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Un abrazo por las montañas del Suroeste antioqueño

Durante la cuarta versión de esta travesía, se recorrieron ocho municipios de esta subregión para hacer un llamado a la defensa de la vida, el agua y el territorio.

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Durante la mañana del 30 de junio, en las calles de Jericó retumbó la voz de ambientalistas y líderes sociales que cantaban al son de clarinetes y tambores “el pueblo le dice que no a la mina, la mina es muerte y el agua es vida”.

En este fin de semana festivo y ante la mirada de forasteros que visitaban uno de los municipios más turísticos del departamento, llegó la IV Travesía por el Suroeste: Un abrazo en la montaña, iniciativa de organizaciones sociales, líderes y lideresas que defienden el territorio. Esta travesía recorrió ocho municipios de la subregión haciendo un llamado a cuidar el agua, la tierra y a ponerle un freno a las actividades extractivas que están poniendo en riesgo la permanencia y la vocación agrícola de sus habitantes. 

Juan Fernando Puerta fue una de las personas que acompañó esta caravana que arrancó el 25 de junio en el municipio de Caramanta. Para él, esta iniciativa es un acto que llama la atención e irrumpe en el diario vivir de muchos municipios que no están acostumbrados a presenciar movilizaciones y actos culturales que exigen la protección del territorio y generan conciencia sobre los impactos que de estas actividades extractivas. 

“La idea del Abrazo a la montaña es vincular todos los procesos sociales, culturales y ambientales, que entendamos que no somos municipios separados sino que todos somos Suroeste. Fue muy particular, por ejemplo, llegar al municipio de Andes y tener el recibimiento del alcalde apoyando la movilización, pero también el sentido de conciencia ambiental que está tomando la gente”, afirma Juan Fernando. 

A la voz de los cantos se sumó el llamado del obispo de Jericó Noel Antonio Londoño Buitrago: “La montaña no es un ser fijo y plancho, es una realidad viva que hay que caminar y abrazar. Detrás de este proyecto, hay una gran conciencia social y ecológica, que no se verá hoy sino en unos años. El hecho de que las carreteras estén tan frágiles demuestra que esta formación no se ha terminado de hacer, es aglomeración de cascajo que se toca y se derrumba. Nos está diciendo ‘despaciecito, despaciecito”. 

Esta iniciativa surgió en 2012 con el objetivo de caminar y reconocer el territorio, como una primera acción de defensa y unión territorial. Posteriormente, en 2016, el Abrazo a la montaña tuvo su segunda versión en el marco de los Acuerdos de Paz y se denominó “Justicia social y ambiental para la construcción de paz territorial”; finalmente, en 2019, para el tercer Abrazo a la montaña, la incidencia giró entorno a pensarse el ordenamiento territorial acorde con las necesidades y vocaciones del mismo. 

Judith Avello es una mujer campesina de 58 años que ha acompañado el Abrazo a la montaña desde su primera versión. Dice que cada una de las versiones de esta travesía es una oportunidad para llegar a la gente, para generar conciencia de los daños a futuro que van a generar las actividades de extracción de minerales, la siembra de monocultivos y el represamiento del río a través de centrales hidroeléctricas.

“Me motivó esta cuarta travesía, recorrer y abrazar las montañas, porque queremos un territorio sagrado para la vida. Las multinacionales quieren arrastrar recursos como el agua para las hidroeléctricas, para la siembra de aguacates, para sacar el oro; y el Suroeste antioqueño no tiene la vocación para estas actividades. Su vocación es la agricultura, la protección y reproducción de semillas nativas. Su vocación es la vida. Entonces ha sido un llamado para que los mayores cuidemos y protejamos nuestro territorio para que los niños y las niñas tengan montañas para abrazar”, comenta Judith. 

La ruta, que comenzó en Caramanta, recorrió los municipios de Valparaíso, Támesis, La Pintada, Fredonia, Andes, Pueblorrico y Jericó. Las puertas y brazos de estos municipios estuvieron abiertas para realizar diálogos con las diferentes comunidades en torno al re-conocimiento del territorio a partir de su biodiversidad, bienes comunes y prácticas culturales de los pueblos étnicos y campesinos que allí habitan. 

Una de esas visitas tuvo lugar en el resguardo indígena de Karmata Rúa, en el cual el pueblo indígena Emberá Chamí compartió su cosmogonía alrededor de la defensa del territorio. 

Otra de las actividades que marcó esta travesía fue un homenaje y entrega de una ofrendas al río Cauca. A través de velas y flores, los y las asistentes agradecieron al río por la vida, por la comida y por el agua; pero también, le pidieron perdón por el daño que le ha causado el ser humano, daños que hoy esperan ser restaurados a partir del reconocimiento de sus derechos con la sentencia 038 de 2019 y la declaratoria como víctima del conflicto, por medio del auto 226 de 2023, en el caso 05, que prioriza la situación territorial del norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca.

Y en este sentido, fue grata la presencia de Román Kalapsú, quien se desplazó desde el municipio de Sotará, en el departamento del Cauca, justo una de las regiones en las que nace el río Cauca. Para él, como campesino, fue muy importante participar de este recorrido en el cual evidenció que las problemáticas que afectan a este afluente son transversales y que es gracias a la unión de diferentes procesos y comunidades que se puede tejer acciones de defensa y protección.

“Un orgullo poder saber que todavía hay mucha gente que apuesta por estos procesos, por defender el territorio y defender la vida, nuestras raíces y nuestro arraigo. Tenemos agua, tenemos aire, tenemos recursos naturales, tenemos fauna, tenemos flora y debemos cuidarlo y lo seguiremos haciendo, así vengan empresas a querer acabarlo”, puntualiza Román. 

Un distrito agroecológico para la vida

Durante la última jornada del Abrazo a la montaña, se llevó a cabo una audiencia pública y popular en el municipio de Jericó, en la cual participaron representantes del Ministerio de Ambiente, de la Corporación De Estudios Educación e Investigación Ambiental – CEAM, de la Corporación Terra, la Universidad de Antioquia y del Cinturón Occidental Ambiental – COA.

En este espacio, se discutieron los retos y avances que hay en relación al reconocimiento del Suroeste como Distrito Agroecológico, pero también sobre los desafíos y amenazas que enfrentan los habitantes de la subregión a raíz de los diferentes proyectos extractivos que se vienen desarrollando.

Fue una iniciativa que dejó todo un camino por recorrer, que evidenció las preocupaciones de los y las campesinas con respecto a su permanencia en el territorio, pero que también dejó claras la necesidad de que, desde el Gobierno Nacional, se instauran políticas y figuras que protejan y cuiden el territorio y el agua en el Suroeste antioqueño.

Daniela Sánchez Romero
Periodista de la Universidad de Antioquia. Me interesan los tema de cultura, memoria, paz y derechos humanos.