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Fallo final sobre caso Luciano Gil, en manos del Tribunal Superior de Antioquia

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El 4 de diciembre será una fecha decisiva para los esposos López Gaviria. Ese día, el Tribunal Superior de Antioquia deberá resolver la apelación interpuesta por esta pareja al fallo proferido por el Juzgado 10 Penal del Circuito en donde condena a 23 años de prisión a sus hijos Carlos Andrés y Juan Camilo por el asesinato de Luciano Gil Botero, hermano del ex presidente del Concejo de Estado, Enrique de Jesús Gil Botero.

 

Desde la 1:30 de la tarde se conocerá si los magistrados del Alto Tribunal consideran que las pruebas recolectadas por la Fiscalía 86 Especializada son tan contundentes que no admiten lugar a dudas o si, por el contrario, aceptan los argumentos esgrimidos por los López Gaviria sobre la inocencia de sus hijos.

 

De acuerdo con la defensa de los jóvenes, lo que se intentará exponer ante los magistrados es que no es posible determinar la culpabilidad de los hermanos López Gaviria en estos hechos, ya que los testimonios entregados por los testigos claves de la Fiscalía son incoherentes y además, están motivados por el cobro de una recompensa y no por el deber ciudadano de colaborar con la justicia.

 

Además, se insistirá en el argumento según el cual, ellos se encontraban en otro sitio al momento de los hechos. Como se recordará, Luciano Gil Botero fue asesinado el 9 de enero de 2009, a eso de las 8:30 de la noche, cuando se encontraba en un establecimiento público ubicado a la altura de la carrera 70 con calle 18. Según quedó consignado en el proceso, dos hombres que se movilizaban en una moto de alto cilindraje llegaron hasta el lugar y le propinaron cuatro tiros de arma calibre 9 m.m. Los sujetos, según testigos, huyeron con rumbo a Itagüí.

 

El cuerpo agonizante de Gil Botero fue trasladado a la Clínica Las Américas, donde falleció horas después. Precisamente en este centro hospitalario del sur-occidente de la ciudad fue donde las autoridades comenzaron a construir la hipótesis de este crimen.

 

Esa noche, Luciano Gil tenía una cita con Oliver Villa, joven con quien era co-propietario de una discoteca en el barrio 12 de Octubre. Para esa fecha, Villa le adeudaba cerca de 23 millones de pesos a su socio. No obstante, la relación entre ambos era bastante cordial, según lo ratificaron testigos.

 

Por ello, a las autoridades les pareció sospechoso que ese 9 de enero, Villa no  hubiera acudido a la cita y que, habiéndose enterado a las 9:30 del asesinato de su socio, se hubiera presentado a altas horas de la madrugada a la Clínica en estado de embriaguez, evidenciando un alto grado de molestia frente a las preguntas formuladas por los agentes de Policía Judicial presentes en el lugar.

 

“Fíjese que a las 9:30 de la noche se entera del homicidio de su amigo y sólo en horas de la madrugada lo visitó al sitio donde estaba agonizando”, relató el Juez al momento de dictar sentencia.

 

Las sospechas de las autoridades sobre la participación de Villa en el crimen se incrementaron cuando aparecieron los jóvenes Jonathan Esteban González y Gustavo Adolfo Henao, alias “totono”, quienes días después del homicidio, rindieron declaración ante la Fiscalía señalando a este joven como el autor intelectual y a los hermanos López Gaviria como los autores materiales.

 

En la versión entregada por alias “totono” al ente investigador figura que escuchó de boca de su amigo, Carlos Andrés Gómez, apodado “el gordo”, quien a su vez era amigo de Oliver, que éste “había mandado a matar al señor Luciano Gil por una plata que le debía”.

 

Por su parte, Jonathan declaró ante la Fiscalía que presenció una conversación que tuvo lugar en un vehículo, a finales de diciembre de 2008, en la que Oliver Villa, “el gordo” y Carlos Andrés López Gaviria, planeaban el crimen.

 

"Comenzaron a hablar del homicidio de un hombre pero yo no sabía de quién se trataba. El ‘Gordo’ molestaba a Oliver diciéndole que era mejor no prestarle plata porque luego lo mandaba a matar a uno y lo decía riéndose y Oliver también se reía", señaló Jonathan.

 

Con estos testimonios, la Fiscalía comenzó a cuadrar la hipótesis delictiva que al final derivó en la condena de los hermanos López Gaviria a 23 años de prisión y de Oliver Villa a 32 años. Había un móvil: la deuda que Oliver tenía con Luciano. Había testigos que indicaban como se planearon los hechos y el perfil de los jóvenes encajaba en este rompecabezas.

 

Pero es precisamente este último punto el que la defensa objetó. Según Jonathan y alias "totono", los hermanos López Gaviria son reconocidos en su barrio, Guayabal, por ser muy ágiles en el manejo de las motos. Y aunque esto no los incrimina, el hecho de que uno de ellos hubiera compartido con el denominado autor intelectual fue un elemento valorado altamente por el Juez.

 

Caso contrario ocurrió con el argumento entregado por la defensa según el cual los jóvenes, al momento del crimen, se encontraban en el sector del municipio de Itagüí departiendo con sus novias, por lo que técnicamente es imposible desplazarse en menos de 25 minutos desde este sitio hasta la carrera 70 con calle 18, sitio donde fue baleado Luciano Gil.

 

“Los planos cartográficos muestran que esa distancia se puede recorrer en 30 minutos y la defensa no logró demostrar que los jóvenes efectivamente sí estuvieron con quienes dijeron estar”, dijo el Juez en los alegatos de conclusión.

 

Otro elemento que allegará la defensa será la declaración que rindió al momento del juicio Jonathan, donde dijo que no le constaba que la pareja de hermanos fueran los asesinos de Luciano Gil, contradiciendo así su testimonio inicial. Según él, esto lo hizo para cobrar la recompensa de 70 millones que entregaban las autoridades a quien dieran pistas que ayudaran a esclarecer el crimen.

 

De hecho, Jonathan se retractó en la etapa de juicio de haber incriminado a los jóvenes López Gaviria, aunque se sostuvo en lo que escuchó. A esto se agrega  que en su relato ante el Juez, Jonathan mencionó que estaba bajo los efectos de sustancias alucinógenas.

 

“Pero no realizó ninguna prueba toxicológica que demuestre el estado del testigo. Si se hiciera eso con todos los testigos, no acabaríamos nunca y esa no es la función de la justicia, razón por la cual el Juez considera como válida la primera declaración juramentada rendida ante la Fiscalía”, explicó el Juez en su fallo.  

 

Con estos elementos en cuestión, será el Tribunal quien diga la última palabra. Lo cierto que frente a este caso, hay dos familias que esperan se haga justicia: los Gil Botero y los López Gaviria.