Contrario a lo que pudiera pensarse, para los pobladores de los barrios de Medellín que hoy son epicentro de fuertes confrontaciones armadas entre grupos armados ilegales, mayor seguridad no está directamente relacionada con incremento de efectivos de
Para ellos, resolver el problema de violencia pasa primero por garantizar opciones de ganarse la vida honestamente, satisfacer sus necesidades básicas, valerse por sí mismos y participar en la comunidad de forma libre y segura. Por lo menos así lo reseña el libro Re-pensando la seguridad: percepciones y representaciones en torno a la seguridad humana en Medellín 2009, que será presentado este miércoles 14 de abril, a las 5:30 de la tarde, en el auditorio Carlos Gónima de
La publicación recoge los resultados de un proyecto piloto de investigación adelantado por el Observatorio de Seguridad Humana, propuesta de carácter académico integrada por el Instituto de Estudios Regionales (Iner) de
El propósito del proyecto era responder a la pregunta de cómo vive la inseguridad la gente de las comunas de Medellín, a fin de hacer una lectura de lo que pasa en la ciudad desde quienes se sienten afectados por la violencia. El ejercicio también buscaba indagar por el concepto de seguridad que tienen las comunidades, pero desde una visión que fuera más allá de la protección personal y patrimonial.
Para tal fin, los integrantes del Observatorio desarrollaron desde mediados del año anterior una serie de talleres con cerca de 100 habitantes de las zonas: nororiental, noroccidental, centro-oriental, centro-occidental y sur así como de los corregimientos.
Los hallazgos reafirman la tesis del Observatorio según la cual, se debe dar un vuelco en el diseño de las políticas públicas en materia de seguridad partiendo de conocer las expectativas y necesidades de quienes padecen la inseguridad. De lo contrario, se seguirán justificando medidas de fuerza y choque, que a su vez incrementan los niveles de violencia, en aras de atacar los factores más visibles de ésta como son los homicidios, extorsiones, desplazamientos, entre otros.
Así lo explica Diego Sierra, integrante del Observatorio de Seguridad Humana, quien plantea que la presente investigación constituye un aporte novedoso a los estudios sobre violencia, toda vez que pone sobre el tapete un concepto poco desarrollado en el país, pero valioso para la compresión de este fenómeno: el de seguridad humana.
“El enfoque tradicional sobre seguridad ha estado ligado a los daños que genera la criminalidad. Planteamos que ese es un enfoque reduccionista y que hay que incluir otras dimensiones del ser humano como la económica, política, salud, comunitaria, alimentaria, entre otras, para comprender mejor el fenómeno de la violencia y construir unas políticas públicas realmente democráticas, conectadas con lo que realmente espera la gente en materia de seguridad”, señaló Sierra.
¿Y qué espera la gente en materia de seguridad?
Los resultados de las encuestas aplicadas a los habitantes de la comuna nororiental entregan luces al respecto. Para ellos, las problemáticas económicas que a diario se viven allí influyen directamente en la estabilidad emocional de las personas, generando una pérdida de esperanzas que a su vez conlleva a alimentar otra serie de conflictos y a reproducir los espirales de violencia.
En resumen: el desespero propicia la intolerancia, da origen a conflictos intrafamiliares y comunitarios que se resuelven por la vía de la violencia, por lo que el tema prioritario a resolver es el de la seguridad económica, la seguridad política y la seguridad alimentaria.
En esa misma línea respondieron los pobladores de la zona centro-occidental, compuesta por las comunas 11, 12 y 13. Allí, la falta de oportunidades de empleo, aún hasta para las personas altamente cualificadas, y la exclusión social, generada por la estigmatización de la sociedad, guarda estrecha relación con el surgimiento de la violencia.
El estudio también revela que para los encuestados, Fuerza Pública no es sinónimo de seguridad. El caso más concreto es la comuna 13. Como se recordará, este sector de la ciudad fue objeto en el 2002 de la intervención militar urbana más grande de la historia del país:
Sin embargo, en los barrios que componen la comuna 13 la percepción sobre
“El problema de la seguridad no es poner policías en cada esquina y además, qué clase de policías se ponen. Alguna vez pusimos una queja y nos dijeron que un policía era una persona que salía de un barrio y que tenía los defectos de cualquier persona”, de acuerdo a unas de las citas inscritas en la publicación.
De ahí que para los habitantes de la zona centro-occidental se deban resolver los aspectos relacionados con la seguridad económica y personal como vía para superar los problemas de violencia que han padecido durante años.
Sin duda uno de los aspectos más llamativos de la investigación guarda relación con los testimonios de los encuestados sobre la seguridad mental. De acuerdo con el estudio, el miedo de vivir en contextos violentos y el temor que generan los actores armados está incidiendo en la salud psico-social de las comunidades.
“La gente se siente muy afectada emocionalmente por la seguridad económica y, de ahí, se desprenden las otras violencias”, agregó Diego Sierra, quien manifestó que el propósito de este estudio es incentivar la participación de la ciudadanía en la construcción de políticas públicas pero a su vez, llamar la atención del Estado para que la seguridad se convierta, en el discurso y en la práctica, en un bien público.