*Fotografía: Juan Gabriel Arango M.
El agua que corre, que alimenta, que abre caminos y genera vida. En su recorrido, los ríos arrastran rocas y material vegetal de un lado hacia el otro; son el hogar de gran variedad de peces que suben y bajan, casi como en un ritual sagrado, para seguir reproduciendo su especie; y son también portadores de historias de miles de pueblos que en sus orillas han encontrado alimento, trabajo, refugio y vida.
“El agua busca un surco para correr y gracias a ese sencillo ejercicio se ha encargado de dar apariencia a la mayor parte de los paisajes de nuestro planeta: una hendidura entre colinas bañada en el fondo por un arroyo. No importa que corra actualmente por allí, o que lo haya hecho en el pasado remoto, su huella es imborrable.”, escribió Ignacio Piedrahita en su libro Grávido Río, como una manera de explicar que nuestra geografía está creada y marcada por el paso remoto del agua.
Entender el río como cuna ecosistémica, como bien común, como movimiento, como territorio o como un sujeto poseedor de derechos, han sido algunas maneras en las que organizaciones sociales, académicas y comunidades reconocen el papel de los ríos en los ecosistemas.
Por eso, más de 100 organizaciones y entidades académicas de países como Colombia, México, Ecuador, India, España, Suráfrica y Zambia, tuvieron un espacio de diálogo y encuentro de saberes en el evento internacional Ríos en movimiento, impulsado por los proyectos de investigación Riverhood y River Commons.
A través de diálogos desde un enfoque de ecología política y justicia hídrica, estos proyectos de investigación tienen como propósito motivar conversaciones y ejercicios de reflexión alrededor de los movimientos por la justicia del agua para una gobernanza equitativa y sostenible, y el apoyo a iniciativas de cogobernanza fluvial y sistemas fluviales socioecológicos sostenibles.
Fabio Muñoz es guardián del río Cauca, una figura representativa que nace con la declaración del río Cauca como sujeto de derechos, y a pesar de que tiene este título gracias a la sentencia, afirma que toda su vida ha sido guardián del río y de la misma naturaleza. Para Fabio, ser guardián es tener “la responsabilidad de determinar qué nos dice el río y por qué nos habla”, además de generar acciones de protección que garanticen la vida del río para las futuras generaciones.
“Como guardianes hemos identificado problemáticas relacionadas con el extractivismo, la deforestación, el represamiento por hidroeléctricas y el envenenamiento del agua por residuos de la actividad minera. Somos 13 guardianes que a través de la juntanza con comunidades campesinas, indígenas y afro buscamos hacer cumplir la sentencia y continuar defendiendo nuestro territorio”, narra Fabio.
Lea también: ¿En qué están los Guardianes del río Cauca?
Y mientras el trabajo de Fabio está enmarcado en la cuenca del río Cauca, desde la cuenca del Magdalena, Blanca Nubia Anaya Díaz, integrante del movimiento social en defensa del río Sogamoso y Chucurí, afirma que la defensa del agua y del territorio debe apuntar a estrategias de memoria colectiva ambiental para que las nuevas generaciones continúen visibilizando las afectaciones y transformaciones de su territorio.
“Nosotros iniciamos en el 2008 y 2009 con la defensa del territorio por la construcción de una hidroeléctrica que represó nuestro río. A raíz de eso, empezamos a hacer memoria ambiental porque lo que no se olvida, no se repite. Lo que queremos es crear conciencia en los y las jóvenes de que somos parte del ecosistema, parte de la naturaleza y que la naturaleza no nos pertenece, que ese es el error que están cometiendo los grandes empresarios”.
Blanca resalta que la construcción de esta hidroeléctrica generó destrucción del territorio, muerte de la vida íctica, afectaciones a la biodiversidad del río y una sistemática violación a los derechos de las comunidades que ha desencadenado en amenzas a líderes y lideresas ambientales.
Juntanza organizativa, académica y comunitaria
Pensar el río como un bien común y un bien que es para todos y todas, implica apostar por unas prácticas biocéntricas y la creación de escenarios de discusión en donde las diferentes apuestas de trabajo, de acción y de generación de conocimiento busquen el foco común que es la liberación de los ríos.
“Agüita de vida, con ella todo, sin ella nada”, fue una de las consignas que motivaron la integración de diferentes apuestas por la defensa del territorio y la vida.
Carlos Zapata, presidente del Instituto Popular de Capacitación (IPC), afirma que estos escenarios de convergencia permiten identificar puntos en común frente al reto que existe actualmente con respecto al cambio climático, en aras de generar propuestas de transiciones justas y de gobernanza territorial democrática por parte de las comunidades para ordenar el territorio y sus recursos naturales.
“Desde hace siete años, el IPC viene investigando los impactos que ha generado la explotación aurífera del Nechí en su ecosistema y en sus habitantes. Pretendemos visibilizar precisamente esa situación que tienen los territorios en el Bajo Cauca antioqueño con el acaparamiento de los recursos naturales”, explica Zapata, quien también afirma que en Antioquia, los ríos Cauca y Nechí están prácticamente privatizados por empresas extractivistas que controlan el territorio y disponen de sus recursos.
Finalmente, el encuentro Ríos en movimiento, permitió también que la academia pusiera en conversación sus estudios y hallazgos con las comunidades que día a día sufren las afectaciones y las transformaciones de sus cuencas hídricas.
Laura Betancur, estudiante de doctorado e investigadora del Integrative Research Institute on Transformations of Human-Environment Systems (IRY THESyS), un Instituto Interdisciplinario de la Universidad Humboldt de Berlín, rescata la posibilidad de sacar la producción de académica de las aulas y co-construir conocimiento a partir de los saberes ancestrales de las comunidades.
“Valoro la posibilidad de co-construir con otros que piensan diferente, que tienen otras metodologías. Creo que también es un llamado de redistribución de justicia epistémica y es también darle sentido a la investigación porque una cosa es lo que hacemos desde el escritorio, desde el último paper científico, y otra cosa es lo que viven y reconocen otros actores en territorio. Creo que, en general, tener estos espacios es precisamente pensarse cómo hacer más prolíficas esas otras maneras de investigación académica, ese otro tipo de acompañamiento de causas comunitarias y sociales”, explica Betancur.
Los cuatro días de intercambio y reflexión durante el encuentro Ríos en movimiento, dejaron reflexiones alrededor de la privatización de los ríos por parte de empresas extranjeras que disponen de él y sus recursos, de entender los recursos hídricos y el ecosistema desde una mirada biocéntrica apartada de la concepción antropocentrísta con la que se ha leído el territorio; así como la gestación de apuestas por la justicia epistémica, el pensarse con los ríos no como elementos externos sino como parte de él, y la apertura a diferentes estrategias y herramientas para la defensa y cuidado de los ríos.