Analista: Ómar Urán Arenas, socio del Instituto Popular de Capacitación – IPC
Redactor: Yhobán Hernández Cifuentes, periodista Agencia de Prensa IPC
¿Cuántas veces ha sentido que el Congreso no legisla a favor de los ciudadanos? ¿Qué el congresista por quién votó no lo representa? o ¿Qué las decisiones importantes excluyen a las regiones? Estas y otras inquietudes cobran fuerza a pocos días de las elecciones de Congreso, el 9 de marzo de 2014, cuando es pertinente reflexionar sobre qué implica la representación política.
Para empezar, hay que señalar que al elegir a una persona se le está invistiendo de autoridad, o poder, para que tome decisiones en diferentes aspectos. Entonces se afirma que la representación es también un asunto de autorización. En el caso de los congresistas, están siendo autorizados para decidir sobre temas tan sensibles como la salud, la educación y la paz, por mencionar algunos.
Pero lo que se da en estos cuerpos colectivos es una cuota de poder político para que un congresista –en este caso- tome decisiones con otros. Aquí es importante recordar que el Congreso de la República está conformado por 102 senadores y 167 representantes a la Cámara, según los artículos 171 y 174 de la Constitución, y los decretos 2787 y 2788 de 2013.
Lo que se quiere explicar es que un congresista es una persona que debe buscar relaciones políticas con otros, para formar mayorías y tomar decisiones, ya que la aprobación de leyes requiere niveles de votos mayoritarios. Ahí viene el asunto de los partidos, las coaliciones y las bancadas. Entonces, en últimas el ciudadano no solo le está diciendo a un individuo que lo represente, también se lo está diciendo a un colectivo.
Por ello, lo importante no es que la gente vote por una sola persona sino que vote por un movimiento o por una corriente política que haga fuerza en el Congreso y represente unas ideas. La pregunta es si ¿usted cuando vota sabe por qué grupo político está votando? ¿Cuál es su ideología? Y ¿cuál es el programa de acción del partido? O si simplemente está votando por una persona porque le cayó bien, le dio un regalo, le hizo un favor, etc.
Este primer asunto es sobre la representación de las ideologías o, mejor aún, sobre las ideologías y los agrupamientos. Pero también hay que considerar la representación de los territorios. Eso implica una dialéctica entre ambas representaciones. La pregunta inicial es ¿cómo queda representado el departamento ante el Congreso?
La representación de los territorios
Suponiendo que el Congreso tiene dos instancias: el Senado, que representa el nivel nacional, y la Cámara de Representantes, que representa los territorios; se debe considerar que un Representante no solo personificará ideológicamente al ciudadano que lo elige, sino que también representará su departamento ante el Congreso.
Entonces habría que preguntar ¿Cuáles son las necesidades del departamento ante la Nación? O ¿cuáles son los asuntos que hay que defender en el departamento, ante posibles políticas nacionales que cambien aspectos importantes para la gestión del territorio departamental?
En el caso de Antioquia, algunos de los asuntos que bien podrían plantearse en las agendas de debate de los aspirantes a la Cámara, incluyen temas como la minería y el derecho sobre el territorio, el Túnel de Oriente y las relaciones Antioquia – Chocó.
Pero es importante tener en cuenta que ese Representante también incidirá en lo nacional, posiblemente en temas como la solución del conflicto armado, las relaciones internacionales de Colombia y las libertades políticas de los ciudadanos, entre otros. Por ello, es preciso considerar que las decisiones o leyes, que a bien o mal apruebe el congresista, recaerán sobre el grueso de la ciudadanía.
Para cerrar, hay que decir que el problema de representación en la Cámara, es que a veces el candidato representa la ideología política del ciudadano pero no representa las necesidades de su territorio, o viceversa. En ese caso, es importante pensar en lo colectivo, es decir, en las propuestas y la trayectoria del partido de ese candidato. También habría que sopesar las ideologías de los aspirantes versus sus construcciones frente al departamento.
Todas estas situaciones, llevan a concluir que el ejercicio del voto implica una reflexión seria sobre las propuestas e ideologías de los aspirantes, la trayectoria de sus partidos y la idoneidad de sus proyectos políticos. Pero también sobre la manera como serán representados los intereses y necesidades del ciudadano y de su territorio. A fin de cuentas, serán los candidatos electos quienes tendrán el poder de legislar y tomar decisiones. Y ese poder puede usarse en favor o en detrimento del ciudadano. Todo depende de la elección que se haga.
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