En Antioquia se habla de paz
La esperanza de una solución negociada al conflicto colombiano, encarnada en el acuerdo de negociación entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, alienta cada vez más el deseo de la sociedad de participar en la construcción de la paz. En Antioquia, esa aspiración se condensó en la propuesta de realizar un diálogo que convoca a los gremios, a las organizaciones sociales, a la clase política y a la ciudadanía en general.
Expectativa: inician los diálogos de paz
Las tensiones naturales de una negociación
Tras un proceso de paz: serio, digno, realista y eficaz
Por: José Girón Sierra
Experto en temas de paz y conflicto, socio del Instituto Popular de Capacitación
En estas cuatro palabras: seriedad, dignidad, realismo y eficacia, parece sintetizarse la voluntad del Gobierno y de las FARC de iniciar un proceso de negociación para terminar con una confrontación armada, a la que en algún momento, de vieja, ni se le reconocía. Estas palabras, por el significado que encierra cada una, alientan el optimismo, reactivan la esperanza y presagian que se están sentando las bases para romper la cadena ininterrumpida de hechos, que sembraron la desconfianza y la incredulidad.
El péndulo parece moverse en el sentido contrario a la guerra, sobre todo por un hecho que es fundamental en la resolución de los conflictos armados: el aserto de las partes de que al triunfo no se llegará por la vía de la derrota militar y que la prolongación del mismo no traerá sino tragedias para todos.
Sin duda la posibilidad de que el Estado, las guerrillas y la sociedad, según se propone, puedan colocarse cara a cara para explicitar sus verdades, conocer las lecturas propias de sus realidades e intentar imaginar algo común, no obstante sus diferencias, configura el primer paso para la reconciliación de una sociedad que ha llegado a unos niveles de victimización tan altos.
La llave de la paz casi se corroe
Por: José Girón Sierra
Socio del Instituto Popular de Capacitación, experto en temas de paz y conflicto.
Desde su posesión, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos hizo el grato anuncio de que la llave de la paz estaba bien guardada y que si sedaban las condiciones haría uso de ella. Desde hace dos años, entonces, el país estaba a la expectativa de que se diesen esas esperadas condiciones. Incluso algunos llegamos a pensar que, de bien guardada, dicha llave iba a ser presa del tiempo y del oxido; pues en el contexto de la guerra que nos agobia y que ajusta casi medio siglo, no aparecían indicios claros de que sus actores centrales caminaran en una ruta distinta a la de propinarse una derrota mutua.
En medio del emplazamiento, de quien desde su bunker no piensa sino en la guerra, y después de muchos rumores, de que el gobierno adelantaba conversaciones en Cuba con la insurgencia, el propio Presidente confirmó dichos acercamientos y anunció el comienzo de un proceso que pretende no caer en los mismos errores de los no pocos intentos fallidos, que se han tenido en el país, por darle fin a una guerra que ha llenado de víctimas a campos y ciudades.
Después de vivir ocho años de un gobierno en el que el tema la paz se estigmatizó y en el que fueron arrinconados y calificados de terroristas quienes quijotescamente continuaron defendiendo la paz como un derecho y la solución negociada como un valor, no se puede ocultar que este anuncio promete nuevos vientos y airea un tema clave para la sociedad. Ello explica, y no es para menos, la buena dosis de optimismo de importantes sectores sociales, de dirigentes políticos diversos y de analistas políticos de disímiles corrientes.
Acuerdo de diálogo revive esperanza de paz
Como positiva calificaron algunos analistas la iniciativa del gobierno colombiano y de la guerrilla de las FARC de adelantar acercamientos de paz. Los expertos, consultados por la agencia de prensa del IPC, manifestaron que la discreción, el cese al fuego, la participación política y el acompañamiento de la sociedad, son elementos claves para avanzar en un acuerdo que permita ponerle fin a 50 años de conflicto.
Mientras para algunos hay que tener esperanza pero sin ser triunfalistas; para otros, las situaciones que propiciaron este acuerdo de diálogo tendrían la connotación particular de que ambas partes quieren terminar la guerra. El desafío es que no se repitan los fracasos del pasado.
Sin embargo también existe temor por los enemigos que podría tener el proceso de paz, ya que históricamente algunos sectores se han opuesto a la negociación con las guerrillas, por lo cual se hará necesario brindar condiciones óptimas de seguridad.
Adiós a las armas….Un camino para iniciar la reconciliación nacional
Opinión editorial IPC
Por: Hernando Loaiza Bastidas, miembro de la Junta Directiva del Instituto Popular de Capacitación
En medio de tantas noticias, frustraciones y escándalos, la llave de la paz parece estrenarse en una cerradura esquiva y maltratada, no obstante, debemos celebrar que luego de la hecatombe humanitaria de los últimos diez años, se reabra el camino de la paz y sea posible mediante una salida negociada, que aprendiendo de los desaciertos anteriores y mediante un dialogo sincero, alcanzar el silenciamiento de los fusiles y ponga el punto final a la guerra colombiana.
El reto es inmenso para el Presidente Santos y para la sociedad en su conjunto, sobre todo si el marco exigido por el gobierno se condensa en los tres puntos explicados por el primer mandatario y por efecto de los mismos, las negociaciones deban y tengan que orientarse con sinceridad, a dar por terminada la confrontación y abrir las compuertas de la reconciliación nacional.
Agremiaciones médicas insisten en nuevo modelo de salud pública
Mientras el Gobierno Nacional trata de contener la crisis de la salud anunciando nuevas medidas, como la inyección de 1,2 billones de pesos al sistema, el saneamiento de la deuda y el incremento de los controles a las Entidades Prestadoras de Salud (EPS); las organizaciones médicas y sociales piden a gritos que no se hagan más esfuerzos en vano y que de forma radical se derogue la Ley 100 para crear un modelo totalmente nuevo.
En los últimos días el clamor de las agremiaciones médicas y de miles colombianos tuvo eco en el Congreso de la República, donde algunos congresistas le solicitaron al gobierno del presidente Juan Manuel Santos que presentara una reforma total a la Ley 100 de 1993, antes de que el sistema entre en una crisis mayor.