistencia a las diferentes acciones violentas y actividades extractivas que han puesto en juego sus vidas y su permanencia en el territorio. Y a pesar de que esos escenarios aún no desaparecen, hoy su mirada está puesta en la defensa integral del territorio y los derechos humanos.
Durante el Segundo Foro Subregional de derechos humanos y defensa del territorio, más de 140 personas, en compañía de 15 instituciones regionales, nacionales e internacionales, se reunieron para discutir la situación de derechos humanos en la subregión pero también para plantear estrategias y propuestas de defensa territorial y cuidado y protección del ecosistema.
La participación principal estuvo a cargo del Cuerpo Colegiado de los Guardianes del Río Cauca y la Red Pluriétnica por la defensa del territorio y los derechos humanos del Bajo Cauca, dos organizaciones que vienen trabajando y desarrollando propuestas en torno a la defensa del territorio, el cuidado del ambiente y la coexistencia de todas las formas de vida y actividades económicas en el Bajo Cauca.
“Desde la Red Pluriétnica hemos visto la necesidad de empezar a trabajar, de construir territorio, pero también de defenderlo desde adentro. Estos diálogos se pensaron con el fin de que los nuevos gobiernos locales comiencen a tener un enfoque de derechos humanos, a pensarse que los territorios no son simplemente un tema de productividad extractiva, sino también que estas comunidades vienen sufriendo problemas de derechos humanos, de presencia de grupos armados, de conflictos ambientales y sociales”, comenta Mauricio Muñoz, integrante de la Red Pluriétnica del Bajo Cauca.
Y así como Mauricio hizo un llamado a las autoridades locales para pensarse el territorio desde las comunidades y con las comunidades, Emilse Guerrero, guardiana del Río Cauca, puso en discusión la importancia del cuidado del río y sus afluentes, como fuente de vida, como patrimonio y como habitante de la subregión.
“El llamado es a que nos articulemos, que todos seamos dolientes del río, que todos los ribereños tengamos esa cultura y ese espíritu de cuidar a ese ser vivo que es el río, pero que no tiene voz y la voz somos nosotros, para que hablemos por aquellos que no pueden hablar por sí solos pero que sí tienen vida como lo es el río”.
La apuesta por la defensa territorial, tal y como lo han señalado las comunidades, debe empezar por ordenar el territorio desde ellas mismas y así consolidar una apuesta firme y sostenible en torno a la vida y la garantía de derechos. Carlos Zapata, presidente del Instituto Popular de Capacitación -IPC afirma que el cuidado de los principales afluentes hídricos del Bajo Cauca, como lo son el río Cauca y el río Nechí, deben ser la apuesta principal para la defensa del territorio y la coexistencia de diferentes formas de vida y economías sostenibles con la naturaleza.
“Que no lo ordene el capital, que no lo ordenen los armados, que no lo ordenes las economías ilícitas, sino que el territorio lo ordenen las personas que lo habitan, lo sienten y, sobre todo, que quieren que ese territorio siga siendo vivo para sus futuras generaciones”, agrega Zapata.
Ordenamiento territorial, memoria, paz total y distrito para la vida: las apuestas subregionales del Bajo Cauca
Durante esta jornada, se elaboraron cuatro mesas de trabajo con las diferentes comunidades campesinas, cabildos indígenas, consejos comunitarios, pescadores y mineros y que se preocupan por el devenir de su territorio en el marco de unas apuestas nacionales y regionales por ordenar y proteger el territorio.
La primera de ellas, en torno al ordenamiento territorial, dejó como conclusión la necesidad de formalizar las tierras y dar cumplimiento al punto uno del Acuerdo de Paz, relacionado con la reforma rural integral. Así mismo, se hizo un llamado a los gobiernos locales entrantes para que identifiquen áreas y posibles áreas de reserva campesina, resguardos indígenas y consejos comunitarios, dentro de sus planes de desarrollo y de ordenamiento.
En el marco de la mesa de construcción de paz total, las comunidades resaltaron la importancia de articular los diálogos del actual gobierno con un enfoque de derechos humanos y de reconocimiento de iniciativas de construcción de paz territoriales; es decir, una proyección desde adentro para generar impacto hacia afuera, trabajar en beneficio de las comunidades, sus tradiciones y culturas.
Otra de las mesas fue la de memoria y verdad, en la cual los participantes resaltaron la importancia de mantener vivos los relatos de lo que ha sucedido en sus territorios como una manera de hacer frente a los hechos violentos que aún persisten en la región. Desde allí, se planteó la necesidad de articular las diferentes iniciativas de construcción de memoria, verdad y paz, como lo son los consejos de paz municipales que vienen trabajando localmente por el reconocimiento de procesos sociales y de relatos que permitan la visibilización y la participación territorial.
Tal es el caso del Consejo Municipal de paz, Reconciliación y Convivencia de Caucasia, el cual viene asumiendo un rol de articulador regional gracias a propuestas de integración alrededor de temas de interés general, tales como el Congreso de consejos de paz de Norte de Antioquia, Bajo Cauca y Sur de Córdoba y el Foro subregional sobre DDHH y construcción de paz, bajo la premisa de pensar en clave de región para permitir espacios donde pensar y co-construir mejores condiciones para el Bajo Cauca y sus habitantes.
Y finalmente, en la mesa de distrito para la vida, la conclusión principal está en el ordenamiento y el reconocimiento territorial como una diversidad y una pluralidad, no sólo de comunidades y habitantes, sino también de actividades económicas y tradicionales que hacen que el Bajo Cauca deba ser un distrito para la vida, para todas las formas de vida. Estas apuestas, además, deben estar incluidas en el Plan Nacional de Desarrollo para el reconocimiento de todas las expresiones territoriales y potenciales ecosistémicos de la región, en pro de la vida de las personas y los ecosistemas.
“Para el IPC el balance es positivo. Creemos que en esta segunda versión de este foro pudimos generar algo muy positivo en cuanto a las discusiones por la defensa territorial y las propuestas de las mesas de trabajo; pero también el reconocimiento que han tenido los procesos organizativos y sociales por parte de las instituciones que nos acompañaron -explica Carlos Zapata-. Creo que fue un gran logro y que podemos ir posicionando este foro como uno de los principales espacios de discusiones en materia de derechos humanos en el Bajo Cauca”.