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“Es urgente hablar de una transición energética para salvar la Amazonía”: Soledad Betancur

En medio de la actual crisis ambiental en la Amazonía, la investigadora Betancur plantea una hipótesis que reúne la deuda externa, el extractivismo y la crisis climática en la Amazonía, y demuestra la necesidad de transformar el modelo de endeudamiento y la transición energética de la mano de las comunidades.

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Entre 2001 y 2020, la Amazonía perdió más de 54,2 millones de hectáreas que equivalen al 9% de sus bosques, una extensión de tierra casi del mismo tamaño de un país como Francia, según el informe de Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).

Hace casi un año, en julio de 2023, la Ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhammad, dijo que cuando la Amazonía llegue a un 20% de su deforestación, estaremos en un punto de no retorno, lo que significa que será imposible su regeneración. A hoy, tenemos un 17% de la deforestación de esta región. 

En esta entrevista, Soledad Betancur, investigadora del Instituto Popular de Capacitación – IPC y del proyecto El tiempo se acaba, ¡El futuro es ahora!, de la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social – Ladintadd, se puso a la tarea de relacionar las variables de deuda, extractivimo y cambio climático, un fenómeno al que llamaron círculo vicioso de la Amazonía colombiana, y en el que se evidencia la necesidad de una transformación tanto en el modelo de endeudamiento y pago de la deuda externa, como en los mecanismos para una transición energética justa y de mano de las comunidades. 

Agencia de Prensa IPC: ¿Cuál es el objetivo principal de esta investigación?

Soledad Betancur: Con este proyecto de investigación, buscamos entender las relaciones entre deuda pública, cambio climático y extractivismo, focalizado territorialmente en cinco países de la Amazonía: Bolivia, Ecuador, Perú, Surinam y Colombia, a partir de una hipótesis a la que hemos llamado “círculo vicioso de la Amazonía”, y en la en la cual se tejen relaciones entre deuda, extractivismo y crisis climática. 

Estas tres variables nos hacen un llamado a cuidar la Amazonía, pues se evidencia que este territorio está en riesgo por los efectos del cambio climático, pero también por los intereses del capital que permanentemente están penetrando en esta zona para establecer negocios de distinto orden, como lo son las grandes extensiones usadas para la ganadería o para proyectos extractivos de madera o minerales. 

Es importante destacar que el 43% del territorio colombiano corresponde a la región amazónica y esta está habitada por 62 pueblos indígenas, según datos de la  Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana, OPIAC,  que histórica y ancestralmente han protegido ese territorio. Un indicador que nos pone en una  responsabilidad

incalculable sobre su protección, así como un gran desafío para  encontrar alternativas que eviten su depredación. 

Agencia de Prensa IPC: Son tres indicadores los que se desarrollan en la investigación. En el caso de la deuda tanto interna como externa, en 2023 fue de más de 200 millones de pesos, ¿cuáles son los hallazgos de esta variable y cómo está relacionada con el cambio climático?

Soledad Betancur: La variable de la deuda la analizamos desde dos campos de la macroeconomía. La primera, la relación entre deuda y PIB, en la cual nos interesaba comparar el porcentaje de la deuda pública que tiene Colombia con respecto al producto interno bruto (PIB). Como dice David Harvey, se trata de relacionar cuánto tenemos que producir para pagar el endeudamiento que tenemos con los bancos. Entonces ese es un indicador muy importante porque nos está midiendo qué tanto de nuestra riqueza se va en pago a los grandes poderes financieros en el mundo para cubrir la deuda. 

Esta comparación entre el servicio de la deuda y la inversión en Ambiente y Desarrollo, nos deja ver lo lejos que estamos de tener inversiones dignas para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que están planteados de cara al 2030, para tratar de bajar las temperaturas del planeta y que el cambio climático no acaben con la vida.

La segunda está relacionada con los actores a los cuales les debemos, y ¿a quiénes les debemos? A nivel interno, le debemos a casi en un 50% a bancos y fondos de pensiones y cesantías; y a nivel externo, les debemos una parte a compradores del mercado de bonos, otra parte a países por acuerdos bilaterales de deuda y otra parte a organismos multilaterales, como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Estamos entonces en un mundo absolutamente inequitativo y Colombia sí que lo es en todas sus dimensiones; y al mirar esa inequidad en términos de deuda, muchos de esos prestamistas bilaterales tienen gran poder en el BM y FMI, como lo son Estados Unidos y China, justamente los dos países con más deuda climática y ecológica. 

Ranking de países deudores climáticos y ecológicos

Somos deudores financieros, lo que hace que constantemente tengamos comprometidos nuestros recursos y nuestra riqueza, las que finalmente terminamos entregando al sistema financiero internacional, y este, a su vez, le debe a la humanidad el costo de todo este cambio climático y de todas estas consecuencias que están generando grandes desastres y están poniendo en peligro la vida en el planeta.

Agencia de Prensa IPC: De acuerdo con el estudio del Instituto Sinchi, entre los años 2018-2020, el SIATAC registró una pérdida de 171 mil hectáreas de bosques en la Amazonía, de las cuales el 81,36 % se concentró en los departamentos de Caquetá (32,1 %), Sur de Meta (20,8 %), Guaviare (16,5 %) y Putumayo (11,8 %). ¿Cuál es el balance con respecto al extractivismo?

Soledad Betancur: Uno de los análisis que se ha hecho a nivel global es que los combustibles fósiles son los que más están generando efectos sobre el cambio climático: la producción de carbón, petróleo, gas natural, por mencionar algunos; y todo el impacto que tienen no solo en la extracción del subsuelo, sino también por toda la cadena de consumo que se genera alrededor de esa producción. 

Entonces, ¿qué ocurre en casos como los de Colombia? Parte de los recursos que llegan al Presupuesto General de la Nación (PGN) vienen, por ejemplo, de la producción de hidrocarburos como el petróleo y de la explotación de algunos minerales. Entonces ahí viene el otro campo del círculo vicioso: tenemos que explotar petróleo y tenemos que vender petróleo, inclusive muchas veces sin refinar, e importar gasolina, para poder obtener unos recursos importantes que llegan al PGN y ahí viene la paradoja ¿de qué vamos a vivir si no seguimos explorando y explotando petróleo, gas y carbón? ¿cómo se va a frenar esa extracción a partir de fuentes de energías alternativas que no dañen el ambiente y que puedan resolver también los recursos y los ingresos que se requieren en el país?

Agencia de Prensa IPC: Estas dos variables están indiscutiblemente atravesadas por la crisis climática y el cambio ambiental. En una entrevista de 2023, la Ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhammad, dijo que cuando la Amazonía llegue a un 20% de su deforestación, estaremos en un punto de no retorno y que será imposible su regeneración, ¿cuál es el llamado que hace con esta investigación y  desde el proyecto Latindadd?

Soledad Betancur: Lo primero es que debemos generar alarmas sobre lo que está pasando. La Amazonía es un territorio biodiverso que constituye, no solo una riqueza latinoamericana, sino global, y es por eso que el mundo hoy habla de la necesidad de protegerla. Sin embargo, la Amazonía es un territorio construido por comunidades ancestrales, especialmente indígenas, que históricamente han velado por la protección y el cuidado del territorio. En ese sentido, es fundamental escuchar y reconocer estas voces y yo creo que cuando se habla de construir alarmas, la voz de las comunidades es central y primordial.

Por otra parte, el panorama político actual de países como Colombia y Brasil dan cuenta de unas voluntades políticas de transición energética, entonces encontramos un primer sentido de oportunidad que tenemos que aprovechar. Ahí viene, entonces, la idea de cambiar deuda por acción climática, ¿y eso qué significa? Liberar un 10% de lo que pegamos al servicio de la deuda para dedicarlo, durante 10 años, a la acción climática. Lo que se propone es tomar esos recursos y, en acuerdo con las comunidades de la Amazonía, construir una agenda de protección del territorio y de transiciones justas para avanzar en la mitigación de daños.

Otro grupo de recomendaciones y llamados están asociadas al freno de la mancha ganadera sobre la Amazonía, pues, según el Instituto Geográfico Agustín Codazi, nuestro territorio tiene 20 millones de hectáreas con vocación para ganadería, y en la actualidad se están empleando más de 40 millones para esta actividad. Igualmente con el licenciamiento de proyectos mineros de cobre que están acabando con la biodiversidad de la Amazonía y la extracción indiscriminada de petróleo que deteriora al territorio.

Sin embargo, la conclusión y el llamado más grande es que necesitamos repensarnos el modelo económico para poder generar propuestas y transiciones justas, no solo en temas relacionados con la producción de energías, sino transiciones sociales, ambientales y económicas justas para la naturaleza y el ser humano.

Conozca el informe completo aquí: https://ipc.org.co/amazonia-en-colombia-realidades-y-perspectivas/

Daniela Sánchez Romero
Periodista de la Universidad de Antioquia. Me interesan los tema de cultura, memoria, paz y derechos humanos.