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La ecoteología que bendice al campesinado de Jericó

Tanto Laura Montoya como el papa Francisco promulgaron su fe alrededor de la ecoteología, en la cual priman las motivaciones teológicas y espirituales para el cuidado del medio ambiente y de la casa común, en medio de una fuerte crisis ambiental e injusticia social. Noel Antonio y Elizabeth Rúa son eco de esta disciplina que acompaña a quienes defienden el territorio en Jericó.

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“Dios siempre perdona, el hombre perdona cuando le conviene, pero la naturaleza nunca perdona”, dice con mucha sabiduría Noel Antonio Londoño, monseñor y obispo de la diócesis de Jericó.

Dentro de sus homilías, el sacerdote ha hecho grandes reflexiones sobre el papel de los y las campesinas de Jericó que hoy enfrentan querellas policivas y un proceso penal por la defensa del territorio. Ha estado presente para darles la bendición y para transmitir las reflexiones del papa Francisco, plasmadas en su encíclica del Laudato sí, sobre el cuidado de la casa común, la casa de todos, de la madre tierra. 

Desde hace 12 años vive en Jericó, pero en su papel como obispo representa a 30 parroquias de 15 municipios, lo que le ha permitido tener un panorama y contexto amplio de la subregión del Suroeste, saber quiénes viven en sus cabeceras municipales y corregimientos, cuáles son sus ritos, cultura y su vocación campesina, clave para el sostenimiento agrícola de la región y el departamento. 

“Cuando llegué lo que más me llamó la atención es el apego de la gente a su tierra, el apego a la familia porque la geografía misma hace que ellos mantengan muy unidos, y el clima que es bastante estable, bastante fresco. Es una sociedad que, aunque muchos ya no practican, se echan la señal de la cruz cuando salen de la casa. O sea, el ambiente cristiano es muy fuerte”, dice Noel.

Cuando se enteró de que había una empresa interesada en sacar cobre en Jericó y Támesis, lo primero que hizo monseñor Noel Antonio fue buscar en internet quién era Angolgod Ashanti. Y allí descubrió que esta empresa tiene su nombre porque en sus inicios compraron una mina de oro inmensa que había en Ghana y que fue territorio del Imperio Ashanti, causando graves contaminaciones a ríos y quebradas; que además, en 2011, fue ganadora del premio, Public Eye Award, por ser la empresa más contaminante del mundo; y que en el Congo, contrató a grupos guerrilleros para desplazar y asesinar a las tribus y apoderarse de los territorios. 

Luego estudió geografía y entendió por qué en una parte del Suroeste sí se podía hacer minería, como es el caso de Amagá, pero que eso mismo no se podía hacer al otro lado, en municipios como Jericó y Támesis. 

“Una cosa es la formación que está junto al río Cauca, que llaman Amagá, y otra cosa es la formación que está en estas montañas y que llaman Combia”. La formación Amagá es sólida, dura y antiquísima. A la formación Combia le faltan millones de años para ser hacer roca. O sea, es un aglomerado de rocas con tierra. Atacar eso pues es realmente geológicamente ridículo”, señala monseñor.

Estos dos elementos fueron claves para consolidar su discurso alrededor del respeto y la defensa por el territorio, “minería sí, pero no así ni aquí”, como él mismo lo señala. 

Sus reflexiones le han llevado a desglosar esta frase en los siguientes argumentos: Minería sí, porque no se trata de decir no a la minería, pues necesitamos los metales para un uso tecnológico y hasta científico. Pero no así, porque en su búsqueda ha querido instaurar el debate alrededor de la mega minería que genera grandes cantidades de desechos que contaminan las aguas y dejarían un terreno infertil así como el uso de químicos como el cianuro y el mercurio para la separación de metales. Ni aquí, pues la formación montañosa Combia no aguantaría perforaciones y explotaciones, y terminaría acabando con la vocación campesina y agrícola tradicional del municipio.  

Jericó es la cuna de la primera santa colombiana, Laura Montoya Upegui: museos, centros históricos y un promedio de 27 templos, conforman la cultura religiosa por la cual se ha conocido el municipio. Miles de turistas visitan este lugar con ferviente devoción y fe de que sus milagros sean concedidos por la madre Laura. 

Tanto Laura Montoya como el papa Francisco promulgaron su fe alrededor de la ecoteología, en la cual priman las motivaciones teológicas y espirituales para el cuidado del medio ambiente y de la casa común, en medio de una fuerte crisis ambiental e injusticia social.

Con esta disciplina, los obispos de las diócesis de Chocó y Antioquia, esta última encabezada por Noel Antonio, escribieron una carta pastoral en la cual hacían un llamado a la reflexión sobre las acciones de explotación de recursos naturales que ponen en riesgo la vida de la “casa común”, como lo señala la Laudato sí. 

“Si bien la minería ha sido fuente de trabajo y subsistencia de muchas personas y ha contribuido de alguna manera al desarrollo económico del país, también ha conllevado la destrucción a veces irreparable del medio ambiente, la degradación moral de muchas personas y la generación o agudización de conflictos sociales (…) Hacemos un llamado a sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos a intensificar, fundamentados en el Evangelio, una formación de nuestras comunidades en una ecología integral, que nos lleve a un estilo de vida más austero y consciente de la responsabilidad que tenemos. Como enseña la Encíclica Laudato Sii todo está interconectado; el mundo es un ecosistema en el que no se puede actuar sobre una parte sin que el todo se resienta. La ‘ecología integral’ nos muestra que ‘son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior’”, escribieron los obispos en aquella carta.

Desde la ecoteología, la madre Laura Montoya, en su obra Voces místicas de la naturaleza, le habló a aquellas religiosas consagradas que tenían como misión visitar y acompañar el trabajo espiritual de quienes se encontraban rodeados de montañas, naturaleza, riachuelos y peñascos. 

En este texto, les invita a vivir de la mano de la naturaleza y a enseñar desde el amor por ella:

“Dios está dondequiera, a todo lo llena, todo lo sostiene, todo lo crea, lo nutre, lo ve. Todo lo tiene presente (…) Puede oírlo en los sonidos y en las alas de los vientos recibir sus besos…; puede seguir sus huellas divinas en las montañas y considerar la tranquilidad de su eternidad en los valles; rastrear su belleza en las flores, su majestad en los ríos, su inmutabilidad en las rocas”.

La figura de Laura Montoya es el referente de quienes hoy cuidan, defienden y protegen el territorio. Por eso, en 2023, los y las campesinas tocaron la puerta de la hermana Elizabeth Rúa para que les acompañara en una manifestación pacífica que pensaban llevar a cabo en el corregimiento Palocabildo con el objetivo de hacerle resistencia a las actividades de exploración que pretendía realizar la empresa AngloGold Ashanti. 

“Yo apenas estuve en Jericó dos años y medio, pero siempre acompañaba a los campesinos en este movimiento porque la tierra es lo principal que hay. Si no hay tierra, si el agua se daña, todo se daña, nada más para brindarles riqueza a otros. La tierra es la madre, es donde tenemos que sembrar para poder tener comida y ellos cuidan de la tierra, ellos cuidan del agua. Entonces, la madre Laura también es muy estricta en decirnos que el agua es la base fundamental de todo ser humano. Sin el agua no hay nada. Esto fue lo que me motivó”.

Elizabeth llamó a la madre superiora y a sus compañeras de congregación a contarles que el campesinado de Jericó estaba solicitando su presencia en el territorio, y con la bendición y la aprobación de ellas se dirigió a Palocabildo el 13 de diciembre de 2023: “Los campesinos me invitaron a ir a esa marcha porque me dijeron que era una marcha, pero al ver que esa empresa se había metido a una finca a media noche, ellos me dijeron, ‘Hermana, ¿nos acompaña?’ y yo les dije, ‘Sí, yo voy con ustedes’”.

Elizabeth sabía que este acompañamiento podría tener consecuencias legales y jurídicas. Sin embargo, “a Jesús también lo juzgaron y Jesús fue de los pobres. Entonces, yo con mucho gusto voy con ustedes y fui, les acompañé, estuve ahí. En un periódico dijeron que yo era una monja guerrillera. No me importa. A Jesús también le decían guerrillero por defender al pobre”

De ese acompañamiento, 57 personas, entre ellas la hermana Elizabeth, fueron querellados por la empresa Anglogold Ashanti por ingresaran a los predios de Rafael Arteaga —quien dice tener contrato de servidumbre minera con la empresa—, con el propósito de desmontar una maquinaria instalada de manera clandestina por la empresa con el objetivo de iniciar labores de exploración minera. 

Hoy su imagen y la del obispo Noel llenan de esperanza los y las campesinas que se encuentran en estos problemas judiciales por defender el territorio. La fe hace parte de su cultura y sus creencias, y sienten en estos dos religioso el respaldo de un dios que les protege en cada audiencia y que les alienta a continuar resistiendo y defendiendo su tierra, la casa madre, la casa grande. 

Daniela Sánchez Romero
Periodista de la Universidad de Antioquia. Me interesan los tema de cultura, memoria, paz y derechos humanos.