Fueron muchas las reacciones de políticos, líderes de opinión, influencers y ciudadanos con respecto a la presencia de quienes hoy están sentados construyendo los protocolos de paz urbana en Medellín.
El evento realizado el pasado 21 de junio por el presidente Gustavo Petro, en el que estuvieron delegados del proceso de paz urbana, víctimas de desaparición forzada, líderes sociales y comunitarios, los once de Jericó y artistas de Medellín, sobresalió en la esfera pública por la presencia de quienes hoy pagan condena en la cárcel de Itagüí y que son los voceros de las estructuras armadas de la ciudad en el proceso de paz urbana.
Sin embargo, para ellos fue un ataque contra el proceso y contra las acciones que vienen implementando desde hace dos años, las cuales buscan mitigar la criminalidad barrial que históricamente ha azotado a la ciudad.
Para Freyner Alfonso Ramírez García, alias «Carlos Pesebre», mando de algunas estructuras de las comunas 5, 6, 7, 12, 13 y de los barrios San Javier, Robledo y 12 de Octubre, este señalamiento se ha debido a una falta de comunicación sobre los avances de este proceso de diálogo.
“Hemos contado con muchas dificultades, una de ellas es poder transmitir a la gente lo que hemos logrado y por lo que estamos trabajando. Ustedes se han dado cuenta de que las estadísticas en la ciudad en temas de criminalidad han cambiado mucho desde que estamos hablando con el Gobierno: el tema de homicidio, de fronteras invisibles, que los muchachos puedan ir a sus colegios tranquilos, son logros que se han hecho de parte de las instituciones, pero más que todo desde aquí, en la mesa, entre nosotros”.

Según cifras de Medicina Legal, los homicidios en Medellín, han presentado una leve disminución durante los años 2022, 2023 y 2024. Sin embargo, al analizar las cifras de enero a abril, hubo un aumento de cuatro homicidios en 2025 con respecto al año 2024.


Según la Senadora Isabel Zuleta, esa tendencia a la disminución en las cifras de homicidios y criminalidad en la ciudad está asociada a la no confrontación de las estructuras armadas y tiene que ver con la entrada del proceso de paz urbana.
“La caída drástica de las cifras se da de manera consistente cuando entra este proceso de base, porque la tendencia fuerte en la caída, que coincide con la llegada del ex alcalde Daniel Quintero, fue porque se terminó una guerra. Después hay una tendencia consistente y no es porque se está acabando una guerra, es porque se está sosteniendo el proceso

Y el señor Federico Gutiérrez no puede decir que es por su acción porque es que él ya estuvo en el pasado: ¿Qué hizo distinto hoy que no haya hecho en su primera administración?: que existe esta mesa y que en el pasado a él le tocó una guerra”.
La presencia de estos integrantes de la mesa de diálogo y de la delegación del Gobierno Nacional, pretendió poner de presente los avances y la ruta sociojurídica que se viene desarrollando de cara a la población civil y a las víctimas. Justamente, ese 21 de junio, finalizó el segundo pilotaje sobre el cese de extorsiones en Medellín, el cual buscaba impactar a más de 500 mil habitantes del Valle de Aburrá, en 43 barrios de Medellín, Bello e Itagüí.
Jorge de Jesús Vallejo Alarcón, alias “Vallejo” o “el Doctor”, vocero de las estructuras armadas organizadas de alto impacto, se refirió en el evento sobre la necesidad de continuar en diálogo a pesar de que la violencia continúa habitando los barrios: “hoy más que nunca tiene sentido la mesa de diálogo de la cárcel de Itagüí, porque nuestra responsabilidad histórica es que la violencia no se vuelva a repetir. Un joven nacido en esta tierra nunca más puede ser convertido en máquina de guerra. Nosotros hicimos parte en una de esas generaciones perdidas, jóvenes que fuimos utilizados, víctimas y responsables a la vez”.
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En su comunicado, Vallejo expresó que el proceso de diálogo atraviesa un difícil momento ante la falta de acompañamiento del Estado en estas transformaciones estructurales: “su situación actual lo hace más vulnerable a los ataques y saboteo permanente del alcalde de Medellín y de su entorno en el Concejo de la ciudad”.

Una de las voces que más resonó ante la presencia de los negociadores en el evento de Gustavo Petro fue la de Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, quien declaró que la presencia de estos cabecillas en el espacio no respondía a un acto político sino un premio a la barbie.
José Leonardo Muñoz Martínez, alias “Douglas”, durante la rueda de prensa le recordó a Federico Gutiérrez el trabajo que habían realizado entre su primera alcaldía y la estructuradas armadas con el mismo propósito de reducir la criminalidad en la ciudad.

“Se sintieron amenazados el sábado con nuestra presencia, pero no se sintieron amenazados antes cuando se sentaban con nosotros en reuniones para que les ayudáramos a conseguir votos y a llegar al poder. Éramos los mejores amigos. Pero ya otra vez somos los peores bandidos de Medellín”
Es importante recordar que este tipo de señalamientos reviven la memoria de un pasado en el cual, bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, alias alias «Jop» ingresó por el sótano de la Casa de Nariño para reunirse con representantes del Gobierno Nacional. Este tipo de prácticas también fueron realizadas en la ciudad, cuando bandas criminales ingresaban a despachos oficiales y eran recibidas por alcaldes de la ciudad.
Pese a esto, quienes han dado la cara por el proceso y han apostado por la solución pacífica de los problemas ha sido la ciudadanía de los barrios populares y las comunas de Medellín. “Bajó todo el barrio”, fue la frase que se escuchó el 21 de junio en la plazoleta de la Alpujarra.
“Toda la sociedad civil fue el sábado a respaldar la paz. Más de 30 mil personas de Medellín, el Valle de Aburrá y Antioquia están exigiendo la paz. Hay que hacer lo que sea necesario, avanzar en el marco de la Constitución y de la Ley para construir la paz urbana”, mencionó la senadora Zuleta.
La sociedad civil es la que ha impulsado las acciones de diálogo, acuerdos y respaldos en los cuales se garanticen las medidas de verdad, justicia y reparación para las víctimas de más de 40 años de criminalidad. Para Arlex López, director de la Corporación Convivamos, de la zona nororiental de Medellín, sí estuvo todo el barrio: los líderes, las juventudes, las personas de los combos, víctimas y victimarios que están en alguno de los eslabones de esta cadena de criminalidad.
“Evidentemente siguen ocurriendo muchas cosas en la ciudad y más en la zona nororiental. Nosotros le apostamos a este tipo de procesos porque realmente se requiere ese hacer la paz es con ellos. La paz no es solamente el cese de los fusiles del ruido y de las muertes. Las condiciones de paz tienen que ir mucho más allá y atender las necesidades básicas de las familias y la comunidad”.
La base de este y otros procesos de pacificación en la ciudad han tenido como base la agenda social y comunitaria. La paz urbana ha representado una oportunidad histórica de liderar un proceso ético, genuino y transformador desde las juntas de acción comunal, los procesos de juventudes y las organizaciones sociales.
El Instituto Popular de Capacitación – IPC, como organización de la sociedad civil, rechaza la utilización y estigmatización de quienes asistieron a este espacio con la convicción de construir paz urbana, pero se les excluye de los espacios reales de toma de decisiones, como los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), las políticas de seguridad, convivencia, los recursos para mitigar los riesgos como la tragedia reciente en Granizal o el uso del suelo para el caso de los campesinos de Jericó que luchan contra la minería en su territorio.
Construir paz urbana ha implicado sentarse con los diferentes y construir en conjunto medidas de verdad, reparación, prevención y proyección de paz territorial, en una ciudad en donde las estructuras armadas han impuesto durante más de 40 años, dinámicas de violencia que han generado miles de víctimas que hoy sufriendo el flagelo de la guerra.